Culturamanía no falta a su cita anual con el mejor Festival de música (y mucho más) de esta isla, opinión del que suscribe of course. Tras varios showcases de presentación, tanto aquí como en otras islas, ya reseñadas, el viernes 23 dio comienzo la cuarta edición, ya perfectamente analizada por el compañero Iván Ruiz. Circunstancias laborales me impidieron asistir, pero me llegan buenas referencias de la profesionalidad de Jairo Zavala (De Pedro), de Arizona Baby (a los que he tenido oportunidad de catar en directo en dos ocasiones) y, ¡oh sorpresa!, LocoPlaya, que entusiasmaron y descolocaron a partes iguales, al parecer. Percepciones dispares sobre Los Punsetes, entre la pretensión y la pasión, según crónicas, hacen que me arrepienta una vez más de no haber podido estar.
El error se subsana el sábado 24, al son de We are Trash. Ambiente sonoro apropiado para una tarde soleada, y el buen rollo característico. Vinilos, ropa, food trucks… los puestos no se reducen, se ramifican en varios eventos (conciertos al mediodía en Plaza del Charco, exposiciones, phesports, etc), lo que demuestra el crecimiento y la consolidación del macroevento. Esto no es Woodstock, y ni falta que le hace. Not a number lo dejan bien claro con su pasión y entrega. Jóvenes y enérgicos, prometen caña y no defraudan, como aperitivo de lo que vendrá…y vino.
Gaff y la estrella de la muerte terminó de calentar al personal. Sonido velvetiano, entre la psicodelia y el noise, entre los Floyd del loco Barret y Tame Impala, esta formación sorprende e impacta cada vez que se suben al escenario, con esa Mauren Tucker local, como vocalista a los parches y esa atmósfera genuina, que coincide con las primeras aglomeraciones. Después de la bacanal sónica, turno para el que para mí debería haber sido estrella de cartel; el gran Ángel Stanich
El trovador barbado, cruce imposible entre Albert Pla y Lou Reed, lo dio todo y más. Rock de alto octanaje, textos demoledores y puesta en escena brutal; el pequeño gran hombre convenció al más escéptico, cerrando el show con dos himnos imprescindibles: Metralleta Joe y Matame Camión.
El público ya era multitudinario, y tras el intervalo bailable de Delaporte, que un servidor aprovechó para ir a la cantina, llegó la hora de Carolina Durante. Brutales, honestos y anfetaminicos, la mejor banda indie pop del año pasado (según premios y reconocimientos varios), derrocharon actitud punk por los cuatro costados. Más allá de su hit Todos mis amigos se llaman Cayetano, estos Nikis contemporáneos fueron otro cañonazo ineludible de la velada.
La recta final, con aquello lleno hasta la bandera, la protagonizan Mueveloreina y We Are Scientist, perfecto broche final de la jornada. Noche mágica de muchos encuentros y buenas vibraciones, con despedida de Serial Killerz, y el público encaminado a seguir bailando. Nueva demostración orgiástica de que cuando las cosas se hacen bien, con artistas de verdad, y un cartel a la altura, el resultado es inmejorable. Otros que se queden con cantamañanas etílicos, juececillos de talent shows, y petimetres prefabricados que vienen a pasar el cepillo. Señores, esto es música y lo demás son intereses políticos. ¡Hasta el próximo verano¡!
Imágenes de Irene Morales