Hay un sub-subgénero o decisión narrativa que siempre me fascina (cuando se hace bien), como son las ucronías, o explicado para algún despistado, esas historias que coinciden con los hechos históricos hasta un punto en el que la trama decide ir por un derrotero totalmente diferente. Tarantino es un genio generando ucronías satisfactorias para el público. Como ejemplo tendríamos Malditos Bastardos o Érase una vez en… Hollywood y su fantástico, sangriento y chamuscado desenlace.
My Lady Jane usa de una forma divertida el tablero histórico de Eduardo VI, Jane Grey (he visto la serie en VOSE y quiero asumir que en el doblaje se abstendrán de llamarla Juana Grey, como se la conoce en España, con perdón a las Juanas lectoras) y María I, dándole un giro drástico a sus acontecimientos más importantes. Algunos manteniéndolos y solo cambiando el foco, como puede ser el odio que sentía María I la sanguinaria por la reforma anglicana generada por Enrique VIII, que aquí se ve dirigido y con mucha más fiereza a cierta «raza» de la que no comentaré demasiado, aunque quienes leyeran las novelas de Brodi Ashton que adaptan en esta serie saben de qué hablo.
Sorprendentemente los cambios son a bien y funcionan en el nuevo contexto, añadiendo además un genial punto de modernidad anacrónica que encaja perfectamente con el nuevo envoltorio.
Más allá de la trama política por conseguir el trono o por no esperar obtenerlo, la historia se centra mucho más en el torpe romance y las aventuras que enfrentan sus protagonistas, genialmente interpretados por Emily Bader (Jane) y Edward Bluemel (Guildford Dudley), que desprenden una química creíble y adorable. Pero no se dejen engañar, porque esas aventuras lejos están de la caballeresca habitual, esto entra con méritos propios en un terreno de espada y brujería, porque incluso sin ucronías, la serie se adentra en un mundo de fantasía que no desentona y que además encaja con su propuesta desenfadada.
No me encuentro entre los lectores de las novelas homónimas de la serie, por lo que afortunadamente no caeré en absurdas comparaciones que lo único que hacen es que una adaptación sea menos disfrutable. Permítanme un consejo, no se autoflagelen de esa manera, no es sano y le quita mucha diversión a todo. Lo que sí conozco es algo de la historia de Inglaterra y ahí sí noto los cambios habituales de los tiempos que corren. Que Eduardo VI tenga un tono de piel diferente aquí, solo agrega ingredientes interesantes a la ecuación, siendo una de las aportaciones del elenco más acertadas (Jordan Peters). Todo tiene una justificación para que dentro de lo que cabe, alguno pueda dormir más tranquilo a pierna suelta y con mano alzada.
Lo que van a encontrar es una serie cortita, divertida y en la que es difícil no tomar cariño a sus personajes. Podrán reír, enfadarse y hasta emocionarse un poco con su narrativa. Si les gustó The Great es probable que esta también les guste, aún siendo para un público más amplio y menos gamberra.
Fecha de estreno este 27 de junio el Prime Video