martes, diciembre 3, 2024

Jorge García: “Nos hemos movido muy bien en el filo de la navaja y cualquiera con dos dedos de frente sabe de qué lado estamos”. Por Noé Ramón

Jorge García (Salamanca, 1975) estudió Historia en la Universidad de Salamanca y desde entonces ha realizado multitud de trabajos tan variopintos como dar clases de español a extranjeros, corrector, escritor de lo que denomina textos propagandísticos y ahora está de actualidad por otra de sus facetas, la de guionista de cómics. Ha elaborado ocho álbumes propios, y ha participado en otros tantos colectivos, que le han permitido desarrollar lo que define como “una modesta carrera”. Por giros del destino desde hace casi 20 años que reside en La Orotava y ahora está de actualidad porque es autor junto con el dibujante Gustavo Rico de un cómic sobre la vida de Millán Astray, militar que jugó un papel determinante en la guerra civil española y en los años siguientes del franquismo.

-Después de hacer esta obra y de indagar sobre la figura de Millán Astray a qué conclusión ha llegado?

-Nos resultaba muy interesante gráficamente por lo del parche en el ojo y la mutilación del brazo izquierdo. Era una figura de apariencia siniestra y nos gustaba también su biografía. Al principio, Gustavo me preguntó si podíamos incluirlo en una historia fantástica, con vampiros y cosas así. Pero desechamos la idea y preferimos trabajar en una obra de corte más histórico, coger el bisturí y analizar la vida de un militar nacido en 1879, que murió en 1954 y que por lo tanto abarca 75 años cruciales de la historia de España. 

-¿Siente usted admiración por este militar? O, de lo contrario, ¿cómo pudo mantenerse al margen y no dejar entrever sus ideas?

-Hay dos tipos de biografías. En unas simpatizas con el personaje, en otras no, como es este caso, ni en cuanto a su trayectoria ni en sus ideas, pero intenté tratarlo con justicia y ecuanimidad.

-¿Entonces qué impresión sacó al final?, insisto.

-Mi impresión es que era un individuo aquejado de los males de los militares de su época, personajes muy vanidosos que podían arrastrar multitudes a guerras sin sentido. Él influyó en la mentalidad de los militares golpistas que dio lugar a la guerra civil, aunque tuvo un papel menor en la guerra porque por entonces ya estaba retirado. 

-Supongo que habrá realizado un importante trabajo de documentación como historiador.

-Una vez que empiezas con esa labor no paras de encontrar cosas curiosas. Por ejemplo, su padre fue un funcionario de prisiones y por ello pasó sus primeros años viviendo en contacto con presos, en locales destinados a los funcionarios, a veces dentro de la misma cárcel. Su padre se vio involucrado en el famoso crimen de la calle Fuencarral, un caso muy célebre que enfangó bastante a la familia que tardó bastante en rehabilitar su nombre. Por su parte, Millán Astray estuvo en la guerra de Filipinas, en las campañas de Marruecos, en la Guerra Civil. Recopilamos fotos, libros de historia, recreaciones documentales, reconstrucciones literarias, y al final nos encontramos con datos llamativos. Lo triste es que no hallamos ningún registro de su voz, aunque parece que podría haber alguna grabación en los archivos de la Legión. 

-Creo que su matrimonio fue especialmente curioso.

-Se casó con la hija de un militar que, la misma noche de bodas, le confesó que había hecho voto de castidad, por lo cual el matrimonio nunca se llega a consumar, aunque tampoco se separaron. Vivieron como hermanos y supongo que este señor se desfogaría por otro lado. De hecho hay una amante, Pilar Gasset, con la que tuvo una hija en el último tramo de vida. Consultó con Franco si podía anular el matrimonio, ya que desde el punto de vista de la Iglesia, no se había consumado, pero la respuesta fue negativa ya que Franco creía que la noticia sería un escándalo. Así que Millán Astray se tuvo que ir a Portugal para poder ponerle sus apellidos a su hija.

-¿Desde el punto de vista intelectual cómo era?

-No era un intelectual pero sí que asistía a tertulias (como la de El Gato Negro, en Madrid). Disfrutaba con la literatura del Siglo de Oro y con la literatura popular de los años 20 y 30, de aquella promoción de escritores hoy olvidados que publicaban semanalmente en colecciones como La Novela Popular y cosas así. Su propia hermana, Pilar Millán Astray, tuvo una exitosa carrera como comediógrafa, con títulos tan destacados como La tonta del bote.

-Pero Millán Astray pasará a la historia por la famosa frase “Muera la inteligencia” que de hecho es el título de su álbum.

-Sí, ese fue un incidente que tuvo con Unamuno en el paraninfo de la Universidad de Salamanca del que hay muchas versiones. No está del todo claro qué se dijeron entre ellos, aunque años después Astray admitió haber dicho algo parecido: «si esto es inteligencia, ¡muera la inteligencia!». Lo cierto es que Unamuno demostró mucho valor al enfrentarse con aquel claustro y decir lo que fuera que provocó la indignación de Millán Astray. Este episodio ocupa dos páginas del cómic y la basamos en la versión que consideramos más cierta que es la de un testigo presencial, el profesor Ignacio Serrano, que tomó notas y ese mismo día las transcribió en su diario, así que nos pareció la más creíble.

-¿Habrá visto la película de Amenábar sobre este episodio y en el que Millán Astray no sale muy bien parado?

-Claro. Lo cierto es que el episodio no se reflejó en la prensa salmantina ni en la de ninguna otra parte dentro del bando golpista. Pero años después, en 1941, empezó a circular una versión un poco idealizada entre los exiliados republicanos. Esa es la que recoge Amenábar. Pero las cosas no sucedieron exactamente así, incluso hay algunos elementos, como la mención al intelectual filipino José Rizal, que no se han reflejado en la película, que, más allá de estos detalles, es una cinta admirable. 

-¿Visualmente cómo abordaron el cómic?

-Quisimos que diera la impresión de que estás viendo un documental de cine, con imágenes frías, en blanco y negro y textos escuetos, para buscar la tensión en algunas escenas.

-Creo que el álbum introduce elementos de gore, lo que resulta bastante sorpresivo.

-Es gore por todo lo que ocurre durante la guerra de África, que fue una sucesión de pequeñas campañas bélicas con episodios de auténtica carnicería. En una secuencia del cómic, a un muerto le cortan los testículos con un cuchillo y se los ponen en la boca. Pero en general el cómic es muy frío y mi idea siempre fue que quien lo leyera tuviera la impresión de estar frente a una mesa de disección analizando un cadáver abierto en canal. Quisimos hacer una especie de informe médico y creo que lo logramos. 

-¿A qué atribuye que de nuevo todo lo relacionado con el franquismo y con aquellos años que transcurrieron hace ya un siglo estén de nuevo de actualidad?

-En nuestro caso la idea era analizar a Millán Astray con cierta distancia, como si fuera Felipe II, un monarca muerto hace muchos siglos. Pero lo cierto es que se está produciendo una fuerte polarización del espectro político y una de sus armas es el pasado. Tras la Guerra Civil la historia oficial fue la que contaron los vencedores y hasta prácticamente el final del franquismo no hubo una visión crítica de lo ocurrido. Por ejemplo, en 1956 se escribe la primera biografía de Millán Astray, que lo retrataba como una especie de santo, dando una imagen que no cuadraba con la realidad. Ahora, cuando todavía en nuestros días hay cadáveres sin identificar tirados en fosas comunes y la ultraderecha reivindica determinados aspectos de la dictadura, Gustavo y yo hemos intentado desmontar ese discurso, pero no desde la pasión sino desde la razón. Es cierto que tenemos problemas en la actualidad, pero me parece una aberración ver a niños reivindicando la ideología de la Falange, por ejemplo. Y, para mí, la mejor manera de desmontar ese discurso es analizar lo ocurrido, porque de lo contrario se malinterpreta fácilmente.

-¿Qué le parece que en estos días el Gobierno canario a petición de Santa Cruz haya anulado el catálogo de monumentos relacionados con el franquismo?

-Como licenciado en Historia, con la ley de memoria histórica mis ideas son ambivalentes. No estoy muy de acuerdo con cambiar el nombre de las calles porque me resulta interesante que, como parte de la historia, se mantengan para que la gente sepa por qué están ahí y la razón por la que unos ganaron y otros perdieron. 

-Los detractores dicen que se quiere borrar del todo a una parte de la historia. 

-Entiendo las razones que esgrimen los partidarios de la Ley de Memoria Histórica. Por hacer una analogía fácil, en Alemania no hay calles dedicadas a Hitler. Pero habría que ver caso por caso. La administración podría levantar memoriales para mantener el recuerdo de las víctimas. Estaría bien, por ejemplo, que se hiciera algo con el campo de prisioneros de Fyffes.

En cuanto a Millán Astray, ¿su figura se ha visto envuelta en estas polémicas?

-Sí. Cuando Manuel Carmena era alcaldesa de Madrid se retiró su nombre de una calle, pero una asociación de exlegionarios apeló a los tribunales, que le dieron la razón, ya que se lo habían puesto unos quince años antes de la Guerra Civil como homenaje por haber fundado la legión y por su participación en la guerra de Marruecos. Hay alguna estatua, aunque a él no le gustaban porque, decía, solo servían para que las cagasen las palomas. Pero lo cierto es que era muy vanidoso y le encantaba hacerse fotos.

-¿Es cierto que han recibido advertencias por parte de exlegionarios cuando dijeron que iban a hacer este álbum?

-Sí, claro. Antes de empezar con este proyecto, en 2017, me entrevistaron con motivo de otro cómic, y allí anuncié que íbamos a hacer ¡Muera la inteligencia!. Entonces recibí varios calificativos en las redes sociales. Entre ellos el de un cabecilla de una asociación que defiende a Millán Astray, y que me advertía de que tuviera cuidado porque podríamos acabar en los tribunales en aplicación del respeto a la memoria de los difuntos que recoge el Código Penal. A ver, ed cierto que la ley protege la memoria de los muertos, sí, pero se refiere más a la profanación de tumbas y actos de vandalismo por el estilo, no a mi caso. Eso sí, a este comentario le siguieron otros más fuertecillos, incluso insinuándome que si me encontraban íbamos a tener algún problemita. Por eso el prólogo que escribí tuvo que pasar el cedazo de dos abogados y la conclusión es que la obra es irreprochable históricamente y cada afirmación está contrastada.

-¿Cómo ha sido la recepción del álbum que acaba de salir hace apenas dos semanas?

-Por ahora muy positivas. Nos hemos movido en el filo de la navaja del relato frío, analítico, pero cualquiera con dos dedos de frente sabe de qué lado estamos. También contamos con mucha documentación y tuvimos mucho cuidado a la hora de dibujar el marco histórico porque, en realidad, la idea era usar al personaje para relatar lo ocurrido durante sus 74 años de vida en la historia de España. Las reacciones han sido bastante buenas, pero hasta que pase más tiempo y el polvo se vaya asentando no sabremos si las primeras opiniones son positivas por proceder de amigos o si realmente le está gustando a la gente. En mi opinión, ¡Muera la inteligencia! no está solo dirigido al consumidor habitual de cómic, sino que se abre a cualquiera que le interese la historia. 

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