Last Tour Liburuak, 2024
Existe un chascarrillo que se pregunta de qué hablan dos vascos tras comer, y la respuesta es de lo que van a comer después. La relación de Euskadi y la gastronomía es indudable y eso explicaría cómo un filme en donde la comida juega un papel fundamental solo podría haberse rodado en el País Vasco. Estamos hablando de El Hoyo, una película de 2019 dirigida por Galder Gaztelu-Urrutia y que sin pretenderlo se convirtió en un fenómeno a nivel mundial. Y a analizar los entresijos de este filme, sus orígenes, sus problemas, sus logros, sus protagonistas, dedica Juan Dopico este libro que, por cierto, como buen vasco, cada capítulo lo inicia con una receta vinculada a la película, la inmensa mayoría de ellas creadas por el chef bilbaíno David García Pereda (2 Estrellas Michelín). Alta cocina para narrar una película que habla de los más bajos instintos del ser humano.
Aunque el padre de la idea y guionista del filme David Desola no es euskaldún (el otro guionista, Pedro Rivero sí lo es), y que una de las productoras que participó en el proyecto tampoco lo sea, Mr. Miyagi (Barcelona), lo cierto es que esta película no podría haberse realizado en otro lugar sino en Bilbao, y esto es así por diversos motivos: el empuje personal de Carlos Juárez desde Basque Films, el entramado de sinergias que existen en esta localidad y la presencia de un director novel como es Galder que ya apuntaba formas en cortos producidos por Juárez.
Con un presupuesto que no superaba los 1.2 millones de euros, más que ajustado para un proyecto de estas características, se levantó una película que se fue gestando lentamente, permitiendo que las ideas fraguaran como el hormigón omnipresente en El Hoyo. Como si ya presagiara lo que iba a dar lugar, una ensoñación, todo comenzó en 2008 cuando David Desola se levanta de una siesta tras una opípara comida pensando en una gran mesa abarrotada de comida. Con esta idea, en 2009 escribe una obra de teatro pues él es, ante todo, dramaturgo, obra que nunca se estrenaría. En 2015 Carlos Juárez compra los derechos del texto con la idea de convertirla en una película, comenzando el trabajo de guion que concluyó en 2017. En abril de 2018, tras una exhaustiva preproducción, se comienza la grabación. La película parecía hacer suya la máxima de Carlos Juárez cuando afirmaba que no tenían dinero, pero tiempo sí. A principios de 2019, ya existía una primera versión del filme con más de 120 minutos de duración que, poco a poco se fue puliendo hasta los 89 minutos más créditos que se proyectó en su estreno en el Toronto International Film Festival en septiembre de 2019. A partir de ahí comienza la leyenda: Premio del público a la mejor película en la sección Midnight Madness en Toronto; premio a la mejor película en el Festival de Sitges (primera vez que una película española alcanzaba este premio en solitario), junto al de Mejor Director Revelación, Mejores Efectos Especiales y Premio del Público; selección con pase especial en el Fantastic Fest de Austin (Estados Unidos); Goya a los Efectos Especiales; y, finalmente, la compra de los derechos por la todopoderosa Netflix quien la estrenaría en streaming el 20 de marzo de 2020. Recordemos el contexto histórico de esa fecha: plena primera ola del COVID y todo lo que eso conllevó de restricciones de movimiento y confinamiento; la realidad y la película se conjugan perfectamente. Inmediatamente se convirtió en un fenómeno mundial, ocupando durante 13 días el puesto número 1 de visionados en la plataforma (entre el 22 de marzo al 3 de abril de 2020), entrando entre las 10 películas más vistas en la historia de Netflix, siendo la única no norteamericana (julio de 2020) o convirtiéndose en la película de lengua no inglesa más vista en Norteamérica en diciembre de 2020. Cifras apabullantes para una película española de género y con un presupuesto que no llegaba ni al 10% del dinero que se gastaría Hollywood en una producción similar.
En ese contexto de efervescencia, Juan Dopico, que trabajaba de community manager del filme, concibe la idea de escribir un libro a partir de entrevistas con todas las personas implicadas en la película, desde actores hasta técnicos, pasando por guionistas, productores o el director. De estas conversaciones surgió la narración que se refleja en el libro, recogiendo mil anécdotas y problemas que podrían haber dado al traste con el proyecto pero que se fueron solventando en cada momento, demostrando el compromiso de cada uno de los que intervenían en esta producción.
Sin querer ser exhaustivos (compren y lean el libro que está escrito de manera muy dinámica y entretenida), citaremos unas cuantas. A una semana de comenzar el rodaje, uno de los actores principales se retiró del proyecto al no verse capaz de abordar su papel siendo sustituido a toda prisa por Zorion Eguileor quien, aunque retasaba las grabaciones al no tener aprendidos sus diálogos, fue capaz de construir un personaje con tal carisma que se convirtió en una de las estrellas indiscutible de la película, con una gran trascendencia social. Y ya estamos hablando de Zorion, los dummys para alguna escena escabrosa que protagonizaba él no sirvieron pues estaban diseñados para un actor con otra complexión, lo que llevó a cambiar la planificación de esa secuencia que era clave en la película.
Iván Massagé, quien sería el actor principal con casi el 50% de los primeros planos, tuvo que realizar un trabajo actoral increíble pues antes de la película engordó hasta los 90 kg para ir perdiéndolos hasta los 78 a lo largo de las 6 semanas de grabación; obviamente, este sufrimiento se reflejó en su personaje.
El sonido en directo captaba mucho ruido exterior, sobre todo cuando fueron las fiestas patronales de Elorrieta pues se estaba grabando en una nave industrial no insonorizada; a pesar de ello, casi ni se necesitó trabajo de doblaje de diálogos en estudio, aunque, eso sí, se tuvo que crear toda la ambientación sonora en postproducción.
Los cameos del equipo son continuos en la película y así, Juan Dopico hizo de doble de “acción” de Zorion y los guionistas aparecen fugazmente desnudos dentro de una piscina hinchable, por solo citar unas de las múltiples participaciones desinteresadas.
La plataforma de la comida, tan protagonista de la película como los propios actores hasta el punto de que el proyecto original se llamaba La Plataforma y en inglés la película se titula The Platform, fue un quebradero de cabeza al utilizar una grúa de tijera pues su movimiento no era lo fluido que deseaba el director y tenía un margen de solo varios centímetros para pasar por el agujero central; en alguna ocasión se llevó por delante el set, rápidamente reparado por el equipo de atrezo y decorado.
Cuando Kana Koido vio el proyecto de la película en Cannes, compró los derechos para su distribución en Japón sin haber visto siquiera la película (solo visionó un teaser); decir que Kana Koido es la mujer de Vicenzo Natali director de uno de los referentes más claros de El Hoyo como es The Cube.
Y así, muchas otras situaciones que rodearon la película como el origen del nombre de los personajes o la razón por la cual aparece un ejemplar de El Quijote en El Hoyo.
Es muy interesante que alguien implicado en el proyecto haya decidido embarcarse en redactar un libro sobre la película sin que pasaran décadas, como suele ser habitual en este tipo de análisis. Esto ha evitado que el áurea de olvido que crea el tiempo magnifique lo sucedido y ensombrezca los hechos reales, lo que ha posibilitado contar con un libro cargado con muy buena información para cualquier cinéfilo que se interese sobre esta película. Porque hay tres tipos de personas: los que han visto la película, los que no han visto la película, y los que han leído este libro (permítaseme un guiño a una de las frases gloriosas de El Hoyo)
Por todo lo dicho, si tuviera que poner una puntuación al texto no sería otro que la de sobresaliente. No siempre son necesarios grandes artilugios para llegar al alma como lo hace El Hoyo, tanto en la película como en el texto de Juan Dopico Massobrio.