Cels Piñol es el autor de una de las sagas que más popularidad han tenido en nuestro país, la relacionada con su personaje Fanhunter y demás variantes en forma de juegos de rol o novelas. Son antológicas las colas que se forman en cada una de las convenciones a las que asiste para conocerlo personalmente, conseguir su firma o un dibujo, que han llegado a durar hasta cuatro horas. Este barcelonés ejerce de dibujante, articulista guionista, editor, rotulista y lleva las redes sociales de algunas empresas. El resto del tiempo, que según dice no es demasiado, lo dedica a devorar cómics, libros y consumir el máximo de cultura posible para poder verter luego todo esos contenidos en sus obras. Justo este año se cumple su 35 aniversario desde que comenzó a publicar en fanzines pero el campanazo definitivo vino con la saga Fanhunter. Un personaje que en vez de cara tiene una enorme nariz y habita en un mundo futuro en el que la cultura en todas sus expresiones están prohibidas y los fans se convierten en los verdaderos héroes.
-Tu forma de entrar en el mundo del cómic fue a través de los fanzines, aunque por edad en aquellos tiempos ya no tenían el mismo significado que en la anterior época del underground catalán, que era más radical.
-La forma de entrar fue muy curiosa, ocurrió después de publicar en Planeta. Cuando empezaron a salir unas tiras de humor, recopilé muchos de aquellos dibujos y los saqué en forma de fanzine. Los hacía yo mismo en fotocopias, los grapábamos toda la familia en casa y los repartíamos por las librerías. Aquella fue una saga hasta que se convirtió en Fanhunter y ha tenido un éxito tremendo.
-¿Cómo era el mundo de de los fanzines de aquellos años en Cataluña?
-A finales de los ochenta y principios de los noventa la autoedición bullía en Barcelona y luego estaba también Valencia y Madrid, de donde venía mucha gente de la movida. Pero los que éramos aficionados al manga y a los superhéroes nos reuníamos en el mercado de San Antonio y de allí salían las primeras obras y también leíamos lo que venía, a duras penas, de otros lugares. Nos juntábamos fans de aquellos tiempos y al final acababa saliendo un fanzine en una una época de plena ebullición. Casi el 90% de esa gente ha acabado dedicándose profesionalmente al mundo del cómic. Hablamos de autoedición pura y dura y de eso sí podemos decir que ya no queda.
-Tu estilo ha estado siempre centrado en el mundo de los superhéroes.
-Soy un lector muy versátil, he devorado de todo, Tintín, Marvel, Manga… no me encasillo. Si una obra me atrae por su historia y dibujante, no me importa. Me gusta tanto Batman o Supermán como un manga. Mi tradición viene de los cómics de Mortadelo y Filemón que me traía una vecina amiga mía que fue la que me metió en el mundo del dibujo y luego otros familiares que me regalaban los de la editorial Vértice de aquella época. La verdad es que sí, desde el principio me entraron por vena los cómics de superhéroes y ahí he seguido.
-Tu principal personaje está claro que es Fanhunter pero no sé si al final ha acabo eclipsando un poco el resto de tu trabajo.
-¡No, qué va! Mis lectores también son muy eclécticos, por un lado están las tiras que hago de fan y coleccionistas que es una manera de conectar con ellos y luego Fanhunter que son juegos de rol, cómics o un spinoff con vampiros que devoran papel de cómics, novelas… de ahí han venido muchos aficionados. He publicado en distintas editoriales y por lo tanto soy conocido no sólo por Fanhunter sino también por otras colaboraciones… Pero me da igual que sólo me conozcan por Fanhunter porque es la marca que ha tenido más éxito y 35 años después ahí sigue.
-Por lo que se ve has tenido algún problema con las editoriales. Te debe pasar algo así como a los grupos de música con las casas de discos.
-En realidad sólo he tenido problemas con una y ni siquiera fue con la editorial sino con una persona en concreto. Este es un mundillo de supervivencia donde te das de frente con muchos egos. Lo que ocurrió es que choqué con un editor de Planeta Agostini y por eso se acabó mi relación con ellos. Meses después echaron a este señor que se llamaba Antonio Martín y volví. El problema es que me intentó meter en un pleito en el que no tenía nada que ver y no reaccioné bien pero el tiempo ha puesto las cosas en su sitio porque la gente sabe de qué va este personaje y todo lo que ha hecho en estos años. Pero no he tenido ningún problema más, siempre me he llevado bien con todo el mundo.
-De todas formas las discrepancias de los autores con las editoriales es algo bastante habitual.
-Es un mundillo muy pequeño, hay autores que se conforman con lo que tienen y otros intentan imponer sus criterios a las editoriales, cosa que está muy bien porque tenemos que defender nuestros derechos. Hay editores buenos y malos, este es un mundo tan cerrado que nos vemos en todas las convenciones, nos comunicamos por las redes sociales, tanto dibujantes como guionistas o coloristas y a veces saltan chispas pero como en cualquier otro mundillo. Si nos comparamos con lo que ocurre en el cine, teatro o la televisión te dices: “Pues tampoco somos tan gritones”.
-No tienes nada que ver con compañeros que están más metidos en el mundo de la defensa de la memoria histórica o de ciertos colectivos. Aunque por ejemplo sí has criticado el papel limitado que tienen las mujeres en el manga y también defendido causas sociales.
-Siempre he defendido la libertad creativa, a ciertos colectivos, me he posicionado en contra de cualquier tipo de censura y de dictaduras y abuso y todo eso es Fanhunter y lo viene siendo desde hace 35 años. El cómic siempre se ha asociado a ayudar a causas que consideramos justas.
-Es destacable el éxito que has tenido en los salones con los juegos del rol y los fanáticos de tu trabajo, hasta el punto de que prácticamente te ves desbordado en cada una de estas citas.
-Desde el principio siempre he tenido mucha suerte con estas convocatorias. Nada más empezar con Marvel aunque pensaba que dibujaba mal, mucho peor que ahora, mi popularidad subió de forma brutal en las primeras convenciones. Planeta vio que Fanhunter era muy conocido, que se convirtió en la obra más vendida de esta editorial y todo eso en los salones siempre se ha notado muchísimo. El récord está en sesiones de firmas de cuatro horas y veinte minutos, sin parar, sin parar, rápido, rápido… Las colas eran algo absolutamente brutal y curiosamente eso se ha mantenido hasta la actualidad. Ahora hay nuevos lectores y soy de los que piensan que tienes que dárselo todo porque son nuestra fuente de alimento, somos como ellos y en esos encuentros tienes que ofrecer lo mejor de ti mismo.
-Ahora es el turno de las preguntas que le hacemos a todos los dibujantes. ¿Conoces el Libro Blanco del Cómic?
-¿El de la Sectorial? Sí, soy conocedor de algunos de los contenidos y pertenezco a la Sectorial pero lo cierto es que no lo he leído.
-¿Y sobre la Inteligencia Artificial qué piensas? ¿Crees que te tendrá influencia en tu trabajo o en el de tus compañeros?
-Está influyendo y mucho. Hay que legislarlo correctamente y debemos estar unidos o de lo contrario nos va a comer. Con 54 años ya tengo una edad y una carrera hecha pero a personas que están empezando ahora la Inteligencia Artificial les puede afectar mucho. ¡Pero ojo! El mal uso porque puede ser muy útil, con muchas aplicaciones que en realidad necesitamos. Al final el problema es si se emplea de forma incorrecta, por ejemplo, los carteles son horribles. Creo que poco a poco irá afectando y tal vez al final ocurrirá como con los vinilos y los verdaderos dibujantes serán algo exclusivo, aunque espero que no porque soy partidario del cómic en su formato más popular. Pero bueno… probablemente nos convertiremos en objeto de coleccionistas y el formato físico no será el único como era antes.