En las calles del antiguo Santa Cruz, donde el fervor por la celebración de la Semana Santa palpita en cada callejón, se yergue una historia singular que entrelaza lo sacro con lo político, lo popular con lo erudito. Es la crónica de la Virgen «Republicana», un título que evoca tanto curiosidad como perplejidad.
Durante los albores de la I República, un acontecimiento singular marcó el devenir de la relación entre la religión y el gobierno municipal en la capital tinerfeña. Los líderes locales se encontraron ante un dilema: ¿cómo reconciliar la devoción popular con las arcas municipales? La cuestión se volvió aún más espinosa al abordar el tema de los honorarios de la banda de música que acompañaba la procesión de la Virgen Nuestra Señora de las Angustias.
En medio de esta encrucijada, Emilio Calzadilla, Presidente Provisional de la Corporación Municipal, tomó una decisión que desafiaba las convenciones de la época: asumió personalmente los honorarios de los músicos. Este gesto generoso, más allá de sus implicaciones financieras, dejó una huella indeleble que trascendería el tiempo y las generaciones en la ciudad.
Como muestra de agradecimiento, los músicos accedieron a interpretar una pieza especial, una de las favoritas de Calzadilla: el «Adiós a la Vida» de la ópera Tosca de Giacomo Puccini. Esta melodía, cargada de emotividad y simbolismo, resonó por las calles de Santa Cruz, creando un vínculo único entre la devoción religiosa y la expresión artística.
Desde entonces, cada año, la procesión de la Virgen Nuestra Señora de las Angustias recorre la calle dedicada al Alcalde accidental del Excmo. Calzadilla. Este desfile, de carácter único, se distingue por su atmósfera peculiar: a plena luz del día, las notas de ópera acompañan el paso solemne de la imagen religiosa, brindando una experiencia sensorial inolvidable para los espectadores.
La historia de la Virgen de las Angustias está entrelazada con leyendas populares que rodean su origen. Aunque se ha especulado sobre la inspiración del escultor Miguel Arroyo en su hija Angustias para tallar la imagen, los investigadores desestiman esta idea debido a la cronología de los acontecimientos. Sin embargo, la devoción hacia esta figura ha perdurado a lo largo de los años, convirtiéndola en una de las más veneradas de la ciudad y una obra destacada del arte religioso en Santa Cruz de Tenerife.
A pesar de su veneración, la Virgen de las Angustias nunca ha sido coronada canónicamente, ya que una corona imperial sería discordante con su iconografía sobria y sencilla. Su característica vestimenta de luto riguroso, sin adornos ni bordados, la ha convertido en un ícono de la Semana Santa en la ciudad, configurando su identidad de manera inmutable a lo largo del tiempo.
Texto de Carlos Jesús Pérez Simancas
Fotografías de Jesús Hernández