Capitán Swing, 2024
Jeremy DeSilva, paleoantropólogo especialista en el desarrollo del bipedismo (bipedación, prefiere el traductor), reflexiona sobre la evolución humana y cómo el ponernos erguidos cambió nuestro propio ser. Frente al relato tradicional que manifiesta que el bipedismo nos colocó en la cúspide de la evolución, para el autor, realmente nos llevaba hacia un callejón sin salida pues nos hizo más lentos, más inestables y más interdependientes que otras especies.
Para apuntalar su hipótesis, dedicará dos de las tres partes del libro a estudiar los restos conservados de la evolución de los homininos desde primates al Homo sapiens actual. Y lo hace así muy consciente de que se encuentra remando a contracorriente de todo un paradigma científico. Durante muchas décadas, la antropología ha sostenido, de una manera u otra, que la liberación de nuestras extremidades superiores nos posibilitó crear herramientas, lo que nos colocó en la cúspide de la evolución. Como muy bien afirma el autor, esto no es más que un relato, un lindo cuento que fortalece nuestro ego como especie pero que no explica cómo se produjo esta transformación de cuadrúpedos a bípedos. Irónicamente, tras analizar una serie de muy buenos relatos (no llegan a ser ni hipótesis) que intentan encontrar una respuesta a este hecho, él mismo se inventa una serie de “creativas” explicaciones a cuál más disparatada para cuestionar toda esta narrativa antropológica. A pesar del empeño de la paleoantropología, tal vez la bipedación no es una característica que surgió con nuestra especie como demuestra el bipedismo del Danuvius guggenmosi hace unos 11 millones de años en Alemania; por eso, para DeSilva, lo importante no es saber cómo nos hicimos bípedos, que seguramente nunca lo sabremos, sino analizar las consecuencias de este acto.
Y para responder a esta pregunta clave dedica la tercera parte del libro, en donde viaja al presente para analizar cómo nacemos o cómo aprendemos a caminar. Porque, de nuevo, pone el dedo en la llaga al afirmar que nuestra postura ha acarreado muchos problemas anatómicos a nuestra especie, desde la hernia inguinal o la sinusitis, a los desgastes, luxaciones y escoliosis de la columna vertebral, pasando por los problemas en el parto. Ya que, a pesar de lo pregonado por los defensores del diseñador inteligente, somos una especie que muestra muchas carencias producto de los cambios y adaptaciones evolutivas a lo largo de los millones de años.
Y sin embargo, y a pesar de nuestros problemas como especie, estamos aquí. Porque por encima de la imposición del más fuerte, ese darwinismo social que está resurgiendo en las últimas décadas con mucha fuerza, lo que nos ha determinado como homininos ha sido justamente la empatía y la solidaridad. Esto posibilitó la supervivencia de los más débiles con el apoyo mutuo de los miembros del clan, con numerosas pruebas de individuos enfermos o con piernas rotas que sobrevivieron y llegaron a la vejez. Parece que Jeremy DeSilva tiene en mente los viejos postulados ácratas que alzaron su voz frente a la visión de la evolución como una lucha despiadada entre los miembros de una misma especie. Porque al final, caminar, paso a paso, nos hizo humanos.