» Bienaventurados los que venís a los conciertos, porque vuestro será el reino de los cielos»
Ese fue el saludo de José Ignacio Lapido tras el segundo tema, el pasado sábado 26 de octubre en el Espacio Cultural de CajaCanarias en Santa Cruz de Tenerife, dentro de su ciclo de eventos Otoño Cultural. El granadino se presentó en formato acústico, con guante negro en la mano izquierda (el muñón, lo llamaba), acompañado de su leal teclista Raúl Bernal, al piano y al hammond. Juntos se bastaron y se sobraron para defender un cancionero impecable. El sonido era perfecto, y la voz del 091 (aún reciente su última entrega) vibró con maestría y buen gusto en todo momento. El rockero bromeó sobre su primera visita a la isla, aunque el día anterior había tocado en el hierro.
La exquisitez musical en piezas como El ángulo muerto o Nadie besa al perdedor, también deja claro la alta calidad de unos textos que nada tienen que envidiar a mitos de allende los mares. Aromas Springsteenianos, con toques country and western, a veces, efluvios de dylanianos, siempre con alma de rock and roll, la Escala de Grises se vuelve nítida y placentera. La estupenda interpretación del trovador y el colchón sonoro del escudero barbado, ofrecen un espectáculo donde el adjetivo autenticidad se queda pequeño. El Truco está en la personalidad incorruptible de un músico que es historia del rock de este país. Un show sincero, profesional y arrollador a todos los niveles. Esperemos que el Ángel vuelva muy pronto. Brillante es decir poco.