jueves, abril 18, 2024

Adrián Gómez opina sobre la película Midway

Roland Emmerich vuelve por sus fueros histórico- belicistas casi veinte años después de El Patriota. Esta vez se centra en el ataque-represalia de 1942, tras el bombardeo japonés el año anterior, de Pearl Harbour, ya entretenidamente contada en la reivindicable La batalla de Midway (1976). Tenemos pues, todo lo que amamos y detestamos de su director: personajes estereotipados, diálogos sonrojantes, triunfalismo patriotero barato, escenas románticas mediocres, veracidad histórica discutible y… secuencias de acción excelentemente filmadas.

Narrada competentemente y con una respetable galería de característicos (los veteranos Dennis Quaid, Woody Harreelson y Aaron Eckhart, el carismático Patrick Wilson o el insípido Luke Evans, entre otros), la película está rodada en un 70 por ciento con pantalla verde detrás, lo que le resta realismo al asunto. Eso si, el realizador alemán se muestra una vez más como un trasunto contemporáneo de gente como Irwin Allen, Dino de Laurentis o los Salkind. Esto es, un hombre con un concepto claro de lo que es sentido del espectáculo. Así, a los diez minutos, ya nos mete en faena con planos aéreos vertiginosos, convenientemente embadurnados de CGI sin cuartel. Un colosal blockbuster navideño y panfletario, que tan pronto se ve como se olvida, disfrutable siempre y cuando uno no se la tome en serio. No es Dunkerke, pero tampoco lo pretende, pero resulta superior a Pearl Harbour, lo cual tampoco es decir mucho.

No esperábamos más ni menos del autor de Independence Day. Visible… sin más

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