Editorial Trotta, Madrid, 2024

Dentro de su colección Biblioteca de Ciencias Bíblicas y Orientales, la Editorial Trotta ha traducido y publicado el texto de 2018 del catedrático italiano Mario Liverani, considerado uno de los especialistas fundamentales de la Historia Antigua de Oriente.

Aunque escrito en un lenguaje muy divulgativo, lo cierto es que el texto no está pensado para el público mayoritario pues no es una historia general del Próximo Oriente. El autor aborda un tema muy concreto como es la estructura de propiedad de la tierra en el mundo mesopotámico, un tema muy dejado de lado por parte de los historiadores orientalistas quienes se han centrado en el estudio de la montaña de datos aportados por los escritos en tablillas y epigrafía, que ponían el foco en el universos religioso, las dinastías reales y la administración de sus reinos, mientras que la vida cotidiana del pueblo no suele estar representada en esos textos. Y, sin embargo, es fundamental conocer cómo se distribuían los terrenos, las formas de los mismos, su productividad… en resumidas cuentas, conocer lo que la geografía moderna ha denominado como paisaje rural porque ahí vivía el grueso de la población de este territorio. Apoyándose en la arqueología (fuente fundamental es el estudio de Robert Adams de 1981 sobre la ocupación del territorio bajo el título Heartland of Cities), en los estudios paleoclimáticos así como en el análisis minucioso de los textos mesopotámicos, Mario Liverani sintetiza, en menos de doscientas páginas, todo el conocimiento que tenemos en la actualidad sobre este tema. Y este carácter de puesta al día de los conocimientos se puede apreciar en el apartado Bibliografía Complementaria en donde el autor va comentando, epígrafe por epígrafe de su libro, la bibliografía empleada, orientando a los lectores y lectoras para que profundicen en el tema analizado.

Tras la lectura del libro, algunas cosas quedan claras, como es que todavía queda por delante una gran labor de trabajo de hormigas para acumular datos y conocimientos que nos permitan atisbar con mayor seguridad cómo se organizó el mundo rural en la denominada como cuna de la civilización, cómo fue cambiando a lo largo del tiempo este espacio y la impronta dejada por crisis políticas y/o ecológicas (en muchas ocasiones, ambas van de la mano) en el paisaje agrario. No parece ayudar a alcanzar este objetivo, de ninguna de las maneras, la inestabilidad política que azota la región; tendremos que esperar a tiempos mejores para la investigación.