viernes, diciembre 27, 2024

El taller Mertens se transforma en escuela. Por Noé Ramón

Las históricas instalaciones deberán abrir sus puertas con un nuevo formato en el que prima lo didáctico sobre lo artístico

Fabián Castilla Labrador ya es formalmente el responsable de la que puede ser considerada la cuarta etapa del conocido como taller Mertens. La primera se correspondería con la llegada desde Bélgica del promotor, Alfonso Mertens al sur de Tenerife en 1972, luego la aparatosa mudanza al Viera y Clavijo y a continuación a La Recova. En este último lugar cerró sus puertas, primero a causa de la pandemia, luego unas intensas lluvias que dejaron en mal estado parte del edificio y finalmente la muerte de su promotor.

Castilla entró a formar parte de esta escuela hace 25 años y ahora se ha convertido en la persona encargada de poner de nuevo en funcionamiento las instalaciones. De la época inicial recuerda que “había muchísimo movimiento, venía muchísima gente extranjera, becados, de intercambio universitarios o de escuelas europeas para que los alumnos profundizaran un poco más en el arte gráfico”. En este tiempo ha adquirido los conocimientos suficientes como para ser la persona más adecuada que vuelva a estar al frente de la escuela, de hecho la propia familia de Mertens lo cree también así.

Este intercambio y continua ebullición que fue continua en los años más importantes del taller es considerado por Fabián como uno de los elementos principales que dio lugar a su éxito porque se produjo “muchísimo enriquecimiento artístico, intercambio y llegó a ser un lugar puntero a nivel europeo”. Curiosamente, la mayoría de los usuarios eran extranjeros, especialmente de Amberes donde existe mucha tradición por esta modalidad artística pero también había austriacos, alemanes y belgas, sobre todo”. Castilla llegó al taller después de finalizar sus estudios de Bellas Artes en la Universidad de La Laguna por consejo de su profesor quien le dijo que ésta era la mejor manera de perfeccionar su técnica.

La nueva concesión en el formato “escuela” supone una limitación en cuanto al número de horas y de alumnos. En total, serán tres grupos de 12 estudiantes cada uno que recibirán cuatro horas de clases semanales. Fabián admite que este nuevo formato no tiene nada que ver con el que se vivió en la época en la que Merters estuvo al frente del taller en la que estaba abierto todo el día desde por la mañana a por la noche “y aquí entraba todo el que quería”. En definitiva, en aquellos tiempos, “tú como artista llegabas a la hora y los días que mejor te conviniera para hacer tu trabajo”.

Otro asunto complicado es la catalogación de las cerca de 3.500 obras dejadas por los artistas después de utilizar las instalaciones, siguiendo la tradición de que hicieran donación de una de las piezas con las que habían trabajado. Algo se ha avanzado gracias a la colaboración de estudiantes europeos que llegaban por medio de programas para perfeccionar sus estudios. “Ellos estaban aquí el tiempo que necesitaran y luego dejaban una obra, a parte de, lógicamente, tener que pagar la correspondiente mensualidad para mantener las instalaciones”. 

Entre las figuras más destacadas estaría César Manrique, Maribel Nazco o Pedro González, por nombrar unas pocas. “Muchos artistas que en aquella época eran principiantes dejaban sus trabajos y ahora se han convertido en creadores consolidados”, con lo cual se cuenta con un fondo de incalculable valor que para garantizar su conservación en las mejores condiciones posibles será depositado en el Museo de Bellas Artes de Santa Cruz.

El proceso que ha concluido con la concesión durante dos años, lo resume Castilla como “el típico papeleo, mucha burocracia pero afortunadamente ya llegamos al final y ahora toca esperar a la firma para comenzar a trabajar”. Con antelación se deberá emprender una puesta a punto del local que lleva cerrado varios años y aún presenta los desperfectos ocasionados por aquellas intensas lluvias. “Tenemos que ordenar y limpiar a fondo porque el primer día todo debe estar limpio ordenado y en su sitio”, indica Fabián quien señala que ya han sido numerosas las personas que han mostrado su deseo de matricularse en la escuela.

Para llegar a este punto se tuvieron que emprender diversas iniciativas a favor de la reapertura y de hecho se llegaron a recoger cerca de 14.000 firmas. “Ha habido un movimiento social muy importante porque la gente, sobre todo, de la Facultad y de la Escuela de Bellas Artes es consciente de la labor que se ha realizado y la importancia que tiene en su círculo. Les puedo asegurar que no es un taller cualquiera por la maquinaria que hay dentro y luego además su historia supone un añadido”.

El profesor quiere ser optimista sobre la posibilidad de que algún día pueda volver a convertirse en un centro parecido al anterior y para ello estudian algunas posibilidades como pasar a ser una Fundación o adoptar alguna otra fórmula. “Estamos hablando de una licitación que nos han dado por dos años pero para mí lo lógico sería introducir cambios en memoria de Alfonso Mertens que fue quien adquirió una maquinaria para hacer litografía con piedras que no se puede encontrar en ningún otro sitio de Canarias y muy pocos, incluso en Europa”.

Por lo pronto Fabián tiene ante sí un período de dos años en los que podrá ir tanteando otras posibilidades, decidir sobre el futuro y principalmente dar uso a unas instalaciones únicas. Apuesta por una fórmula que tenga mayor perdurabilidad en el tiempo, “no que cada dos años tengamos que volver a hacer otra licitación, con concurso, publicación, parar durante un tiempo…”. Pero considera que los  propios responsables políticos también son conscientes de que se le puede sacar más partido al taller que como simple escuela, aunque por el momento tengan que reducirse a este modelo. 

En principio, el grupo que ocupará el taller el viernes, estará dedicado a personas con mayor experiencia, lo más parecido a los antiguos artistas, con la limitación de tener que hacerlo todo en cuatro horas. “Tan sólo en lo que sacas el material al principio y lo recoges al final se ha ido mucho tiempo”, por lo tanto se habla de todo un proceso creativo al que se le deben poner las mínimas limitaciones posibles para que se pueda llevar a cabo en condiciones óptimas.

Carine la mujer de Mertens lo calificó como “un hombre muy callado”, mientras que Castilla lo define como “una persona muy activa, nunca paraba  y por eso consiguió ser muy conocido en un momento clave como eran los años setenta en los que empezaron a surgir las artes gráficas y él supuso toda una innovación y más aún en Tenerife. Todos los artistas de aquel momento querían trabajar con él”.

Fue el entonces alcalde, Manuel Hermoso quien decidió ir hasta Arona donde se había instalado inicialmente el taller para convencer a su propietario para que se instalara en Santa Cruz y para ello les ofreció unas instalaciones de lujo como era el parque Viera y Clavijo. Esta actitud política resulta hoy un tanto sorprendente, aunque Fabián lo atribuye “a un fruto de la época, fue el momento y la circunstancia adecuada”. En aquel entonces el control estaba en manos del Ayuntamiento pero el artista tenía libertad total para hacer lo que estimara conveniente, además a través de una empresa montó en 1987 el primer escenario de un Carnaval y también ideó la cubierta de la plaza de Toros, actualmente en estado de absoluto abandono. La apertura de la escuela está prevista coincidiendo con el comienzo oficial de curso y con el de otras del Ayuntamiento dedicadas a la cerámica, bordados o folclore.

Sorprende que Mertens escogiera Tenerife para desarrollar su labor, pero el origen de esta decisión parece situarse en que conocía a algunos de los residentes de la urbanización Ten-Bel de Arona, construida por belgas. En su país de origen dejó otro taller que también ha ido adquiriendo renombre internacional. Una vez en Tenerife escogió el pueblo de Arona como lugar donde asentarse porque no le gustaba mucho el desarrollo turístico que iba adquiriendo el Sur.

Luego vino una aparatosa mudanza a Santa Cruz que consistió en el traslado de una maquinaria cuyo peso rondaba las 26 toneladas, por lo que la propia policía tuvo que hacer las labores de escolta a lo largo de una autopista que no tiene mucho que ver con la actual. Tras fallecer Mertens y decidirse que donara el material al Ayuntamiento, el propio Fabián se encargó de realizar un pormenorizado inventario para cotejar lo que había en el taller con lo que venía en el testamento y su estado. Alguna maquinaria había desaparecido y otra no estaba en condiciones de ser utilizada. Uno de sus hijos se quedó con tres de ellas pero ha cedido el uso al Ayuntamiento, que es el propietario total de las restantes.

De estudiante a artista 

Antonio Brito, conocido con el pseudónimo de Brito, fue uno de los alumnos de la Escuela gracias a la cual luego dio el paso a ser considerado un artista de los tantos que durante aquellos años utilizaban el taller como plataforma para dar forma a sus creaciones. No duda de que este espacio debe volver a abrir sus puertas al igual que lo hacía en aquellos años, y que en el mismo deben tener cabida tanto artistas como estudiantes. “Si la concejal tuviera un poquitito de sensibilidad lo permitiría porque en su momento llegaron hasta aquí personas de renombre internacional. De este taller han salido grandes obras y el material que se encuentra aquí no lo puedes ver en ningún otro lado”. Durante años Brito fue uno de los habituales usuarios del taller y ahora espera que se ponga en funcionamiento lo antes posible, aunque lo vuelva a hacer como alumno”. Algo que considera una paradoja en cuanto que hace ya tiempo que recibió la formación suficiente para dar el siguiente paso.

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