miércoles, abril 24, 2024

Crítica: La noche de Halloween. Por Adrián Gómez

La nostalgia vende. Eso lo saben George Lucas, Ridley Scott, Roland Emmerich e incluso Danny Boyle o David Lynch… pero los dos últimos nos proponen reencuentros apetitosos con pautas reconocibles pero enfoques novedosos: lo lograron Rían Johnson con la recuperación de un hastiado Luke Skywalker, Denis Villeneuve con un veterano y cínico Deckard, Boyle con unos (in)maduros y supervivientes Renton y cía… y sobre todo, Lynch con un memorable, rompedor y magistral Kyle McLachan encarnando al gran C Dougie Jones y el agente Cooper… cuatro ejemplos de retornos gloriosos.

La noche de Halloween se queda en tierra de nadie… ¿secuela oportunista? enésimo capítulo final? homenaje al clásico (e insuperable) título original? entrega continuista de lo perpetrado (y sobredimensionado) por ¿Rob Zombie? ¿Un burdo remake? “Ni lo uno ni lo otro»…o quizás un poco de todo.

Hace 20 años, un servidor acudió a las salas para el primer regreso de Jamie Lee Curtis y el espíritu original, orquestado por Steve Miner (House,Warlock), ignorando toda la saga casposa vídeoclubera de los 80, y partiendo directamente de» Sanguinario» (Halloween 2, todavía hoy la mejor secuela de la obra maestra de Carpenter… lo siento Rob).

Sin ser ninguna maravilla, apuntaba maneras y se sumaba al carro del revival de los Scream y la revitalización del género slasher por Kevin Williamson, contando además con el beneplácito del maestro.

20 años después, aquí estamos otra vez. Cuatro décadas después Michael Myers y Laurie Strode se reencuentran, esta vez ignorando hasta la soberbia continuación de Rick Rosenthal (Sanguinario, como dijimos) y haciendo tabula rasa desde el seminal film del 78. Nick Castle recupera su papel, su mono y su máscara del capitán Kirk, fagocitado por un par de periodistas con pinta de cadáveres inmediatos, escudándose y espoleado por un psiquiatra, seguidor del doctor Loomis (aquel enorme Donald Pleasence tan añorado), dedicado (una vez mas) a vengarse de Laurie (convincente, durísima y algo desperdiciada Lee Curtis), no sólo la pionera de todas las reinas del grito de los 80(de casta le viene al galgo…su madre nos dio un baño literal a todos en «Psicosis»), sino la madre de todas las Ripleys y Sarah Connors; aquí condenada y destinada a defender a su prole, su hija Judy Greer (Carrie,Jurassic World) su nieta, los calenturientos amigos de esta, y el pelele insípido de su yerno.

Entre medias, un siempre cumplidor Will Patton (Falling Skies, The postman) como sheriff de Haddonfield, vengativo e imprudente. Giros inesperados, guiños a la primera entrega, planos secuencia y ciertas ideas visuales( la escena del coche del psiquiatra en pleno bosque o el asesinato en el jardín del orondo y salidorro amigo de la nietisima con muy pocas luces… nunca mejor dicho) no levantan un film rutinario con ciertas dosis de tensión y con un ritmo que nunca decae, cierto es… pero David Gordon Green no ofrece nada nuevo de lo ya visto, como no sea romper el vínculo de sangre entre Strode y Myers, y convertir al doctor en presidente del club de fans del psychokiller. La b.s.o del maestro realza el conjunto y los créditos ponen los pelos de punta para aquellos que amamos el Halloween del 78, pero no pasa de ser un título disfrutable que no permanecerá en la memoria cinematográfica de cualquier aficionado bregado en el terror fílmico. Ideal para disfrutar en estas fechas… exactamente como Halloween H20

cartel en portada promocional de la película, público

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