Este ha sido el leit motiv de la catorceava edición de Fimucité. En parte, debido a la situación actual que estamos padeciendo desde marzo, y a su condición de seguir celebrando el festival, si bien en un formato más modesto. En parte, debido a la temática principal de este año. El homenaje a la popular serie La Casa de Papel, verdadero fenómeno mediático, sobre todo, desde su difusión por Netflix. El viernes al mediodía, en la rueda de prensa, Diego Navarro ya anunció el programa de la velada, con los invitados consignados: Alex Pina, creador de la serie (y de otros hits catódicos como El Barco, Vis a Vis, Embarcados, etc..), el compositor Manuel Santiesteban, el músico Iván Martínez, el actor Pedro Alonso y la cantante Cecilia Krull. Todos, de una manera o de otra, artífices del éxito internacional del serial. Pina, premiado esa noche, ya dejaba claro la importancia de la música en sus creaciones en general (Mikel Erentxun en Los Serrano, por ejemplo) y de esta producción en particular; desde Van Morrison hasta Amaral (que cedieron su enorme Cuando sube la marea). Así pues, es comprensible hasta cierto punto, la entrega de dicho galardón, en esta anfetamínica ficción contemporánea, cuyo ritmo narrativo va paralelo a las tonadas seleccionadas y, sobre todo, a la música incidental, verdadero motor ambiental y fundamento principal del concierto de esa noche
Un servidor, ajeno al hype de la serie (reconozco que no pase de la primera temporada), admite ciertos hallazgos en la misma, desde el montaje sincopado hasta la celeridad en presentación de tramas y personajes; virtud y defecto del material audiovisual actual. Renovarse o morir, que dicen. Pero no estamos aquí para juzgar la serie, sino para calibrar su puesta en escena orquestal y su función de espectáculo musical, independientemente de sus filias o fobias al producto. En otras ediciones, caso de Drácula o Encuentros en la tercera fase, el cronista ha llorado, y se ha emocionado, con la ejecución de los diferentes scores, la profesionalidad y la magia, y la perfecta sincronía entre música e imágenes.
Aquí, el mazazo que ha supuesto esta crisis, sobre todo para la cultura, y las circunstancias que han afectado a sacar adelante esta edición, puede disculpar ciertas limitaciones, como los coros pregrabrados (excelentes en vivo el día anterior en Cinemass). Y allí estamos, libres de prejuicios, y preparados para disfrutar de cuatro movimientos, tras la concesión y presentación de Alex Pina.
Suena como intro instrumental My Life is Going On, tras escuchar a El Profesor. Se traza el plan mientras el conductor y arreglista Diego Navarro agarra la batuta. La platea está expectante, pues va a asistir a un fandom service en toda regla. En el primer movimiento ya rompen (Breakin,). Recordemos que hablamos de envoltorio sonoro y aquí la eficiencia de la orquesta es impecable. Atendemos a los diferentes movimientos con interés, pero me asaltan sensaciones encontradas. No todo está perdido (All is Lost) y en el segundo movimiento nos dejamos arrullar por la acción pura y dura, reflejada en un extracto frenético. Pinceladas de piano y arpa dan respiro. Nos metemos de lleno en el tercer bloque. El atraco como tal (The Heist) el ojo del huracán. Todo salta por los aires. Sin aliento. Y aquí si transmiten el objetivo principal de la materia prima. Dejar sin resuello. No hay descanso por motivos obvios. El viaje acaba con Resurgence. Y una pequeña sorpresa. El maestro Santiesteban se sienta al piano y junto con el actor Pedro Alonso interpretan el tema principal. Es solo un aperitivo para que la poderosa voz de Cecilia Krull proyecte su canción estrella hasta la estratosfera, espléndidamente realzada por la orquesta. Mi vida sigue, de acuerdo. Pero aquí ha habido un repunte sensorial importante. Fin de fiesta y audiencia de pie. Turno para el himno de los partisanos. Trending topics de Spotify y milennials. Pedro Alonso da pie y el clímax, no por obligado, resulta menos contundente. Los iniciados están en la gloria. Se suman Krull y Frank León y el Bella Ciao cierra el espectáculo. Disfrutable, sí. Pero algo falta. El corazón late, pero no se acelera, que es algo que si me ha pasado en todas las ediciones. La labor y representación del equipo ha sido inconmensurable. Eso es indiscutible. Sacar adelante esta edición, con la que está cayendo, ha sido titánico. Pero esta gente me ha volado la cabeza tantas veces, que algo me faltó esta vez. Por otro lado, aplaudimos la reivindicación de la ficción televisiva estatal, como llevan haciendo desde la visita de Antón García Abril (y el premio con su nombre). Que siga así. Y por soñar que no quede. Recordar a gente como Waldo de los Ríos (Curro Jiménez) y tantos grandes del ámbito catódico, por ejemplo, sería gloria bendita, con ésta pléyade maravillosa de músicos. En cualquier caso, la resistencia es una realidad, y el apoyo a la cultura una necesidad. Y ellos lo han vuelto a lograr, un año más.
(IMAGEN EN PORTADA PROPIEDAD DEL AUDITORIO DE TENERIFE)