Con demora y en vísperas navideñas, damos carpetazo a lo que vino a ser la quinta edición de Isla Calavera, donde lo dejamos. Esto es, miércoles 24, debatiéndonos una vez mas, con las tres salas. Asistimos pues, a la segunda sesión de cortos. La joya de la corona iba a ser Mask of the Evil apparition, de Alex Proyas (The Crow, I, Robot), cineasta que en los 90 nos hizo albergar esperanzas con ese clásico de culto que vino a ser Dark City, y de la que ésta pieza viene a ser una especie de historia referencial, en estilo y universo. No apura del todo sus posibilidades, quedando en un buen intento donde prima, por encima de todo, el diseño de producción, ajustado, eso si, dado el presupuesto pertinente. La luz, es un enternecedor y (aterrador) relato ambientado en México, sobre las desapariciones de niños. Magistral muestra de animación comprometida, destaca sobre el surrealista y gratuito Rapsodia sobre una manzana, que no molesta pero que tampoco asombra. Under the ice es un correcto segmento con giro final, quizás previsible, pero excelentemente filmado y montado. Night Breakers, que se hizo con el máximo premio (consultar palmarés), es un tenso cuento de scifi/terror survival, con un manejo del tempo brutal, y con una fotografía y planificación de quitarse el sombrero. La odisea de un grupúsculo humano asediado por criaturas que se guían por la luminotecnia, deja el pabellón tan alto, que Covid Love, supuesto ejemplo romántico cómico del signo de los tiempos, sabe a poco.
Poco más pudimos a preciar ese día, aplazando proyecciones para los restantes días, y copando toda la atención la sesión general, en las dos salas grandes, de El secreto de la pirámide. Una oportunidad única, con la presencia, nada más y nada menos, que de su protagonista, un amable, receptivo y simpático Nicholas Rowe, que no hizo ascos en desgranar anécdotas del rodaje, contando su experiencia juvenil. Con 18 años fue reclutado por Spielberg (junto con su compañero Alan Cox, con quien había almorzado la semana anterior) para la producción británica que , según explica, no funcionó tan bien como otros colaboraciones con Chris Columbus en la Amblin (Gremlins, The Goonies), y que abortó una trilogía en preparación. Manuel Diaz Noda lo entrevista con profesionalidad y admiración, tras el pase, que supuso uno de los momentos más felices del festival; disfrutar en pantalla grande de una película con la que muchos crecimos, como bien apuntó el joven Sherlock Holmes. Elegancia británica a raudales. La película se volvió a exhibir el jueves 25, donde también tuvo lugar filmes como Ecos, Son o Jacinto, próximamente analizadas por Jonathan Medina, como hizo con la sorprendente Gaia, ejemplar filme sudafricano de eco-terror, entre Alan Moore y el estilo patentado por bestias pardas de última ola en el género, como Eggers o Aster. Dejamos todo el muestrario estatal (abundante y sustancioso) en retrospectivas, estrenos, charlas y documentales, para una próxima y última entrega, centrándonos en The Descent, volviéndonos a poner los pelos de punta 15 años después. El jueves, a las 19:45, fue la cita, con la presencia de Neil Marshall (Centurión, Doomsday)y señora, la bella Charlotte Kirk, que fue la estrella de la (pen)última entrega de su marido; The Reckoning, exhibida el año pasado.
Marshall recibe el premio ,postergado por motivos pandémicos, del año pasado, y nos adelanta (en primicia) el tráiler de The Lair, su ultimísima producción.
Pero no se vayan todavía, que aún hay más.
Texto por Adrián Gómez
Fotografías:
Luis Batmendez
Jonathan Medina
Gara lacaba Toledo
Judith Gómez Martín