El 27 de Julio en el Pabellón Santiago Martín vivimos una noche de ensueño. En tiempos de mediocridad musical en el ámbito popular, con productos fabricados en talents shows, bandas tributos recordando tiempos mejores y bluff mediáticos con niños y niñas bonit@s como Rhianna o el simplón y estomagante Ed Sheeran, es necesario refrescar con pioneros, en este caso, del pop inglés y el prog rock, rememorando una época en la que comercialidad no estaba reñida con calidad artística. Y esto es algo que, tristemente, cierto sector gafapasta no quiere entender. Embelesados con el hype de The War on Drugs , por ejemplo ( excelente banda, por otra parte), está en el manual del crítico especializado, renegar de bandas como Dire Straits o Supertramp (por lo menos, hasta que hagan un biopic, como pasó con los Queen o Elton John, que ahora molan a todos por igual; desde pachangueros y reggaetontos hasta indies barbudos), por aquello de meterlos en el saco del AOR, o, peor aún, haber tenido éxito, pecado capital para el melómano auténtico. Ya sabéis, cuanto más maldito el artista, más auténtico.
Un servidor, que ha mamado por igual de la Velvet, Tom Waits o Nick Cave, compaginándolo perfectamente con Rod Stewart, Status Quo o Jethro Thull, no tiene complejos ni prejuicios cuando la exquisitez sonora se refleja en grandes ventas. Y no es el caso de Coldplay (lo siento, bubble gum followers). Precisamente, los de Chris Martin o los autores de Lost in the Dream, beben de ciertos sonidos, palpable en la obra de los de Mark Knopfler o los de Hodgson- Davies, pero el fandom de este nuevo pop británico de qualite (y aquí no cuenta Coldplay ni Sheeran, sorry), defenestran a estas bandas, cuando la influencia de las mismas es clara, por ejemplo, en el caso de los creadores de Red Eyes.
Roger Hodgson vino, vio y venció. Mal que le pese a algunos cronistas, empeñados en su cruzada de acoso y derribo contra el rock en esta isla, o esclavos chaqueteros de la modernez mas baladí y fugaz. Mi particular corte de mangas para ellos, al son de Take the long way home, primer clásico descargado la mágica noche del sábado, tapando bocas de hace una década y algo, cuando el excelente compositor y vocalista se presentó solo con un músico de apoyo (saxo y hármonica), dando una lección de profesionalidad y buen gusto. Exactamente como el fin de semana pasado, esta vez acompañado de cuatro músicos más (teclista de apoyo, bajista, batería, y vientos), que demostraron su valía en en vivo, ya con los dos himnos siguientes: School y Breakfast in América, ésta última, precisamente, justificando esta gira: el 40 aniversario de su disco más vendido. Sólo con esta tríada, el recital estaría más que amortizado.
Sumésmole el espectacular sonido (algo insólito en el lugar) y la amabilidad y el buen humor destilado por el artista, más el extraordinario feedback con la audiencia (más que demostrada en la demoledora ovación tras la mítica The Logical Song) y la sensación final es de absoluta satisfacción. Hodgson repesca joyas ocultas de la discografía del grupo, como Easy does it, o Sister Moonshine… y las lágrimas aparecen en los ojos por motivos personales y nostálgicos con piezas como la bellísima Hide in your Shell, perla que el que suscribe recuerda y dedica en silencio a la persona que le introdujo en el mundo de los «Supervagabundos», con aquel fantástico directo, París (1980), que nos cambió la vida a más de uno.
Dead and a Zoo, fue la primera incursión en su carrera en solitario, con una estimulante ambientación, complementada con luz verde, que nos metía de lleno en la atmósfera de la canción… bueno, eso y su español, ayudado por el google translate de su móvil. La simpatía y el buen rollo continuó con Child of Visión o Dreamer, donde el bueno de Roger rompe reglas y vallas, e invita a la audiencia a ponerse en pie y bailar, tomándolo ésta al pie de la letra, invadiendo la pista y confirmando la pasión y euforia de dos generaciones en plena sintonía (visto y escuchado in situ, que no me pagan, señores incrédulos). Éxtasis final con la interpretación de Fool,s Overture, magnum opus de la formación, orgásmica y… apoteósica¡ (guiño privado), donde vuelvo a caer rendido por puro batiburrillo emocional.. Quedan fuera del set list las composiciones de Rick Davies por razones obvias (la misma guerra civil que Waters- Gilmour, Lennon- Mcartney, etc…), pero los bises cumplen el cometido de happy ending, con las bailables y archifamosas Give a Little Bit y It,s Rainning Again. Caras sonrientes y nuevo bofeton sin manos a camisas floreadas. Lo dicho, lo mejorcito de este año junto con los lives de Carl Palmer y Maceo Parker. Pues eso, mucho fool y poco overture. Tan sublime como delicioso.