La Fundación Cine+Cómics tiene su origen en la pasión del periodista, Francisco Pomares por este mundo y la consiguiente aportación de su colección propia, a la que se han ido añadiendo donaciones privadas. Las funciones, por lo tanto, son primero conservar un volumen de fondos, que suma ya más de 100.000 ejemplares, estudiarlos y proceder a su divulgación.
El director es Lucas Morales a quien al principio le interesó el trabajo relacionado con el mundo de los servicios sociales pero al final comprobó que no era exactamente lo que buscaba en la vida. Por eso ingresó en la Escuela Superior de Arte y Diseño de Las Palmas de Gran Canaria donde se especializó en Ilustración y, más tarde, en Diseño Gráfico. Otra vocación que pudo cumplir fue la de dedicarse al periodismo y por ello en 2008 vino a Tenerife a estudiar este grado en La Universidad de La Laguna (ULL). Ejerció como profesor y cuando estaba trabajando en el Cabildo tinerfeño surgió el flechazo y el primer contacto con la Fundación. Al principio ejerció como responsable de Comunicación y poco después se convirtió en director, hace ya cuatro años.
El creciente número de cómics se justifica por el interés que este mundo ha despertado entre todo tipo de público que en ocasiones ha hecho sus propias donaciones. El resultado es que en la actualidad, esta Fundación reúne el fondo más amplio de toda España. Un impulso decisivo fue la entrega de 2.000 ejemplares que hizo la familia de un aficionado tinerfeño tras su muerte, una vez confirmaron que el legado quedaría en buenas manos. Prueba de ello es que este material ya ha sido convenientemente clasificado y conservado.
La pieza más valiosa que atesoran puede ser un cómic de Antonio Altarriba llamado Tintín y el Logo Rosa, donde se insinuaba que este personaje era gay, lo que despertó la ira de los herederos de los derechos que ordenaron la retirada de todos los ejemplares, menos los que están ahora en la Fundación y poco más. Tintín es el tótem principal de la colección por la relación especial que Pomares ha mantenido con este personaje durante toda su vida.
Otro tanto ocurre con las más de 30.000 películas que están depositadas en un almacén propiedad de la entidad y que abarcan todo tipo de temática, sin tener una relación directa con el mundo de las viñetas. La Fundación mantiene una estupenda colaboración con la ULL donde Morales ejerce también como profesor de Periodismo. De esta manera su relación con los cómics pasó de ser una afición a convertirse en su profesión. O como él mismo explica: “siempre ha estado vinculado con este mundo pero no sumergido como ocurre durante los últimos cuatro años”.
El salón del cómic cumplirá este año su edición número veinte, si bien es verdad que no ha tenido una continuidad a lo largo del tiempo. Su impulsor fue Manolo Darias y a continuación Patricio Ducha y Eduardo González cogieron el testigo y sacaron adelante, nada menos que catorce convocatorias. Luego hubo un parón de 12 años entre 2006 y 2018, fecha esta última en el que tuvo lugar la recuperación del Salón del Cómic. Ya en 2019 el proyecto fue más ambicioso pero justo en este momento de crecimiento apareció la pandemia que lograron sortear e incluso convertirse en la única cita de España que tuvo continuidad aunque para ello fue necesario recurrir al mundo virtual.
En total en aquella cita se consiguieron alrededor de cinco millones de impactos en redes sociales que aún se siguen manteniendo, por lo que no es extraño que se haya despertado un interés que alcanza ya al ámbito internacional. En 2021 se hizo un intento por llevar el Salón a todos los puntos del Archipiélago que fuera posible pero sería en 2022 cuando se consiguió este reto, La Graciosa, incluida. También han logrado dar respuesta a la demanda de incluir en el programa una exhibición de Cosplay y K-pop, “lo que nos ha permitido aumentar la demanda”, indica Morales. Esta última modalidad tiene el origen en Corea del Sur y el éxito fue tal que La Recova se desbordó de público e incluso muchos se quedaron afuera. Pero eso sí, el objetivo de la Fundación es no abandonar nunca la vertiente más tradicional.
Particularmente, sitúa el inicio de esta pasión cuando siendo niño participó en un viaje multitudinario y familiar a Tenerife, como era habitual en aquellos años, en el que cayó en sus manos el autor español llamado Cels Piñol, uno de los impulsores del renacimiento de sellos propios como Laberinto y responsable de la obra FanHunter. La obra plantea un futuro distópico en el que un régimen dictatorial persigue a los aficionados a la música, al cine… Por aquella época Patricio Ducha y Eduardo González, directores del Salón, organizaron un encuentro al que fue invitado este autor pero al que por desgracia no pudo conocer quien sería con el tiempo futuro organizador de estas citas.
Transcurrido el tiempo ya ha sido responsable de cuatro ediciones al frente de una Fundación en la que tiene la oportunidad de trabajar en una afición que le ha atraído profundamente desde hace años. Pero también es cierto que existe una parte burocrática y administrativa más técnica y menos seductora, que poco o nada tiene que ver con la creación y disfrute de las viñetas.
Su evolución en cuanto a gustos no han variado tanto a lo largo de los años. Lógicamente cuando era más joven le atraía el manga y el anime pero existen títulos como Dragón Fall de Nacho Fernández y Álvaro López que significaron un distanciamiento de la línea considerada masiva que ocupaban personajes como Spiderman, Batman o Superman.
El salto al mundo del cómic independiente fue casi instantáneo mediante obras como American Splendor que relataban otra realidad más compleja. Morales no duda, por lo tanto, de que existe una vertiente intelectual en este mundo que no siempre es apreciada por la mayoría de las personas, y que son auténticas obras de arte que han dado lugar a lo que denomina “un efecto dominó” en la cultura popular. Cita a Watchmen, luego llevada al cine por el mismo director de 300 y que planteaba otra visión de los superhéroes ya mayores y que habían dicho adiós a sus momentos de gloria.
Obras que supusieron un revulsivo en el mercado americano gracias a la llegada de autores europeos, con un mayor trasfondo intelectual, y que salvaron el mundo de los superhéroes que en aquel entonces estaba en plena decadencia. Bajo su punto de vista, este ha sido el momento dorado de la época del cómic pero también cree que otro tanto ocurre en la actualidad y especialmente durante la última década que califica de “importantísima”. El cine ha traído consigo un auténtico impulso en cuanto que ha captado a futuros aficionados, despertado curiosidad y provocado un efecto revitalizador.
La pregunta clave entonces es si el séptimo arte con sus infinitas posibilidades y efectos especiales que rozan lo inimaginable se está comiendo al de las historietas de papel. Su respuesta es positiva. Personajes nacidos en los tebeos como Wonder Woman, Superman, o Spiderman han dado el salto a las pantallas, lo que implica toda una emigración en peso de la mitología de su generación, que sin embargo en el nuevo formato no ha dejado de sacar a la luz nuevos aspectos y adquirir diferentes matices.
Por ejemplo, el trasfondo y personalidad de cada uno de ellos según el medio en el que se plasman es muy diferente y ha provocado un choque entre quienes los consumen. Capitán América pasa de tener un rasgo facistoide en el papel a convertirse en defensor de los valores occidentales en el cine. La forma de consumir ambas propuestas es muy diferente y el elemento menos público y por lo tanto más privado ha hecho que el cine le gane la partida a las viñetas. Al menos por ahora.
Incluso fan fatales como Morales prefieren disfrutar de una película sobre estos personajes que leerlos pero también admite que en el cine es más difícil de percibir su evolución. Bajo su punto de vista la marca Marvel ha conseguido que su cerca de medio centenar de películas mantenga una línea propia y ha dado la posibilidad de percibir el desarrollo de los superhéroes. Pero se muestra muy crítico con series como She Hulk que considera una autoparodia y un fracaso a la hora de sacar adelante planteamientos feministas en un escenario en el que lo que prima la evasión.
En el lado contrario pone obras como 300 que refleja y plantea la posibilidad real de que ambos mundos vayan de la mano, lejos ya de las primeras series televisivas, que hoy nos parecen ridículas pero que también consiguieron arrastrar a un gran número de espectadores. Morales no considera que se trate de un “vicio” caro y en ese sentido se ha avanzado mucho a la hora de que las bibliotecas tengan un rincón para este tipo de obras.
Otro reto es la relación con internet donde por ahora va ganando el cómic en su sentido más estricto. Eso sí, excepto casos puntuales como Instagram que permite subir a la vez varias viñetas de historietas y que están funcionando muy bien en cuanto sirven para dar a conocer a autores que están empezando y que quieren popularizar su obra.
Atisbar el futuro tiene mucho de profético. En principio, Morales cree que se avanza hacia la estabilización de un mercado sobresaturado de propuestas. En Francia se ha conseguido superar el cliché español de que se trata de un mundo destinado de forma exclusiva al público infantil seguramente por la popularización de personajes como Mortadelo y Filemón, Anacleto, Carpanta, Pepe Gotera y Otilio… A perjuicios parecidos tuvo que hacer frente el manga que en principio se relacionó exclusivamente con la violencia y el sexo. El director de la Fundación mantiene que la evolución de los lectores y los superhéroes va en paralelo y se influyen mutuamente en lo que tiene mucho que ver la edad de los lectores y su madurez.
Noé Ramón