Film noir y con pinceladas de suspense/terror, Matt Reeves (Monstruoso, Déjame entrar, El amanecer y La Guerra del planeta de los simios) recoge el testigo de Burton, Schumacher, Nolan y Snyder, y ofrece tres horas de Detective Cómics. Esto es, el señor de la noche recupera el tono primigenio de la creación de Bob Kane y Bill Finger, de los 40-50, trasladándolo al siglo 21, con ecos Fincherianos (Seven, sobre todo), reminiscencias de Blade Runner, Watchmen o Dark City y… si. Cierto seguidismo por la estela del Caballero Oscuro, pautada por el cineasta británico, citado en tercer lugar. Una atmósfera malsana, de una Gotham que se pudre por dentro, donde la integridad de políticos, médicos o supuestos filántropos queda en entredicho, y dónde ha nacido una rata alada (solvente Robert Pattinson) para poner las cosas en su sitio. Voz en off, femme fatale (justita Zoe Kravitz), y conexiones gangsteriles varias, como Carmine Falcone ( correcto, como siempre, John Turturro) y, sobre todo, un inmenso Pingüino (Colin Farrell, en el límite del exceso desbordante de Al Pacino en Dick Tracy, o Robert De Niro en Los intocables), protagonista de alguno de los highlights de la película (esa persecución en coche y posterior interrogatorio). Entre medias, un breve pero efectivo Alfred Pennyworth (Andy Serkis), empeñado en recordar el legado de los Wayne, y un teniente Gordon (eficiente Jeffrey Wright), fiel sidequick del héroe, en ésta aventura. El enigma del murciélago?. Un soberbio Paul Danno (quién ya nos demostró lo inquietante que puede ser en Prisioneros) dando vida al villano con dicho nombre, mcguffin de la trama, y detonante del arranque y del clímax.
Este «Batman año tres» (el cruzado de la capa lleva en activo dos años) bebe de sagas comiqueras como Tierra de Nadie o El largo Halloween. De hecho, el film se inicia en esa fecha, con una sórdida presentación del personaje: una violenta escena, donde un grupo de vándalos maquillados ¿acólitos del Joker de Phoenix? agreden y graban por el móvil sus fechorías. Esto, y el despliegue de pistas por pendrive o la página del Enigma (con followers igual de enfermos que él), exponen ( inédito en la franquicia) uno de los grandes males de la sociedad actual; la dependencia y el mal uso de la tecnología cotidiana, rampa de lanzamiento de conductas deshumanizadas, como bien se muestra en la cinta. La venganza disfrazada de justicia (y viceversa) el amor felino, fugaz e imposible, y el origen de las especies (en sentido literal y figurado) desembocan en un caos, involuntaria parábola de la situación bélica que nos azota éstos días…ese Batman colaborando en el rescate de víctimas inocentes, daños colaterales de la cruzada de un enfermo, huérfano de moral y de empatía, convencido de reestablecer el orden, partiendo de cero, de manera explosiva. Y es precisamente, esa dualidad, esa dicotomía, la que envuelve a los principales personajes protagonistas. Entre aguas se mueven, siempre en la línea que separa al bien del mal, definiéndose (y dudando) siempre de sus propios actos.
De los aspectos técnicos dará buena cuenta el compañero Jesús Hernández. Ésta semana habrá aportaciones de muchos amigos, que nos darán su visión, impresiones y reflexiones sobre el icono pop.
Atención al final… Nos vemos en Arkham!
Fotografía en portada: Cartel o escena, público y distribuido para su publicidad de la película