jueves, diciembre 26, 2024

Adrián Gómez opina sobre el documental «Crock of Gold: bebiendo con Shane MacGowan»


Feliz recuperación de un Rockumental modélico, presentado en el festival de San Sebastián, con presencia de Johnny Depp, su productor, es una radiografía excelente de su peculiar protagonista. Un poeta a contracorriente, que reivindica, durante todo el metraje, la tradición y la herencia irlandesa, ocupando la primera mitad, un orgullo de estirpe y el rechazo al imperialismo inglés, sin pelos en la lengua. El despertar musical con Hendrix o la Creedence Clearwater revival, sus primeros escarceos con las drogas o la explosión-epifania con los Sex Pistols o The Clash. Con la inspiración etílica como bandera, Mcgowan defenestra a Yeats y defiende a Joyce. Ensalza la fealdad como herramienta, y razona el folk irlandés como instrumento Punk de comunicación. Su padre y su hermana, su mujer, Victoria, Bobby Gillespie (Primal Scream) o el propio Depp se entrevistan con él, siempre bien servido, con una copa en la mano. The Pogues en directo, excelente material de archivo audiovisual (atención a la aparición de Sid Vicious o Joe Strummer), y la buena mano de su director Julien Temple (El gran timo del R,N,R, Principiantes, Rolling Stones at The Max, La mugre y la furia, Strummer) elevan la categoría de un documento esencial, al margen de melomanias o militancias rockeras.

No se le caen los anillos al cargar contra sus paisanos Bob Geldof o Elvis Costello, y el emotivo final, con ese concierto homenaje de 60 aniversario, con Depp, Gillespie, Sinead, o Connor, Bono o un visiblemente emocionado Nick Cave, con quién interpreta Summer of Siam, son algunas de las perlas que atesora esta olla de oro, mucho más que un cuento de hadas en Nueva York. Sírvanse la mejor pinta y a disfrutar

Fotografía en portada: Cartel o escena, público y distribuido para su publicidad de la película

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