Esta semana Culturamanía y El Libro en Blanco recomendamos: «Todo en vano», de Walter Kempowski, una novela cruda y desgarradora, que con gran realismo nos traslada a los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial en Prusia Oriental.
Prusia Oriental, enero de 1945. Ha comenzado el éxodo de los alemanes que huyen hacia el oeste ante el avance del Ejército Rojo. En su camino, varios de ellos encontrarán refugio en Georgenhof, la privilegiada hacienda donde Katharina von Globig vive, en ausencia de su marido, con su hijo Peter y una tía lejana que ejerce de ama de llaves metomentodo.
Por la casa desfilarán personas de origen muy variopinto: una violinista nazi, un economista, un aristócrata báltico o incluso un prófugo judío; cada uno de los testimonios de estos visitantes revela un punto de vista distinto sobre la guerra, el nazismo, el enemigo o el porvenir. En la hacienda resuenan así las opiniones de los alemanes comunes sobre su propia historia mientras la tragedia se va cerniendo sobre la familia.
Inédito en español hasta la fecha, Walter Kempowski es uno de los grandes escritores alemanes de la segunda mitad del siglo xx. Esta ambiciosa novela, publicada en 2006, se considera un hito literario por su exploración de un periodo de la historia alemana largamente
silenciado en la literatura de este país. La rica panorámica de Kempowski retrata magistralmente, sin juicios y con rigor documental, el sufrimiento, las complicidades y las negaciones del pueblo alemán ante la caída del Tercer Reich.
Compartimos un pequeño fragmento de la novela:
La tiíta había sido alcanzada, Helene Harnisch había muerto. Nacida en 1885, muerta en enero de 1945, soltera. Dos meses antes de su sexagésimo cumpleaños. Con el pecho abierto.
Detrás del coche se formó un atasco, otros carros yacían de costado, y se oían lamentos. Finalmente acudieron unos hombres que echaron a un lado los restos de los veículos, para hacer sitio a la gran caravana, que quería pasar.
Las mujeres dejaron a los muertos en la cuneta, también a la tiíta muerta. Ahora, podían seguir en el nombre de Dios.Peter se sentó junto a la tiíta. Dos anillos de oro en la mano del brazo
arrancado. La sangre roja en la nieve. Debía rezar un padrenuestro? Las cosas no son tan sencillas…?
Los carros pasaban por delante de él, uno detrás de otro, los miraba a todos y todos lo miraban a é, el chico con el catalejo colgado del pecho y la pistola de aire comprimido en el cinturón. Estaba salpicado de detergente pulverizado.
Al cabo de un rato vino del pueblo un hombre, era el pastor, que quería llevarse a los muertos. Ayudó a Peter a enrollar a la tiíta en una manta, añadió el brazo izquierdo arrancado. Había quedado arrancado a la altura del hombro, y además se había roto.
Llevaron a la anciana a la iglesia, la tendieron en el atrio, junto al cepillo y la caja con los números del salterio. En la pared, la lápida con los nombres de los caídos en los años 1870 a 1871 y 1914 a 1918.
Había ya varios cadáveres en la iglesia -alguno aún sangraba-, ordenados por tamaños, entre ellos también niños, una chica con largas medias marrones. Una punta de la falta levantada, por encima de las medias, el liguero y un palmo de piel blanca. Gente llorando a su lado, pero no se quedaron mucho tiempo, tenían que seguir, seguir! -Cuándo venís? -preguntaban-. Tenemos que seguir.
Mientras el pastor ponía una manta sobre la tiíta, Peter entró en la fría iglesia y volvió a salir por la otra puerta, rodeó la iglesia y volvió a entrar por delante. Y luego se sentó en la primera fila, al pie del púlpito. Más tarde podría contar: Cuando la tiíta murió, me senté en
la iglesia y me quedé mucho tiempo allí.
Walter Kempowski (1929-2007) fue uno de los autores alemanes más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Tras establecerse en Hamburgo después de la guerra, en 1947, durante una visita a su madre en Rostock, su ciudad natal y en ese momento bajo control militar soviético, fue detenido por la NKVD y acusado de espionaje. Un tribunal militar soviético lo sentenció a veinticinco años de prisión, de los cuales cumplió ocho en Bautzen. Tras su liberación y ya de nuevo en el oeste, estudió Pedagogía y se convirtió en maestro de primaria. Su primer éxito como escritor fue su novela Tadellöser und Wolff, publicada en 1971. En los años ochenta comenzó a trabajar en un ambicioso proyecto, Das Echolot, en el que reunió testimonios de primera mano, diarios, cartas y memorias sobre la Segunda Guerra Mundial que organizó en diez volúmenes publicados a lo largo de veinte años. Esta monumental
obra está considerada hoy un clásico.
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