¿Del Amazonas al espacio? Efectivamente, James Gray da el triple salto mortal, tras la infravalorada «Z: La ciudad perdida», y nos traslada a un futuro de colonias planetarias, antimateria, y búsquedas de la verdad. Esta excelente mixtura entre 2001: Una odisea del espacio y Apocalypse Now, nos lleva más allá. Brad Pitt es McBride, hijo de un pionero, al que ha de hallar en una mision de reencuentro en todos los sentidos. Tommy Lee Jones encarna con absoluta maestría a su progenitor, tan enternecedor como obsesivo, entre el arrepentimiento y el poso de locura en su mirada. Donald Sutherland, es el punto de despegue (y tenemos a los dos Space Cowboys reunidos 20 años después). Liv Tyler representa la meta y la casilla de salida, entre remordimientos y reflejos paterno-filiales. Pitt esta sublime en la escena conjunta, donde los Mcbride se reúnen. El periplo es arduo, interior y exteriormente (a destacar escenas como el ataque de los piratas, el primate en la nave, o el glorioso clímax), y debemos quitarnos el sombrero ante una pieza adulta de scifi-hard bien llevada, de esas que llegan de tanto en tanto (Ex machina, La llegada, Aniquilación).
Visualmente espléndida, con una fotografía bestial, y un ritmo parsimonioso y efectivo (como la también magnífica Blade Runner 2049), este nuevo viaje al Corazón de las Tinieblas de Joseph Conrad, con reminiscencias de clásicos del género como Soylent Green, Atmósfera cero o Interstellar, nos teleporta a un futuro inmediato, donde los logros científicos jamás podrán suplir carencias emocionales, y donde la vida inteligente es un hallazgo ambiguo. Allende las estrellas o dentro de nosotros mismos. Ese es el auténtico fin de la travesía. Una nueva metáfora sobre el sentido de nuestra existencia. Un prodigio narrativo de primer orden (voz en off), configura un relato de ciencia ficción con neuronas, entre tanto blockbuster vacío con mallas y bólidos. Otro acierto del director de joyas como La noche es nuestra o Two Lovers. Véanla y disfruten del viaje.
