Metáfora sobre la delación, sobre los principios morales y sobre la traición en todos los sentidos. La nueva película de Rupert Wyatt (El origen del planeta de los simios), nos lleva a la ciudad de Chicago, sitiada y bajo yugo de una civilización extraterrestre. Vecinos y amigos, que hace diez años compartían vivencias, ahora se encuentran en polos opuestos. Una nueva realidad, una excelente parábola de lo que podría suceder, sin ánimo de pecar de exagerado, con la que está cayendo. Políticos y ciudadanos se acogen a esta nueva situación. John Goodman (Cloverfield 110) , personaje ambiguo, durante casi todo el metraje, ejerce de moderna GESTAPO, con su entorno. Vera Farmiga (Código Fuente) es una pieza importante en esta nueva caza de brujas, donde colaboracionistas y disidentes se entremezclan en una trama, que explota durante la noche del atentado, en el que toma parte el rol de James Ranson (It, Generation Kill, The Wire). Esta larga secuencia, donde el montaje y la música, forman parte esencial; nos dirige a un clímax devastador, poco frecuente en Hollywood. Un cocktail entre clásicos como La Invasión de los ladrones de cuerpos y Distrito 9, que representa una sorpresa de género en la recta final de este año fatídico. Una joya con presupuesto ajustado pero con sustancia.