sábado, agosto 2, 2025

M. Lohrum activa un dibujo colectivo en la Carta de Ajuste del Círculo de Bellas Artes de Tenerife (CBA).

Durante estos pasados días 29 y 30 de julio, el Círculo de Bellas Artes de Tenerife ha presentado el dibujo/performance participativo “Conexiones Resonantes: Ecos de una línea colectiva”, una creación de la artista tinerfeña Madeleine Lohrum. El acto se ha insertado en el programa experimental Carta de Ajuste, que el CBA ha organizado como ejercicio de rodaje de la institución tinerfeña, junto a otras actividades que, anteriormente acogieron al laboratorio vivo que establecieron los alumnos de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna, bajo la dirección de su Vicedecano Javier Sicilia. Estas actividades experimentales preliminares se han organizado para preparar los programas que el Círculo tinerfeño inaugura el próximo 18 de Septiembre para celebrar su Centenario. 

En el folleto que acompañaba a la creación del dibujo participativo de M. Lohrum, el comisario y crítico Octavio Zaya, nos explica que la obra colectiva de la artista tinerfeña “se articula como un dibujo performativo en el que la acción compartida se convierte en el medio a través del cual se revelan las conexiones invisibles entre los participantes. Su propósito no es únicamente generar una imagen, sino activar un espacio de encuentro, escucha y resonancia entre cuerpos, gestos y presencias. El proyecto convoca a los participantes a sumergirse en un proceso meditativo en el que cada trazo responde al anterior, funcionando como eco y variación. Lejos de una reproducción mecánica, las líneas se suceden de manera sensible, incorporando pequeñas desviaciones que enriquecen la estructura general. Esta lógica acumulativa y relacional subraya la idea de que toda acción individual está inevitablemente atravesada por la influencia de los otros.”

Por su parte, la artista, en declaraciones al Presidente del Círculo, Pepe Valladares y a Zaya, ha manifestado que “aunque realizo trabajos participativos con cierta asiduidad, este ha supuesto una experiencia diferente a otras en varios sentidos. Por primera vez la acción se dividió en dos sesiones. Esto, por un lado, permitió involucrar a más personas, contando con alrededor de 60. Por otro, propició que se diese una colaboración “en diferido” entre ellas. Las que acudieron el primer día hicieron su parte, para posteriormente dejar la finalización de la pieza en manos de otras que, aunque no estuvieron allí al mismo tiempo, sí que compartieron el mismo espacio, las mismas instrucciones y el mismo cometido de elaborar una obra juntas.”

La artista añadió que “respecto al espacio, esta es la performance colectiva de mayores dimensiones que he podido realizar hasta el momento. Contar con un lienzo de dimensiones tan titánicas propició una libertad inédita de expresión corporal y gráfica, aunque también supuso un desafío a nivel de resistencia física y compromiso de las personas que participaron. Como de costumbre, participaron personas de todas las edades, condiciones y profesiones. Muchas eran outsiders al mundo del arte. Esto es precisamente lo que me encanta de este tipo de trabajos: demuestran que el arte es para todos y que es parte de la vida”.

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