Recién anunciado el palmarés y ante la avalancha de eventos simultáneos asociados al Festival Fimucité, Culturamanía sólo pudo asistir a Fimucinema el jueves 23 de septiembre, de la semana comprendida entre el sábado 21 al viernes 27.
Me cuentan compañeros y expertos que el nivel ha sido alto, y toca cotejar joyas como las premiadas Lo que siento por ti, o The Bird Catcher.
Nosotros disfrutamos el jueves del documental The superpowers of the bear, entre el misticismo y la óptica científica, del día a día de unos osos y su seguimiento por parte de un equipo médico especializado. Más allá de la preservación de la especie (que también), supone un estudio, entre el ecologismo bien entendido, y la tradición legendaria de estos seres; punta de lanza del costumbrismo y diversas creencias indias sobre la superioridad cuasi-sobrenatural (de ahí el título) de dicho animal.
A las 17.00 horas tenemos maratón patrio de cortos de terror, que bien podría haber supuesto uno de aquellos filmes-compendio de episodios.
Presenta Lucas Morales, con la participación de Javier Quilis, compositor de la b.s.o de Lobisome, primer corto exhibido, que se mueve entre el cine de espías y el relato licántropo, que diríase casi un apéndice de la divertida Lobos de Arga. Humor gamberro para diez minutos fugaces, con el concurso de gente como Enrique Villen o Pablo Chiapella.
Le sigue Bicho, un cuento tan sórdido como supuestamente amable, entre la visión feliz de un Spielberg en etapa Amblim, y el trasfondo malsano de un Cronnenberg o incluso Lynch. De piscinas y criaturas que alegran familias y microcosmos residenciales enfermizos, vamos, un cóctel explosivo entre Coocon, The Blob y Cronos, por no citar más. Bien construido e interpretado, deja paso a The Dark, fábula entre tinieblas de inquilinos pasionales y tentaciones adulteras. La luz es una metáfora que, no por obvia, resulta menos contundente y castrante en su resolución.
Miedos es una parábola admirable sobre la dicotomía infancia- senectud. Realmente escalofriante, y tan bien dirigida como interpretada, no resulta por ello, menos emotiva. Este cruce entre el cine de Amenabar y Shyamalan, es una miniatura fantástica en todos los sentidos del término.
El plato fuerte y cierre del día es La Guarida. Hablamos de terror real, sin elementos fantásticos, cuya trama se desarrolla en plena transición en una noche lluviosa. Peckinpah, Hitchcock y Puerto Urraco se dan la mano, en una historia de venganza y colisiones, cuyas reminiscencias recuerdan a Perros de Paja, 2000 maniacos o Deliverance.
Me dejo llevar por el entusiasmo, pero, claramente fue el broche perfecto de una velada más sobrecogedora de lo esperado.