lunes, noviembre 25, 2024

Miguel Ángel Martín, ‘MRTN’, historietista: “Nunca he buscado el escándalo, lo he encontrado”. Por Noé Ramón

Miguel Ángel Martín forma parte del grupo de autores cuya obra y personalidad parece disociada. Nadie diría que de la mente de la persona amable, simpática, culta y cercana que tienes enfrente surgen unas imágenes y relatos que pueden causar cualquier tipo de reacción excepto la indiferencia. Él lo sabe, es consciente y parece divertirle la contradicción. En estos días está por Tenerife invitado a la cita anual de Entre Viñas y Viñetas, que busca relacionar el vino con los tebeos, con lo que entra a formar parte del grupo de 25 autores de primera línea que han participado en las jornadas durante sus XVI ediciones. Mrtn, como firma, empezó a crear en León su ciudad natal en la década de los ochenta primero como ilustrador y luego dibujando tiras en los periódicos.  Sin formación gráfica en 1987 debió tenerlo muy claro porque dio el salto a Madrid donde empieza a publicar en Makoki y El Víbora, entre otras. Cuando le pregunto si sabía de la reciente muerte del guionista de esta revista, Onliyú la pasada semana, mostró sorpresa, pero matizó que él formó parte de la segunda etapa de la publicación. Esto es lo que recuerda de aquellos años. 

-La primera comenzó en 1978 creo y yo entré en 1993 cuando ya habían cambiado los tiempos, la sociedad y todo. Los cómics eran muy distintos a los de la época genuina que eran mis favoritos, también tengo que decirlo. 

-¿Y por qué cerró El Víbora?

-Por falta de lectores, obviamente, de hecho cerraron casi todas por la misma razón. Ahora sólo queda El Jueves con sus problemillas, que bueno es más bien una revista de humor y Mongolia de reportajes. Pero publicaciones de cómics en España, que yo sepa no existe ninguna. Piensa que en los años ochenta no estaban los videos, ni videojuegos y es a partir de la aparición del mundo digital cuando cambia de forma radical la cultura. Hay más diversidad y diversificación para el ocio y todo eso hace que la gente no sólo recurra a los cómics para divertirse.

-¿No sería que habían cambiado los tiempos y la línea dura de El Víbora no tenía mucho sentido?

-Sí, también es cierto que todo había cambiado en la medida en la que los tiempos han ido cambiando. 

     -Usted vive apartado de la actualidad y está considerado uno de los autores más originales y reconocibles del panorama español. Ha creado su propio mundo.

-Sí tengo mi propio mundo, un mundo cien por cien Martín, lo que me parece muy positivo porque tu producto es identificativo frente a la competencia. Siempre me he mantenido haciendo mis cosas desde mi punto de vista. Con la visión digamos Martín del mundo y de la sociedad contemporánea.

-¿Cómo definiría su estilo? Todo el mundo llama la atención sobre la mezcla de dibujos casi naif y un contenido muy duro. 

-Sí, creo que eso es verdad, aunque no era consciente al principio, si no a raíz de que la gente y los críticos lo comentaban en sus reseñas. Y entonces me di cuenta de que ahí está la gracia. El hecho de mezclar un dibujo muy infantil, casi blando que visualmente entra muy bien y luego unos contenidos muy duros, muy pasados que a veces no encajan. Ese contraste es una de las señas de identidad mía. Pero ya digo, me di cuenta cuando la gente lo empezó a decir. Nunca he buscado el escándalo, lo he encontrado.

-Usted estudió para ser fiscal y luego tuvo algún encontronazo con la Justicia por una de sus obras.

-Sí, de hecho no tengo formación gráfica ni artística ninguna. Estudié Derecho porque quería ser fiscal pero la Universidad no me gustaba, me aburrían las clases y por eso me dedicaba a dibujar. Tenía un grupo de música rock en León, diseñé mi primer cartel para ellos y a partir de ahí comenzó mi relación con la música. En los años noventa hice mucha iconografía de carteles, portadas de discos sobre todo para el sello Subterfuge. De hecho el diablo que sirve de logotipo lo hice yo. 

-Pero fue en Italia donde llegaron a censurar una obra suya, Psychopathia Sexualis

-Era un cómic sobre psicopatías sexuales, como dice el título. De hecho por orden de la Fiscalía de Cremona nos secuestraron la publicación porque decían que inducíamos al suicidio, al homicidio y a la pedofilia. Al principio no me lo creía porque para mí era un cómic de humor que se estaban tomando demasiado en serio. Pero al final me vino muy bien porque con el ruido que montó del día a la noche pasé a ser muy conocido en toda la prensa italiana que nos apoyó y defendió la libertad de expresión. 

-¿En España ha tenido ese tipo de problemas?

-A nivel legal solo censuras pequeñas en algunas librerías que se negaban a vender mis comics, por lo menos en los años noventa. Pero problemas judiciales como en Italia, no he tenido.

-Al parecer es una apasionado de la música electrónica.

-Si, la industrial y la electrónica experimental que básicamente es ruido. 

Eso es lo que más me gusta. De hecho he colaborado con el grupo japonés que hacen psicodelia ruidista, CopASS GrinderZ que son amigos míos. Conocían mi trabajo por las publicaciones internacionales en las que aparecían mis cómics dedicados a la electrónica y el ruido.

-A lo más que  llego en música electrónica es a Kraftwerk.

-Para mí son pop. Mi referentes son un grupo británico que se llama Whitehouse que ya no existe que usaban sonido blanco distorsionado con textos inspirados en Sade muy pasados de rosca. Por eso me hace gracia que ahora la gente se escandalice con las letras del reggaeton cuando lo otro era más duro.

¿No es Alemania la capital del sonido electrónico?

-En Alemania había también artistas industriales pero el centro principal era Inglaterra con Whitehouse y en Australia SPK, cuyo productor lleva muchos años instalado en Hollywood haciendo bandas sonoras convencionales y ganando mucha pasta, lo que me parece muy bien. 

-Dicen que  su estilo es una mezcla de ciencia, tecnología y pornografía. 

-Sí, esas son mis tres influencias principales, las que están en la base de mis cómics. En mi obra hay mucho erotismo pasado de rosca y la tecnología siempre ha sido importante porque dibujo personajes muy tecnológicos. Me he fijado constantemente en las noticias que sacaban los periódicos convencionales, incluso de pequeños experimentos que luego tomo como referentes para construir una historieta. Por ejemplo, el personaje con el que empecé a dibujar en El Víbora era una chica que tenía carne como de silicona y estaba unida a un ordenador con un cable que pasaba por el brazo al cerebro. La idea se me ocurrió leyendo una noticia de que se estaban haciendo experimentos para unir microchips con neuronas de ratón por electricidad. Es una ciencia un poco franquisteniana, no sé en lo que quedó pero me pareció buenísimo y a partir de ahí construí toda una historia basada en cosas científicas que están luego distorsionadas por la ficción. Pero que quede claro que mis cómics no son científicos para nada, son pura fantasía.

-Historias como la del doctor que quería hacer un trasplante de cabeza y que incluso tenía un candidato. 

-Cuando lo leí pensé. “Está mal planteado porque en realidad es un trasplante de cuerpo porque la personalidad de un ser humano está en la cabeza”.

-Pero al final los obligaron a parar.

-¡Cualquiera sabe! Estoy seguro de que se siguen haciendo cosas de genética y muchos experimentos sin que se entere nadie.

-Dada su doble condición de dibujante y apasionado de la tecnología me parece interesante conocer su opinión sobre la Inteligencia Artificial (IA), muy criticada por sus compañeros. 

-Para mí no deja de ser una herramienta, de la que ya hablaba yo hace treinta años en un cómic sobre ciberpunk y ciberespacio. Es muy interesante y está claro que va a haber cambios importantes como los hubo en la revolución industrial y la tecnológica. Pero soy optimista, la verdad. De hecho, si no fuera optimista no dibujaría cómics y menos los que hago. 

-¿No coincide con otros dibujantes en que la IA traerá consigo la  pérdida de puestos de trabajo?

-Eso puede ser que sí ocurra, pero los primeros puestos de trabajo que se perderán serán los mecánicos, no los creativos. Por ejemplo, hay muchos cómics sacados de Google y luego se hacen dibujos encima. Para eso no necesitas un dibujante. Es como lo que ocurrió con Astérix. El guionista se murió primero y el dibujante siguió sacándolos  pero no eran tan buenos hasta que también se murió. Hace poco pasé por las tiendas y vi que había cómics nuevos dibujados y escritos por otras personas pero exactamente iguales. Eso lo hizo alguien usando Inteligencia Artificial. Puede que hoy no, pero dentro de dos años habrá otros casos y ese dibujante sí se va a quedar sin trabajo inmediatamente con toda probabilidad. Pero claro si estás haciendo un dibujo mecánico, que es lo que hacen cuatrocientos más, es evidente que te pasará eso. Es como las series de televisión que las salen como churros y ya no necesitas una plantilla de cinco guionistas, porque te lo hace la IA y encima con más exactitud porque es lo que le gusta al gran público y para eso está programada.

-Quizás el efecto positivo sea que los creadores tendrán que buscar su propio estilo lo más original posible para que no sean copiados. 

-Claro, pues ya ves efectivamente esa es una noticia buena, que haya más cosas originales y que la gente se esfuerce un poco para ser más creativa. También entiendo que hay una industria y si te pagan una pasta por dibujar de cierta manera, pues estupendo. En su momento el tractor dejó sin trabajo a la gente que araba.

-Algunos dibujantes dicen que a veces acaban tiranizados por el personaje que han creado. ¿Le ha ocurrido a usted?

-No me ha tiranizado ninguno. 

      –¿Y el favorito?

-Para mí todos son iguales. Es como si le preguntas a un padre cuál es su hijo favorito. Pero si tuviera que elegir uno sería Brian the Brain porque es el más popular, el que más fama me ha dado y el que más ha impactado a la gente

     -No soy ningún especialista en cómics pero veo una gran variedad de influencias en su trabajo. Como el logotipo de una máscara antigás que parece sacado de una guerra mundial y que incluso lleva en su camisa.

-Mis referencias son visuales y principalmente vienen de dos directores de cine: Sam Peckinpah y David Cronenberg lo que trae consigo mi obsesión a la carne, las mutaciones y su peculiar mundo.

-Lo que Cronenberg llamaba el vicio de la carne.

-Efectivamente.

           -¿Le gustó la última película?

-Sí, no es mi favorita pero me gustó mucho. Incluso me gustan las tres que ha hecho su hijo Brandon Cronenberg que está siguiendo la estela de su padre pero con personalidad propia. La última me gustó mucho. Luego está J. G. Ballard, que es uno de mis autores favoritos junto con William Burroughs. De hecho en Italia hay una revista independiente en blanco y negro llamada Masako que sacaron el año pasado un número especial sobre Barrow, Ballard, Cronenberg y mi trabajo, con lo cual es un honor estar entre mis referencias artísticas principales. 

-¿Y David Lynch no le ha influenciado?

-No, pero me gusta.

-Veo que ha trabajado para el teatro, en películas, además de haber hecho el cartel de La Lengua Asesina.

-Hice un cartel pero no el oficial. El mío lo dejaron para el copybook en el que ponía a Jess Franco en su refugio y tal… Lo que me pidió el director, claro. Esa fue la última película producida por Subterfuge aunque luego Franco ha hecho otras más pero digitales.

-Ha venido a Tenerife invitado para participar en ‘Entre Viñas y Viñetas’. ¿Alguna vez ha hecho un dibujo después de tomar vino o algo por el estilo?

-No porque con la euforia te sientes muy ingenioso pero cuando se pasa ves que no has hecho sino chorradas, nunca he utilizado sustancias para dibujar.

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