Inicio del Peñón Rock 2024. Todo preparado para un fin de semana de conciertos. El primer día el cartel estaba formado por Delokos, Niños Mutantes, Depedro, Sidonie y Mastodonte. Y con esta cantidad de grupos, o se empezaba muy temprano o se tenía que acabar muy tarde, y la organización optó por la primera opción. Abrió la tarde y el festival la banda tinerfeña Delokos quienes, no solo tuvieron que hacer frente al hándicap de empezar el festival sino hacerlo a las 5 de la tarde. Pusieron su empeño en levantar al público presente, pero era una labor difícil. No podemos más que felicitarles por su energía pues más de un grupo hubieran intentado superar el trance sin mayores complicaciones.
Niños Mutantes, que cerraban su minigira por las islas, fue la segunda banda programada. Con su indie rock que llevan paseando por los escenarios desde hace treinta años, tuvieron tiempo para cantar sus últimas producciones junto a clásicos de la banda como Katherine, un tema de su EP de presentación Niños Mutantes de 1998. Muy animados sus fans, no dejaron ni un momento de jalear al grupo y entonar sus canciones.
Y del indie más característico, nos fuimos al rock fusión con Depedro. Acompañado de proyecciones que contextualizaban sus temas, el cantante Jairo Zavala puso sobre la mesa todos sus trucos para presentarnos su última producción, Un lugar perfecto, llegando a bajar para tocar entre el público su cover de El Pescador o, ya en el escenario, realizar una espléndida versión de ese clásico mexicano Llorona. Hasta tal punto conectó con su público que el tiempo se le comprimió y se le escurrió en un instante, teniendo que finalizar la actuación sin poder desplegar todas las canciones que tenía programado.
Y aunque Llorona de Depedro es una canción muy intimista, su espléndida interpretación no desentonó con el grupo que estaba programado a continuación: los catalanes Sinodie. Ya desde la presentación quedó claro que realmente nos habíamos colado en su fiesta, pues ellos no estaban en un escenario sino en la sala de su casa montando un quilombo. Tiempo tuvieron incluso de tomarse un aperitivo en forma de plátanos. De todo hubo, y todo muy bueno. Hubo tiempo para bajar del escenario y conectar con su público; para hacer un estriptis; para bailar; e incluso para hacer un claro homenaje a su querido Ringo Star con una guitarra sonando como un sitar. Por ello no extrañó que en un momento dado los músicos se intercambiaran los instrumentos y Marc Ros pasara a tocar el bajo, Jes la batería y Axel… Axel hizo lo que quiso, bailando, tocando las maracas, contorsionándose. Y todo ello tocando sus canciones más conocidas como son Carreteras infinitas, No salgo más, Estáis aquí o Maravilloso. Rock psicodélico que tantos adeptos está ganando en los últimos tiempos.
Cerró la noche la propuesta de Mastodonte con su espectáculo Belleza y Perdón, una ópera rock muy al estilo de los años 70, en donde la música se combina con la danza, con el vodevil o con unos recursos propios de los telepredicadores, pues Asier Exteandía además de cantante es un consumado actor. Un espectáculo en donde se combinan de manera maestra picos y valles de intensidad, con constante cambio de vestuario en directo porque cada canción requirió su propia puesta en escena. Y todo ello bajo la magistral batuta del multiinstrumentista italiano Enrico Barbaro. De entre toda la producción, debemos destacar el tema Lilith en donde el cantante dio un paso atrás y dejó el protagonismo a su troupe de bailarines que, con el predominio del color rojo, reivindicó el empoderamiento de la mujer representado por este personaje mitológico. También hubo tiempo para cantar su último sencillo, publicado hace una semana, Jonás. Y ya en la última fase del espectáculo, Asier se transformó en el Gran Pájaro Azul, metáfora del yo interior que atesoramos todas y cada una de las personas en este mundo. Casi dos horas de espectáculo que demuestra la capacidad de la banda para mantener la tensión del público.
Texto y fotografías de Álex Ro