viernes, septiembre 13, 2024

Manel Cráneo, historietista: “Tener un estilo es algo que viene más marcado por las limitaciones que por las virtudes”. Por Noé Ramón

El autor gallego lleva 30 años en defensa del sector y abarcando diferentes propuestas pese a lo cual ha conseguido que su trabajo sea reconocible

En cada uno de los múltiples rincones del cómic y la ilustración el dibujante gallego, Manel Cráneo se ha paseado y dejado su huella en alguna ocasión a lo largo de sus 30 años de carrera en los que tentó casi todas las facetas,  como dibujante o desde puestos más o menos oficiales en los que defender el sector. Pese a su veteranía el primer libro en español no lo publicó hasta 2005 y se tituló Damsmitt (Dibbuks) con guión de Kike Benlloch para a continuación situar el epicentro de su trabajo en Galicia y exclusivamente en el uso del gallego. Esta misma variedad se da en cuanto a temáticas que van de la fascinación por la memoria histórica, ciencia ficción y todos los géneros o para crear una editorial. En resumen, Manel Cráneo, cuyo nombre real es Manuel Pena Villar, en tres décadas, ha tocado todos los palos que abarcan desde los fanzines hasta las novelas gráficas o el activismo sectorial. 

-¿Cuál dirías que es tu estilo? ¿Existe la misma variación que en cuanto a temáticas o manera de plasmar tu trabajo?

-Pues la verdad es que sí. Siempre he variado bastante aunque todo el mundo dice que me reconoce a pesar de que los trabajos sean diferentes. A veces soy más realista, en otras más humorístico, en ocasiones soy más dramático y en otras más vivo y alegre. Depende de la historia. Nunca me he encasillado. 

-¿Por qué esa búsqueda constante de algo nuevo? Otros autores prefieren tener una misma temática y estilo que los haga reconocibles. 

-Me gusta mucho investigar, especialmente con los estilos, introducir ciertas variaciones que están vivas dando vueltas por ahí. Es como si fueras un músico que capta una canción y luego le da forma. Si le encargas el mismo cómic a cien dibujantes distintos harán cien diferentes porque cada uno lo llevará a su terreno. Mi principio es que debe ser siempre la obra la que mande pero sin perder tu personalidad. A mí tener un estilo me da un poco igual, porque en realidad está más marcado por las limitaciones que por las virtudes. Si te das cuenta la mayoría de las veces los virtuosos tienen un montón de defectos que convierten en estilo personal, todo lo que no han conseguido solucionar durante sus años de dibujante. Existen grandes creadores porque sus limitaciones las han transformado en virtudes y en un estilo personal e inconfundible. 

-…y otro tanto te ocurre con las temáticas.

-Leo de todo, en general como ensayo o literatura, siempre de grandes autores y de ahí surgen historias como una novela gráfica Destino Herguss sobre un planeta imaginario llamado Mincha en el que se plasma todo lo que devoro como libros infantiles, ciencia ficción, aventuras clásicas, género negro. Incluso incluyo música con grupos que tocan en tabernas de mala muerte y que consiste en una banda sonora que es posible descargar de internet. Luego están también los géneros clásicos como por ejemplo el western que mucha gente desprecia pero que a mí me encanta. Soy un defensor de la audoedición porque me gusta experimentar con diferentes técnicas y formatos en vez de la habitual para buscar diseños nuevos que rompan la página y cosas por el estilo. 

-¿Te unes al grupo de dibujantes que sienten pasión por todo lo relacionado con la Memoria Histórica? Casi una de las constantes del cómic español actual. 

-Me fascina todo lo que tenga que ver con la memoria histórica y la guerra civil, la semana trágica de Barcelona, el movimiento sindicalista de izquierdas… me apasiona. He publicado una novela gráfica sobre como crecieron los niños del franquismo, Cinza (Demo Editorial) que pronto se editará en castellano, y habla de los jóvenes que tuvieron que enfrentarse a su despertar sexual bajo la represión política, moral y la mirada del nacional catolicismo. Me interesa mucho también la lucha histórica y social del gallego, que llegó al punto de que a los niños nos daban un paliza por hablarlo en clase. Todo eso está representado en mi última obra. Son asuntos que tocan la fibra, creo.

-Igualmente, otro de tus intereses se centra en un género bastante particular que cultivan pocos autores como es el de la medicina. 

-Sí, sin duda, sobretodo las enfermedades mentales o cualquier tipo de persona desfavorecida por cuestiones de salud. Paco Roca con Arrugas es un buen ejemplo de este género que tiene una conexión increíble con el mundo real. 

-Otra novedad es que te acaban de nombrar responsable del festival Viñetas desde O Atlántico de La Coruña. 

-Sí y es una nueva responsabilidad que me ha caído encima y que he asumido tanto con gusto como con preocupación. Es un festival que ya va por la edición número 27 y que en estos momentos atraviesa una situación delicada después de que dimitiera el anterior responsable por diferencias con el Ayuntamiento. Lo que me decidió fue el apoyo del sector, que todos los autores me hayan animado. Ahora lo importante es garantizar su continuidad y que en la organización esté gente que sabe de cómics y no ocurra como en el Salón de Madrid que al no tener una gestión desde el sector profesional se ha ido deshinchando y este año se cancela. Me parece importante que en este tipo de actos haya siempre figuras desde dentro que sepan cómo funciona este mundillo, que sean del medio, que no ocurra lo que pasa a veces que a quienes los organizan le da igual vender ganado que cómics. 

-En su momento, de forma paralela al underground barcelonés y la movida madrileña surgió un movimiento parecido en Galicia. ¿Cómo viviste aquello y qué relaciones existían entre las tres corrientes?

-Hubo mucho interés al principio, en los años setenta, por la escuela valenciana donde surgió gente increíble como Miguel Calatayud, luego en Barcelona apareció la editorial Cúpula, El Víbora y en Madrid la revista Madriz, revistas y cabeceras increíbles, impresionantes. En Galicia un movimiento parecido surgió un poco después a principios de la década de los noventa cuando nos conocimos una serie de gente que entonces empezábamos, de las que algunas han alcanzado renombre internacional como Emma Ríos, David Rubín o Miguel Robledo que acaba de sacar ahora su primera novela, pero básicamente porque no quiso hacerlo antes. Galicia fue a la cola, a excepción de Prado, Daspastorasd o Fran Jaraba, llegamos una década después pero antes también aparecieron grandes autores como Gaspariño de Xaquón Marín que estuvo en prisión por defender la cultura gallega y políticas de izquierda. Entre 1972 y 1978 en Galicia hubo mucha actividad cultural y política pero luego con la Transición las voces se fueron apagando hasta los ochenta en los que aparecen grupos musicales como Siniestro Total o Aerolíneas Federales con el objetivo de pasarlo bien y hacer el punki. No tenían ese mismo componente social y político. 

-Dado tu compromiso con el mundo del cómic con cargos como el de vicepresidente de la Federación de Asociaciones Profesionales de Ilustradores (FADIP) junto con Max, Horacio Altuna o Cristina Durán o al frente de la Asociación Galega de Profesionais da Ilustración, seguramente conoces el Libro blanco del cómic.

-Por supuesto y es una maravilla y una petición que habíamos manifestado siempre desde el sector y además existe el Libro Blanco de la Ilustración porque los problemas son diferentes. El trabajo que ha realizado la sectorial con Alejandro Casasola al frente ha sido impresionante y necesario porque éste es un sector que ha estado muy abandonado y hay mucho que hacer en cuanto a legislación o derechos de autor. En realidad, podemos ser positivos. En España se ha avanzado bastante si nos comparamos con autores de otros países como Portugal o Italia donde los dibujantes se enfrentan a grandes problemas y tampoco estamos muy lejos de la situación que se vive en Francia.

-Una pregunta inevitable en estos tiempos es la repercusión que va a tener la Inteligencia Artificial en el trabajo de los creadores, tanto para lo bueno como para lo malo. 

-Por el momento veo que tiene más de artificial que de inteligencia. Estamos en un momento crítico en el que se hace imprescindible legislar. Está bien para aplicarla a algunas funciones que favorezcan el proceso creativo pero nunca usarla como herramienta de arte final, porque eso sólo lo puede hacer la mano de un autor. Hay una confusión muy grande. Ahora mismo algunas aplicaciones son gratuitas y cualquier persona sin conocimientos puede hacer un cómic. Creo que hay mucho por legislar, mucho trabajo por delante y recae una gran responsabilidad sobre los gobiernos de cada país para que empiecen a acotar y defender a los autores frente a las máquinas. Estoy abierto al uso de las IA siempre y cuando no anulen al ser humano como creador porque entonces la humanidad estaría perdida, seríamos esclavos de nuestros propios inventos como nos advirtieron hace años autores de la talla de George Orwell o Isaac Asimov. El futuro ya está aquí y debemos ser conscientes de que se ha convertido en presente.

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