sábado, diciembre 21, 2024

Irina Hirondelle, ilustradora: “Dibujo santos desde el respeto, incluso desde la admiración”. Por Noé Ramón

Dentro de la nueva hornada de dibujantes que van surgiendo está Irina Hirondelle con un estilo muy particular que se ha centrado en dibujar escenas costumbristas, plantas y curiosamente se ha saltado los actuales prejuicios religiosos y elaborado su propia visión del santoral católico. Al igual que la práctica totalidad de sus compañeros toda su vida ha sido una entusiasta del cómic: “La pregunta no es desde cuándo dibujo, sino cuándo no lo he hecho. Todos los niños dibujan pero algunos seguimos y otros no”. Nació en Madrid, en la actualidad tiene 34 años, estudió Artes en el Bachillerato y entró en la Escuela de Diseño e ilustración donde se formó en cómics y también en publicidad durante tres años. A través de las redes ha conseguido dar a conocer su trabajo que ha plasmado en dos curiosas obras como son la dedicada a santos Flos Sanctorum  (2023) y a plantas, Herbarium (2022). 

         -¿Has tenido que compaginar este trabajo con otros o puedes vivir sólo del dibujo?

       -Cuando acabé de estudiar salí al mundo a pelearme y a buscarme las habichuelas. La verdad es que ha sido mucho tiempo de pico y pala. Muy a menudo he tenido que alternar el dibujo con otros trabajos de persona normal, como los llamo yo, como la hostelería. Sobre todo al principio. Y cuesta compaginar ambos mundos porque tienes que estar en las redes muy pendiente y muy activa veinticuatro horas los siete días de la semana. Además, mis ilustraciones llevan un trabajo extra detrás. Suelen ir acompañadas con textos de mi creación, más poéticos o crípticos o con temas divulgativos sobre folklore, historia, curiosidades, cultura… Todo eso lo adapto de alguna forma  a mis obras para que tengan un trasfondo o contenido y no sea solo ilustración, sino que pueda enseñar cosas a la gente a través de proyectos y pasiones.

     .-Tu estilo es bastante personal. ¿Cuáles son tus principales influencias?

     -Cuando me preguntan qué artistas me han influenciado, me quedo un poco en blanco porque no creo que tenga influencias muy fuertes o muy marcadas. El primero que se me viene a la cabeza suele ser el pintor simbolista francés Gustave Moreau que siempre me ha gustado mucho. Y está clara la influencia de la animación japonesa en mi infancia y adolescencia. De ahí, por ejemplo, que haga los ojos grandes. Pero el estilo ha surgido a base de trabajo. Cuando comencé en la ilustración lo que precisamente me martirizaba era buscar un estilo propio, definido y característico. Que la gente cuando viera mis dibujos supiera que eran míos, que llevasen seña propia. Al principio no sabía por dónde tirar, si más infantil, más digital …

       -Pero al final lo has conseguido.

       -Han sido muchos años perfilándolo a base de obsesiones, experiencia y práctica. Pero sí. Además un estilo propio e inimitable es algo que cada vez, creo, se va a valorar más, sobre todo con la aparición de la Inteligencia Artificial (IA).

       -Llama la atención que hayas dedicado todo un libro llamado Flos Sanctorum a dibujar santos.

       -El cristianismo me causaba indiferencia y hasta rechazo por ciertas connotaciones, como supongo que le ocurre a muchos jóvenes, hasta que descubrí toda esa iconografía que tiene detrás, que es muy visual. Esas historias, mitos, leyendas y personajes que al final no se diferencian mucho de otros cuentos propios de nuestra cultura y folclore. 

       -¿Cuándo se te ocurrió dedicarte de pleno a pintar vidas de santos?

       -A través de un reto en redes que consistía en realizar y publicar un dibujo al día durante un mes. Varios años me lo planteé como algo temático. Primero ilustrando leyendas y personajes históricos de la península en Efemérides ilustradas de España; otro de plantas que acabó con la creación de Herbarium y el de santos, con el proyecto Flos Sanctorum. Quería compartir ese interés propio por los santos, sus símbolos, historias y nexos culturales a través de las ilustraciones y textos para cada uno de ellos, pero de forma adaptada a todo tipo de público.

       -¿Algún religioso te ha criticado por considerarlo una falta de respeto?

       -No, pero era algo que me daba mucho miedo porque lo hice no sólo desde el respeto, sino incluso desde la admiración. Siempre me dio un poco de cosa que alguien se pudiera sentir ofendido por no haberlo enfocado desde una perspectiva más solemne y rígida y es que en ese estilo ya hay miles de santorales creados. Pero hasta ahora no he recibido ninguna mala crítica, la verdad. Incluso en presentaciones del libro se me ha acercado gente relacionada con el cristianismo, como es el caso de un cura que me dijo que le encantó mi santoral. Sólo una vez una señora en redes comentó que no le parecía bien el aspecto tan “pagano” que daba a los santos. Pero es imposible contentar a todo el mundo. La idea era más que nada llegar a la gente joven y a quienes no están muy familiarizados con ellos, y presentarlos de la forma atractiva que realmente tienen.

       -¿Eres religiosa?

       -No, como digo tengo mucho respeto y hasta envidia por quiénes sí lo son. Hay cierta devoción, eso sí, por los personajes y lo que representan. Que en muchos casos fueron históricos y hay constancia de su existencia, como ocurre con el propio Jesús. 

       –¿De dónde sacas las ideas?

       -Para los santos, por ejemplo, de libros, representaciones ya creadas en iglesias, pinturas, frescos… elijo un santo y miro todo lo que se ha hecho previamente para evitar caer en lo típico, en repetirlo. Y luego me gusta llenarlos de pequeños detalles y símbolos escondidos en las ilustraciones sacados de sus propias historias. Por ejemplo, la ilustración de san Cristóbal lleva ocultas cosas como letras del alfabeto caldeo en forma de tatuajes, porque era de esa cultura. Me parece divertido como artista y de cara al espectador también, poder ir desmigando y leyendo toda esa información escondida en el dibujo.

       -¿Cómo crees que va a evolucionar un estilo tan particular como el tuyo en los próximos veinte años?

       -Imposible saber qué ocurrirá dentro de veinte años o qué es lo que me obsesionará entonces o de qué fuentes habré bebido que me hayan dejado inspiración. Pero siempre hay una evolución y ningún estilo es estático. Un cambio desde mis inicios es que mis ilustraciones van siendo más recargadas en detalles y capas de colores. Solo cabe esperar que vaya a mejor y se vaya perfeccionando, que es el curso curso natural de la mayoría artistas.

       -Llama la atención la forma en la que pintas las narices, largas y torcidas.

       -Sí. Creo que fue precisamente intentado huir del estilo manga en el que estaba encasillada en mi adolescencia, donde las narices son muy chiquitas, entonces fue como: vamos a intentar llevarlas al otro extremo. Me hace mucha gracia cuando algunas personas me dicen que las hago así porque de perfil me parezco a mis personajes. Las orejas también las suelo dibujar muy grandes.

       -¿Te gustaría hacer alguna película de animación?

       -Sí, me gustaría. En la escuela en la que estuve, Esdip, tuve un primer contacto con la animación y me pareció súper difícil a nivel imaginativo lo de recrear cada pequeño movimiento y su naturalidad. Para una animación de apenas unos segundos estuve casi un mes. Es algo que me gustaría retomar y hacer pero para eso tendría que ponerme a investigar sobre programas y demás y la verdad es que siempre me cuesta sacar tiempo para otras cosas más allá de los encargos, que al final es lo que me da de comer.

-A parte del tiempo, ¿cuál crees que sería la mayor dificultad?

   -Me da la impresión de que se debe tener la mente muy preparada para imaginarte los movimientos de los personajes y demás. Pero me encantaría experimentar con la creación de ilustraciones animadas.

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