lunes, diciembre 23, 2024

Adrián Gómez opina sobre la película El oficial y el espía

Intriga histórica de carácter detectivesco y jurídico, la última película del gran Román Polansky se ha interpretado como un ajuste de cuentas con su situación personal. El supuesto prófugo, condenado y exiliado de suelo estadounidense, aún ganando un Oscar por El Pianista en 2002, recogiendo el premio Harrison Ford en su nombre.

Lo cierto es que el realizador cumplió su pena, antes de la apelación, y al margen de eso, hay gente que no sabe distinguir la vida personal de la artística. Y en ese aspecto, ¿quién le puede toser al autor de obras maestras como Repulsión, El Baile de los Vampiros, La Semilla del Diablo o Chinatown?

Consideraciones punibles aparte, nos encontramos ante un relato de sobriedad narrativa que rezuma clasicismo por los cuatro costados. Polansky aborda el caso Dreyfuss desde una óptica procedimental, es decir, no acudimos a la isla del Diablo en la Guayana Francesa a seguir las penurias del condenado, sino al proceso de esclarecimiento de los hechos por parte del personaje de Jean Djardin (The Artist) quién acusó al imputado de espionaje en un primer momento, al interceptar una carta destinada al enemigo alemán. Así, discurre la trama amparada en la búsqueda de la verdad. El guion no desfallece en ningún momento, pues se apoya en un elenco magistral, comenzando por la mujer y actriz fetiche del director; la sempiterna Emmanuelle Seigner (Lunas de Hiel, La novena puerta, La Venus de las pieles), presente en su cine desde la magnífica Frenético, y aquí parte de una relación adúltera, donde ejerce casi de Pepito Grillo del protagonista

Repiten también con el autor, los franceses Mathieau Amalric (La Venus de las pieles) y Vincent Pérez (Basado en hechos reales) e incluso aparece el propio cineasta polaco en un cameo» moustache». Fundamentada en el popular escrito de Emile Zola » Yo acuso», el film se sigue sin desmayo, a la que ayuda una puesta en escena casi teatral y una ambientación donde juegan un papel clave el vestuario y el diseño de producción. Ecos del Kubrick de Senderos de Gloria en el tramo final, de índole judicial, o del Ridley Scott de Los Duelistas, la película se sostiene por sí sola, pues se nos ofrece una historia de suspense sólida, excelentemente filmada. Y eso, hoy en día, ya es decir mucho.

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