Novela que transcurre durante una madrugada y en la que un grupo de lo más variopinto de personajes, están relacionados de una u otra forma.
Murakami, de nuevo nos habla de la personalidad, la angustia existencial y la soledad, donde la urbe japonesa es un aspecto que añade más ansiedad a la trama por su numerosa población, la gran competitividad aprendida desde el seno materno y la incapacidad de expresar las emociones por miedo a ser considerados seres débiles.
Mari es la protagonista, una adolescente que vaga por las calles buscando su sitio, ahogando la frustración de estar a la sombra de su hermana mayor Eri, en tazas de té. Aunque sólo las diferencia una sílaba, entre ellas existe un abismo que las separa. Eri posee gran belleza, mientras que Mari vive escondiendo su rostro en chaquetas de cuero dos tallas más grandes y gorras de beisbol. Mientras Mari lucha por su futuro y reconocimiento, su hermana vive en un perpetuo sueño voluntario donde su belleza se torna más oscura al no existir explicación a su decisión de dormir eternamente.
Gracias a la decisión de Mari por estudiar en un colegio chino, puede ayudar a una mujer víctima de la mafia china, y aunque en la novela no se concluye la situación de la joven Mari se convierte por unos instantes en el centro de atención por ser la única en poseer herramientas para poder rescatarla de las garras del agresor. Mientras tanto, un joven músico (Takahashi) conocido de Eri busca sin descanso la compañía de Mari tras haberla conocido en la cafetería. A pesar del interés de Takahashi por tener contacto con Mari, sus destinos les tienen preparado algo que ni ellos esperan, tendrá forma epistolar y cada uno encontrará su lugar en el mundo.
“After Dark” está envuelta en la dulzura y en la emoción que sólo Murakami es capaz de recrear. La esencia de los personajes es tan palpable que se pueden llegar a conocer y sus vidas consiguen que el lector adquiera las mismas sensaciones. Es una lectura sencilla pero no por ello la carga emocional es menor.
