Había ganas de concierto este jueves por la noche en la apertura del Pasionari@s 2022 del espacio cultural CajaCanarias, y fueron Moonlight Benjamín los encargados de devolver a los santacruceros a algo parecido a la normalidad que teníamos antes de que el mundo cambiara. Ecléctico grupo este sin duda, con vocalista haitiana y franceses en la banda que no defraudó a los asistentes, en un espectáculo que me atrevo a afirmar que muchos no habíamos presenciado nunca, pues no es muy habitual que el vudú haitiano puesto en la voz de una cantante afrocaribeña que parecía entrar en trance a cada poco se fusione con dos guitarras eléctricas poderosas sonando a rock clásico, que te hacen imaginar que estás en un concierto de los Raconteurs, para sonar al momento siguiente a Franz Ferdinand y volver dos canciones más allá con unos riffs al más puro estilo Black Keys, y ello sin desmerecer a un batería bastante virtuoso y a un bajo que se dejaba notar, para un total de hora y veinte de actuación bastante completa. Cierto es también que dada la precariedad de eventos sonoros en directo a los que nos tienen acostumbrados en los últimos años, es posible que mi crítica sea más benévola de lo que correspondería, y puestos a buscar fallos hemos de decir que el concierto empezó flojo y con algunos problemas de ajuste de sonido, con una guitarra solista que apenas se escuchaba al inicio, cuestión que no duró por suerte más allá de dos canciones.
También en el debe, aunque no en el del grupo, que la mayoría no entendíamos nada de las letras, muy poéticas y sentidas pero cantadas casi todas en un haitiano que no manejábamos. Entendiéndola o no merece una mención especial la vocalista y auténtica alma del grupo, que pronto supo conectar con el público con su voz potente y su danza, a veces acompasada a la música, otras veces próxima a la convulsión y el estremecimiento, con numerosas invitaciones a la participación del público a la manera de esos típicos ecos, con situaciones incluso divertidas cuando la cantante nos puso a repetir sonidos demasiado largos que no acertábamos a acompañar. Muy de agradecer también, en especial para los amantes del guitarreo más roquero, algunos furibundos largos de guitarras que creo se llevaron las ovaciones más sonadas. Y acabaron dejándonos un muy buen sabor de boca, con tres bises y el público puesto en pie, aplaudiendo y bailando con ganas de que hubiera durado media hora más.