La dibujante se llama Carla. Carla Clementina Fernández Díaz, pero ha optado por utilizar el nombre de Talamaletina para firmar sus trabajos, una serie de historias creadas bajo la denominación Planeta B y publicadas originalmente en Instagram. Nos encontramos ante una creadora en usa del seudónimo en su formato más tradicional, pero también promociona su trabajo usando las redes. A través de este medio su obra fue conocida por la Fundación Canaria Cine+Cómics, que en 2022 le otorgó el Premio del Salón Internacional del Cómic y la Ilustración de Santa Cruz de Tenerife en su categoría de Autora Revelación. En breve La Fundación publicará un libro de más de doscientas páginas en el que se reproducen sus viñetas.
Talamaletina estudió Bellas Artes y diseño gráfico en Sevilla, aunque en principio quería dedicarse a la restauración. En Barcelona trabajó en una revista de una tirada muy limitada y en Gran Canaria colabora con una editorial que se centra en publicar autores noveles, a través del crowfounding. Hasta hace poco sólo se había atrevido a hacer dibujos para el público infantil y no decidió lanzarse de cabeza al mundo del cómic, primero por respeto, y después –cuando se decidió a hacerlo- se protegió de un salto en el vacío con la red supone Instagram, un medio informal, en el que los riesgos son menores. El sitio Carla Fernández en Instagram también se llama Planeta B, porque la protagonista -Beatriz o simplemente ‘B’-, se siente “un poco diferente y por lo tanto nuestra tarea es contamos porqué ocurre así”.
La publicación en papel de sus dibujos, suele ser uno de los objetivos más ansiados por los creadores, más aún en Canarias, donde las posibilidades de publicar son muy reducidas. Todo comenzó cuando se reunía con sus amigas, sobre todo con su prima Sara Ruiz Díaz a la que considera “muy graciosa, muy ingeniosa” y que con el tiempo ocupó a su lado el papel de coguionista y rotuladora de sus historias. La joven siempre contaba anécdotas y Talamaletina la alentó a que las escribiera, tanto por el fondo como la forma en lo que lo hacía, y entre ambas se construyó una buena parte del imaginario de Planeta B.
El proyecto permaneció bastante tiempo en estado embrionario, hasta que un día -mientras tomaban un café con su amigo Paco Santana- se decidieron a lanzarlo a través de Instagram. Hacerlo así se convirtió además en la excusa perfecta para reunirse todas las semanas, tomar un café, reírse un rato y crear una nueva historia. Comenzaron entonces a repartirse las tareas, Santana se ocupó de todo lo relacionado con las redes, Sara Ruiz de la rotulación, Talamantina de los dibujos y ambas de los guiones. “Al principio teníamos más constancia y cada semana colgábamos una o dos historias, pero luego nos cogió el confinamiento y para matar el rato las subíamos más a menudo”. El proceso se aceleró y el efecto inmediato fue que se ganaron mayor número de seguidores, hasta sumar más de un millar en la actualidad. Pero el proyecto se limitó a las redes hasta hace poco menos de un año, cuando la Fundación les propuso publicar esas historias en forma de libro.
El personaje principal es definido por la autora como “una mezcla de nosotras, de nuestro grupo de amigos porque es ella y su círculo, las anécdotas que nos van pasando, cosas que queremos contar que nos parecen llamativas, alucinantes, a veces buscamos una frase y la ponemos en su boca, en otras recurrimos a ilustrar citas y frases célebres…” En general las historias son auténticas, han ocurrido, pero les dan las suficientes vueltas para que B sea la protagonista, aunque a veces este papel incluso lo ocupan la dibujante, su prima o cualquiera de las amigas que participan en este proceso. Ni ella misma era consciente del número de publicaciones que habían puesto en las redes hasta que desde la propia Fundación se lo dijeron: alrededor de 500.
Todas tienen en común ser historias protagonizadas por mujeres y pueden estar basadas en mensajes enviados desde el móvil, visitas a un psicólogo, un viaje a La Laguna para participar en el Proyecto Krónikas –también organizado por la Fundación-, de manera que ‘B’ es el alter ego resultante de la suma de personalidades de este grupo de amigos. No se puede hablar de un sólo estilo de dibujo en sentido estricto, si no que en muchas ocasiones se adapta el de otros creadores según lo demande la historia. A veces se trata de homenajes que realizan a artistas o escritores, “porque la verdad es que me aburro de hacer siempre lo mismo y busco la forma de ir cambiando un poquito”. Las historias se centran precisamente, en los días previos a la pandemia y en mitad del confinamiento.
En definitiva, Planeta B es un ejemplo perfecto de cómo las redes pueden servir de medio para darse a conocer, lo que la dibujante califica de “fantástico, porque tienes la posibilidad de controlar lo que haces, aunque lógicamente hay que saber hacerlo. Pero eso sí, yo sola no hubiera sido capaz de conseguirlo, todo esto ha sido en gran parte gracias a nuestro amigo Paco Santana, que es el que se encarga de subir las historias, promocionarlas y todo eso. Si hubiera sido por mí creo que no hubiéramos llegado ni a la mitad de seguidores”.
En cuanto a la opinión de la gente, hasta ahora la gran mayoría han sido críticas positivas, lo que no evita que haya aparecido algún hater especialmente cuando cuentan historias de contenido feminista. Otro tanto ocurre al citar frases célebres si a alguien no le gusta o no está de acuerdo. Para evitar problemas en Instagram ellos mismos se controlan y evitan desnudos, contenidos explícitos o historias subidas de tono. La aparición del libro está prevista para finales de octubre de este año.