sábado, diciembre 21, 2024

Man and Witch: The Dance of a Thousand Steps en el Festival «Isla Calavera». Por Norberto Trujillo

El regreso de Tami Stronach al cine ha sido algo ansiado por generaciones de fans que la descubrieron en La historia interminable, dirigida por Wolfgang Petersen. Y aunque ciertamente en los últimos años ha tenido varios acercamientos, por un lado con un pequeño papel en Last Children of Aporver (también de género fantástico) y por otro en el (muy recomendable) falso documental Ultra Low, podríamos decir que la actriz que dio vida a la Emperatriz Infantil no había vuelto de verdad al cine en un papel relevante y con intenciones de seguir siendo actriz. La espera, por fortuna, ha terminado.

Esta vez ha recurrido a aquello de «si quieres que algo salga bien, hazlo tú mismo», porque la propia Stronach ha producido esta película que, por otro lado, escribe y coprotagoniza su marido, Greg Steinbruner. Rodeándose, además, gracias a una serie de buenas coincidencias (como ella misma nos contaba en una charla en el marco del Festival Isla Calavera), de actores como Sean Astin, Shohreh Aghdashloo o Christopher Lloyd. Todo ello bajo la dirección de Michael Hines, que se estrena en el largometraje comercial.

Goatherd (Steinbruner) es un cabrero (valga la redundancia) que quiere casarse y solo una bruja (Stronach) puede ayudarlo a conseguirlo. Pero para que ella haga su parte, él deberá completar una serie de tareas imposibles, culminando en la que da título a la película. Todo ello se adereza con dos familias algo extravagantes, maldiciones de brujos, una plaga de ogros que quieren acabar con la paz del reino y una princesa que no puede casarse hasta que esa plaga termine.

El resultado es una cinta de corte fantástico y familiar que, aunque trabaja desde un tono muy tontorrón y desenfadado, consigue causar simpatía y diversión. Para ver esta película, no vale visionarla con una mirada completamente adulta, porque entonces muchas de sus decisiones no funcionan. Pero si consigues recuperar algo del niño que vio la primera incursión en el cine por parte de Stronach, entonces puedes disfrutar de una buena película. Una de esas que (sin exagerar) podría marcar una generación. Esto último es algo arduo y complicado de conseguir, porque, a falta de recursos monetarios para hacer que llegue al gran público, haría falta un boca a boca de esos que ocurren una vez al año como mucho.

Por supuesto, la película no ofrece nada que no hayamos visto antes, e incluso tampoco mejora lo ya visto. Pero tampoco lo pretende; solo quiere dar un poco de alegría en el cine de fantasía y volver a ese cine ochentero más bondadoso con el género, homenajeando muchas de esas cintas que nunca podías encontrar en el videoclub porque alguien la había alquilado antes que tú. La utilización de efectos prácticos, de marionetas e incluso de algún disfraz cutre como el que usan los ogros, hace que, evidentemente, tengas que amarla u odiarla, sin medias tintas. Admito que a mí me gusta lo cutre, pero no por ello una producción me parece buena aunque la adore. En esta ocasión es una cinta con un halo cutre que la convierte en encantadora y, sin duda alguna, en una buena película. Es cursi, es emotiva, es fascinante cada vez que Stronach aparece en pantalla y es fundamentalmente entretenida.

Esta Man and Witch se suma a algunas de las geniales películas de fantasía de los últimos años que, sin duda, encontrarán su hueco tarde o temprano, como Jim Botón y Lucas el maquinista y su secuela, o La leyenda del gigante de la montaña. Ahora solo queda esperar qué nos depara la más que posible secuela del film de Hines y desear que Stronach no tarde tanto en volver a Fantasía.

Tami Stronach junto a Manuel Díaz Noda en el Festival Isla Calavera 2024

Fotografías de Álex Ro – Festival Isla Calavera 2024

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