La última superproducción Disney no llega a salas, sino directamente a plataformas. Virus obliga, y el empaque del film hacía presagiar despliegue publicitario por todo lo alto. Pero la situación es la que es, y la casa del ratón sigue tanteando mercado y posibles vías de escape durante esta crisis mundial. El tiro por la culata de Mulan (casi un atraco a mano armada), les hace bajarse del pedestal y vender su (ingente y monopolizador catálogo) de otra manera.
Así las cosas, nos llega esta adaptación del Best Seller de Eoin Coffer, ya trasladado de manera exitosa al cómic, encargado al gran Kenneth Branagh, quién antes de estrenar las nuevas aventuras de Hércules Poirot (Muerte en el Nilo), nos entrega un Fantasy juvenil fallido, pero digno, aunque muy inferior a otras empresas similares: las majestuosas e infravaloradas Mary Shelley,s Frankenstein, Thor ( la mejor de la trilogía) o Jack Ryan. Operación Sombra. Es decir, propuestas comerciales alejadas de sus inquietudes Shakespearianas, pero que el cineasta inglés resuelve de manera profesional, donde asoma la brillantez intermitentemente.
Estamos ante un caso parecido al Miss Peregrine de Tim Burton, o Ready Player One, de Spielberg. O sea, mediocres adaptaciones que prometían en papel, pero que artísticamente, dejan bastante que desear. Ni mejor ni peor que otros productos similares aplaudidos (Spiderman: Homecoming, Shazam, Aquaman, Black Panther, The Force Awakens, etc..) el filme se alinea con otros proyectos Disney más que disfrutables (John Carter, Tomorrowland) que, por mala prensa y escasa recaudación, quedan repudiadas por masas borreguiles, que ensalsan hypes mainstream, y defenestran Valerian, Pan, etc.… pero luego se pierden en loas con cosas como Animales Fantásticos o Spiderman: lejos de casa…en fin.
De cómo el pequeño Fowl se ve metido en un berenjenal digno de un producto Amblin, tras el secuestro de su padre, descubriendo que los goblins, hadas, trolls, enanos o gnomos existen, excelentemente organizados, que ríanse ustedes del MI6 y SHIELD juntos. Del mundo subterráneo a la mansión del protagonista, se nos narra un asedio, tras interceptar y conocer a Holly, hada en misión griega, especie de Men in Black alada enviada por su organización fairy para resolver entuertos sobrenaturales. Como Hellboy, vamos. Reconozco que disfruté el cómic cuando lo leí hace un año, pero la tijera y el estreno precipitado denotan un estreno urgente y descuidado, en una trama donde se fusiona la tecnología con los cuentos de hadas sin apenas emoción. Enfocado al público infantil, funciona por momentos. El sense of wonder ochentero se atisba en toda la parte de la guarida de las criaturas, o los pliegues del tiempo. Pero el resto es previsible, casi tanto como las interpretaciones, si exceptuamos al gran Josh Gad de frustrado Enano Gigante (tal cual), o la elegancia elfica (aquí todo va de orejas puntiagudas) de Judi Dench, aún así más perdida que en Las Crónicas de Riddick. Por su parte, Colín Farrell, ya acostumbrado a estos fregados (Daredevil, Cuento de Invierno, The Batman o el díptico del exploit del bestiario de la Rowling citado más arriba), se lo pasa pipa en su anodino rol, y además cobra. Aventuras soleadas digitales con mucha magia en la historia, y poca en el tratamiento cinematográfico. Hora y media que pasa volando, eso sí, pero que se olvida rápidamente.