viernes, abril 26, 2024

Adrián Gómez opina sobre la película El crack Cero

Film Noir en estado puro, José Luis Garci vuelve a dirigir recuperando a su personaje más carismático: El detective German Areta. El gran Alfredo Landa ya no está, y es sustituido por un inspirado Carlos Santos (El hombre de las mil caras), en una precuela ambientada en la Navidad de 1975. Se respetan pues, patrones como el incidente previo, ajeno a la trama siguiente (en este caso, un episodio de violencia de género con síndrome de Estocolmo), la música, melancólica e inolvidable, de Jesús Gluck, los exteriores de ese Madrid nocturno (algunas tomas, descartes de las anteriores, percibidas por el contraste de la definición), la ambientación en fechas navideñas o la dedicatoria al escritor de género homenajeado (después de Chandler y Hammet, esta vez le toca a James. M. Cain).

Con una espléndida fotografía en b y n, nos encontramos ante un caso de homicidio, en el que aparecen viejos conocidos como el peluquero Rocky (Luis Varela), el abuelo (enorme Pedro Casablanc) o el moro, aquí interpretado esforzadamente y con buenas frases por Miguel Ángel Muñoz (Holmes y Watson), que no nos hace olvidarnos del magistral Miguel Rellan. Femme Fatales y Rockers vanidosos, se mezclan con bibliotecarios pervertidos y solomillos poco hechos. El piojo tiene un interés amoroso también, que nos hace profundizar en el posterior perfil psicológico del personaje. Cayetana Guillen Cuervo tiene una feliz aparición y, como hizo con Arturo Fernández en El Crack 2 o Carlos Larrañaga en Luz de Domingo, el director saca lo mejor de sí a unos inesperadamente convincentes Andoni Ferreño y Ramón Langa, magistrales ambos.

Garci vuelve al género que él ayudó a encumbrar crítica y comercialmente, allá por 1981, pues mucho antes de Urbizu, Rodriguez, Monzon o Sorogoyen, Areta ya ajustaba cuentas de la Gran Vía a Nueva York. Excelente recuperación de un personaje legendario en el cine español, y una de las mejores películas estatales de este año hasta ahora, con permiso de Plaza y Amenabar. Más que recomendable.

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