«Los sueños son mensajes de las profundidades» Espléndida traslación cinematográfica del clásico literario de Frank Herbert de 1965. Un hito en la ciencia ficcion. Obra complicada donde las haya (en términos de adaptación), Dennis Villeneuve sale airoso de la empresa, si bien con ciertas (y necesarias licencias) y no me refiero sólo el haber convertido a Kynes en una mujer afroamericana (esto no es Disney). El realizador ya había demostrado buena mano con el género (Enemy, La llegada, Blade Runner 2049), y aquí compone un fresco fílmico, con un clasicismo narrativo que se agradece, lejos de esa planificación mareante y videojueguil, tan inherente a los tiempos que corren. Vaya por delante mi admiración y total devoción a la versión de David Lynch, auspiciada por Dino de Laurentiis de 1984, hoy tótem incontestable, en cuanto a estética y enfoque, donde el realizador fusiona sus inquietudes con la obra, en un desarrollo tan rupturista como desconcertante para algunos, en plena era Star Wars.
En mi opinión, ésta película es un equivalente a lo que significó EL SEÑOR DE LOS ANILLOS de Pèter Jackson hace 20 años. Ambos han mirado de reojo adaptaciones anteriores(en el caso del neozelandés, la de animacion de Ralph Bakshi de 1978), sin por eso, dejar de imprimir su sello personal. En ésta, no sólo se hace hincapie en los aspectos ecológicos del material original, sino que constituye todo un ejemplo de síntesis cinematográfica, sin traicionar el texto de Herbert. Aciertos escenográficos de todo tipo (fotografía, dirección artística, diseño de producción) engrandecen la aventura, que nunca cae en el tedio o lo formulario. Enaltecen la producción un cásting soberbio, con brillantes intervenciones de Oscar Isaac como el Duque Leto, Josh Brolin como Gurney Halleck, o Jason Momoa como Duncan Idaho, inesperadamente adecuados. Pero sorprende la sordidez de un magistral Stellan Skaksgard como el Baron Vladimir Harkonen, digno de nominaciòn al Oscar. Mi debilidad por la magnifica Rebecca Ferguson como Lady Jessica (ésta mujer enamora, haga lo que haga), no me permite ser objetivo. Si acaso, me saca un poco del film, el numerito de Javier Bardem como Stilgar, un pelín sobreactuado (si la ven en VOSE prepárense). Mención especial para Timothee Chamalet, al que solo había catado en The King, que hace de un perfecto Paul Muabdib. Correcto también Dave Bautista como la Bestia Rabban, y, bueno, Zendaya, que parece que está haciendo un spot de los suyos (cámara lenta incluida), pero en Arrakis.
Quedan en el tintero (la segunda mitad del libro, que felizmente ya ha recibido luz verde), los caracteres de Feyd, la princesa Irulan, o el emperador Padisah, pero lo que nos han ofrecido es ciertamente impecable. La perfección de los encuadres, con escenas para el recuerdo, como el asalto nocturno de los Harkonnen, el paseo matutino de Paul en Caladan, la aparición del primer gusano, o todas y cada una de las apariciones del sádico Baron, es cine en estado puro, magistralmente realzado por el score de Hans Zimmer, compositor al que le ternía ojeriza, pero que me ha callado la boca en sus colaboraciones con Nolan o Villeneuve. En definitiva, una pieza cuasiperfecta, que demuestra que es posible un producto de entretrenimiento maduro, oscuro, y endiabladamente entretenido. Y, por, cierto, éste film no es consecuencia directa de Juego de Tronos o La Guerra de las Galaxias, sino mas bien al revés… Martin y Lucas se inspiraron en el libro para sus intrigas palaciegas, dinastías imperiales, poderes místicos y mesianismos varios. Y olvídense de antitaurinos, marvelitas ( del MCU, no los lectores de comics), proyectos de cineastas frustrados y onanistas varios…esto es demasiado cine para ellos.
La película del año… hasta ahora.