lunes, septiembre 16, 2024

José Miguel González Marcén, Onliyú, guionista: “En ‘El Víbora’ la censura nos la pasábamos por el arco del triunfo”. Por Noé Ramón

Una de las tradiciones del mundo del cómic para la que cada uno tiene una explicación diferente es la tendencia a usar seudónimos. José Miguel González Marcén eligió Onliyú, tal vez por ser fan de The Platters o por cualquier otra razón que seguramente esconde algo de ironía como casi todos los trabajos que firma quien fue durante años el guionista de cabecera de la revista El Víbora. Por ejemplo, cuando le advierto que no soy ningún experto en cómics me responde: “Yo tampoco”.

A este mundo llegó porque como suele ocurrir al salir de la Universidad no tenía muy claro a qué dedicarse pero se encontró con distintos autores con los que inmediatamente congenió. Eran las personas correctas en el momento exacto; el final del franquismo cuando los tambores de cambio eran más que evidentes y surgieron creadores llenos de ingenio que tenían mucho que decir. En El Víbora trabajó durante diez años en una revista que abordó cuestiones políticas y sociales de una forma que hasta entonces era impensable. Él mismo lo explica:

-Entre que éramos bastante buenos de verdad haciendo lo que hacíamos, la gente tenía muchas ganas de saber lo que ocurría y los aires de libertad que se estaban respirando, acabamos teniendo éxito y funcionó. El boom duró como hasta la primera mitad de los ochenta y luego se normalizó todo, la provocación no tenía mucho sentido, hubo cuestiones externas, nos hicimos un poco mayores y buscamos otros caminos. Pero los primeros años fueron los más significativos. 

-¿Con qué dibujantes e historias colaboró como guionista y cómo explicaría esta colaboración?

-Pues era algo así como el guionista de cabecera, había dibujantes que se hacían sus historias como Mariscal y otros que preferían trabajar en tándem. Con algunos lógicamente te entiendes mejor y con otros menos. Por ejemplo, con Laura Pérez Vernetti trabajamos muy bien, era una chica que llegó un día por allí un poco insegura y con la que colaboré en unas cuantas historias y luego también con Martí. Era gente con la que te lo pasabas muy bien haciendo historias llamadas contemporáneas. A mi me gustaba mucho lo que hacía porque te tenías que adaptar al tipo de dibujo o historia que le pudiera interesar a un dibujante, a algunos les gustaban más dramáticas, a otros más terribles…

-Supongo que con algunos autores tendría más química que con otros.

-Sí pero no voy a dar nombres. La relación llega a ser bastante intensa como pasa en todas las parejas y matrimonios, hay veces que no funciona pero eso no es culpa de nadie. 

-¿Nunca tuvieron miedo por la censura que todavía coleaba en aquellos años o cualquier tipo de represalias?

-La censura nos la pasábamos por el arco del triunfo. Jamás se censuró nada en El Víbora. Era muy curioso porque veníamos un poco de los cómics de sexo, drogas y rock and roll pero cuando fue el intento de golpe de Estado de Tejero, decidimos sobre la marcha hacer un extra salvaje. Empezamos a pedir páginas a todo el mundo desde Estados Unidos, Holanda, Rusia, Australia… y a  los quince días salió a la calle mientras todos teníamos el carnet en la boca porque no sabíamos lo que podía pasar. Pero aquello curiosamente nos vino muy bien porque la gente, los intelectuales y compañía pensaron: “Pues mira, los chalaos estos van y piensan”. Todo eso hizo que El Víbora se convirtiera en una especie de portavoz de las libertades, sin nosotros comerlo ni beberlo, simplemente nos daba rabia lo que estaba pasando y tuvimos un poco de cojones para contarlo. Porque la verdad es que podría haber ocurrido cualquier tipo de problema pero no pasó nada y ya está. Ese fue el único miedo que tuvimos, pero ni antes ni después hubo ningún tipo de censura o represalia.

-Hace años escribió un libro sobre aquellos tiempos del underground barcelonés. 

-Sí, hace como diez años o así. Me encontré con un editor una mañana, tomamos una cerveza y me dijo que iban a sacar unas memorias y si me apetecía escribir sobre el underground. Y le dije que no porque estaba en otra cosa, de la que ya no me acuerdo. Entonces me contó que se la iba a encargar a otra persona y pensé que mejor lo hacía yo porque prefiero dar mi versión. Fue un encargo pero me lo pasé bien. 

-Percibe que actualmente existe interés por lo que pasó en aquellos años.

-Hasta hace diez o quince años aquella época se había olvidado y la gente pasó página con buen criterio pero ahora hay un repunte sobre lo que ocurrió en aquella Barcelona y en aquellos tiempos y a nosotros nos viene muy bien. En realidad creo que hay curiosidad por el período entre el 75 y el 85 en el que hubo una explosión de creatividad y libertad… nadie sabía muy bien lo que iba a pasar. Un día salían los gays a la calle, otro día las feministas… era todo muy rápido y muy divertido y además nos pilló muy jovencitos.

-¿Piensa escribir algún libro más sobre aquella época?

-No, rotundamente no pero tampoco me importa hablar de aquella época si me lo piden y puedo colaborar en lo posible pero por iniciativa propia, no. Ya está bien de cuentos del abuelo cebolleta. Ahora son los jóvenes los que deben hacer algo como lo que hicimos en aquellos tiempos.

-¿Usted ve posible que en esta época ocurra algo ligeramente parecido a aquel movimiento?

-Bueno, sería en otro soporte por el cambio digital. ¿De todas formas sabes porqué se llama underground? En realidad viene de una red subterránea que había antes de la guerra de Secesión americana por la que iba un tren que sacaba a los esclavos del sur. Por eso cuando en el siglo pasado los americanos quisieron hacer algo fuera de los circuitos utilizaron este término como herederos de todo aquello, de luchar por la libertad de una forma alternativa a los canales establecidos. Eso siempre ha existido y seguirá existiendo. Con nombre o sin nombre ya se encontrará la forma de hacerlo aunque depende de las condiciones porque si hay una situación de opresión acaba saliendo.

-¿Siente nostalgia por aquellos años?

-Siento nostalgia de cuando ligaba. ¡Imagínate todo este follón nos cogió a nosotros jovencitos en sazón y te lo pasas pipa! Claro que tengo nostalgia pero la lógica de la juventud y de lo bien que nos lo pasábamos pero no mucho más que eso. 

-La Barcelona de ahora es más civilizada que la de entonces. 

-La Barcelona que conocí hace cincuenta años ya ha desaparecido. Hace poco una amiga de Asturias me pidió que la llevara a los sitios a los que solíamos ir de jóvenes, pero no queda ninguno, tal vez alguno pero lleno de ancianitos. Ahora hay otros sitios y formas de divertirse y cuando salgo es para tomar una copita con los amigos de siempre.

-Nazario ha sido muy crítico con el turismo. Dice que es lo único que no le gusta ya de Barcelona. 

-Es que Nazario vive en la plaza Real y lo sufre porque allí siempre hay jaleo y además Nazario es muy cascarrabias. Desde que vivo aquí siempre he oído decir que las ramblas de antes sí que eran maravillosas y ahora lo siguen diciendo. Hubo una época en la que se vendía heroína, había manifestaciones todos los días, ahora son los .turistas… Aquí también ha irrumpido el turismo como en Canarias. Ha sido como la gallina de los huevos de oro, se descubrió tanto que ahora ya molestan y no sé, no tengo un criterio muy elaborado sobre esta cuestión. 

-En su momento existió un paralelismo en el tiempo entre el underground barcelonés y la movida madrileña ¿Pero hubo realmente una conexión? ¿En qué se diferenciaban?

-El underground es un poco anterior. Tuvimos bastante conexión a través de Ceesepe que era nuestro hombre en Madrid, con Paloma Chamorro, Max… Lo que pasa es que la movida era un movimiento más bien patrocinado por los socialistas de aquel entonces. Aquí fue más politizado y más salvaje pero es cuestión de matices y colaboramos porque había muchos puntos de encuentro. Ahora la gente de Madrid ya tiene bastante con lo que han aguantado de políticos como la mujer de Aznar, Almeida, la Ayuso… Ya deben haber sufrido bastante los pobres.

-Decía Antonio Banderas que Franco está más vivo ahora que en aquellos tiempos. 

-Cada uno dice su boutade. Quizás se refiere al repunte de la extrema derecha que no ocurre sólo aquí. Hay un paquete de libertades, derechos y costumbres que ya no hay quien nos lo quite, por ejemplo, la condición de las mujeres que no tiene nada que ver con la de hace treinta años. 

-Bueno eso es relativo. Mire lo que ocurrió tras la República cuando llegó el franquismo.

-Creo que no habrá retroceso pero si ocurre que nos quiten lo bailado. Me acuerdo que en una ocasión una amiga llegó de los sanfermines y nos contó que la habían violado. Lo curioso, visto desde ahora, es que por muy modernos que fuéramos no se nos pasó por la cabeza la posibilidad de ir a una comisaría porque pensábamos que la denuncia no habría llegado a ningún lado. En la actualidad esto no es así. Puede haber una salvajada o un golpe de Estado pero en general las libertades adquiridas han sido importantes. El otro día leía que España es de los países con mayor protección al colectivo LGTBY y a las mujeres.

-Pero contradictoriamente también resulta que ahora es cuando más agresiones sufren.

-Pues nada, habrá que seguir dando la lata.

-¿Y qué diferencia ve en cuanto a la evolución del mundo del cómic?

-La industria del cómic ha cambiado radicalmente. Ahora no hay tebeos como los que se vendían en kioscos, ya no hay nada en papel, la digitalización ha hecho que los cómics se planteen de una manera diferente. La gente de mi generación y anteriores comprábamos El Pulgarcito, El Tío Vivo, el TDT, El Capitán Trueno… era una forma de cultura barata y accesible para los niños que ahora no existe. La situación de los dibujantes como Ibáñez o Vázquez era prácticamente de esclavos, hacían sus paginitas y ni se hablaba de derechos de autor.

-¿Conoce el Libro Blanco del Cómic? Se lo suelo preguntar a todos los entrevistados. 

-No, sé de lo que va y tendría que leerlo. Lo conozco por referencias pero sí me interesa y supongo que estaré de acuerdo con lo que dice porque entre quienes lo han hecho hay gente que conozco y sé que tienen buen criterio. 

-Creo que está involucrado en otra próxima obra.

-Sí saldrá en la próxima primavera. Son cinco o seis historias, de Martí que pensábamos sacar hace años pero cuando él ya estaba muy malito creímos que lo mejor era que lo acabara un dibujante más joven. La premisa es como si le dieras la vuelta a la historia entonces, hablamos de dadaístas, Darwin, la guerra civil española y yo hice un relato muy largo sobre Hollywood en los tiempos del cine mundo. Pero no son historias en el sentido estricto sino variaciones.

-¿Y sobre la irrupción de las Inteligencias Artificiales (IA) qué piensa? Supongo que como guionista no le preocupa tanto como a los dibujantes. 

-Me interesa como a todo el mundo. A mi todo lo que se invente me parece bien más allá de su utilización. Estoy muy a favor. 

-¿No comparte la preocupación de los dibujantes por perder los derechos de autor?

-Es que ese es un concepto muy reciente. A un constructor de una catedral jamás se le ocurriría haber pedido derechos de autor. Al creador como persona física no se le ha dado importancia hasta la revolución burguesa hace doscientos años. Yo uso mucho las redes sociales y soy consciente de que en cuanto pongo algo allí ya deja de ser mío, no puedo reivindicar nada, lo pongo porque quiero. Claro que se replanteará estas cuestiones de derechos de autores. Ahora tengo que llamar a un editor porque quiero utilizar la imagen de Spiderman para un trabajo que estoy haciendo y la duda es de si tengo que pedir permiso y además  ¿cómo lo hago? ¿A quién se lo pido?

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