lunes, julio 7, 2025

Exposición «Fadrines», en el L’ETNO. Museu Valencià d’Etnologia. Por Álex Ro

Del 16 de octubre de 2024 al 28 de septiembre de 2025.

Fadrines es el término en valencià que designa a las mujeres que deciden no casarse, ser solteras.

La norma, que en realidad no ha cambiado tanto, dicta que el objetivo social de la mujer es casarse y tener hijos, y, por lo tanto, aquellas que no cumplen con este dogma, son señaladas públicamente con expresiones denigrantes como solteronas, estás para vestir santos, se te pasa el arroz

Pero, ¿la vida de la mujer es solo casarse y reproducirse? A esta doble cuestión intenta responder la exposición diseñada por el Museu Valencià d’Etnologia con una instalación de pequeñas dimensiones, cargada de mucho simbolismo que hace frente a este discurso mayoritario sobre la función social de la mujer.


Como si fuera una metáfora, la exposición se articula en una pequeña habitación oscura, con un bloque central que representa la función tradicional de la mujer, y tres estaciones a modo de satélites que nos hablan de las disidencias femeninas, buscadas o sobrevenidas.


Ojos que escudriñan junto a expresiones del refranero popular para controlar a la mujer, obligarla a comportarse como los demás esperan de ella. Mujer sin varón, ojal sin botón; Solterona que pasa de treinta, de rabia revienta… acompañan el primer objeto, que no es otro que un yugo, ese instrumento agrícola que permite unir una yunta de bueyes. ¿Por qué un yugo? Porque por un lado simboliza el amarre, la unión, y por el otro lado, es el paño que se colocaba sobre la cabeza de la novia y los hombros del novio durante el ritual nupcial. La mujer subyugada.

En la casa donde hay solteras, no se crían telarañas; Quien tiene hijas solteras muere rico… frases que enmarcan el segundo objeto: unos guantes de cocina. Porque la mujer es la cuidadora, es la que debe sacrificar su vida por el bienestar de familia y, por lo tanto, no debe casarse. Lo retrata fielmente Laura Esquivel en su libro, después convertido en película, Como agua para chocolate cuando la hermana menor no podía casarse porque estaba predestinada a cuidar a la madre en su vejez. Unos guantes de cocina, rosados, simbolizan esta opresión femenina que, aunque a nuestros ojos del siglo XXI parezca una práctica retrógrada y superada, solo hay que mirar las cifras de mujeres que dejan su carrera profesional para dedicarse al cuidado de sus hijos y marido para entender que esta idea está muy vigente en la actualidad. Soltería sobrevenida, obligada por la tradición, y valorada socialmente.

Si aspiráis a un marido sin defectos, habréis de guardaros para vestir santos… junto a unos tickets de trenes, simples boletos, simboliza una interpretación de la soltería como espacio de libertad femenina, de poder moverse sin restricciones porque el refranero también dio voz a esta disidencia social: Vale más vestir santos que desnudar borrachos.


Cuando la mujer tiene dinero, el marido está de más… Acompaña esta estación una reseña del artículo 59 del Código Civil franquista: El marido es el administrador y el usufructuario de todos los bienes de la sociedad conyugal. La independencia económica, como si se aplicara el viejo axioma socialista del control de los medios de producción como paso previo para la libertad, era la base para que una mujer pudiera decidir por su cuenta mantenerse soltera y ser aceptada socialmente. Y por ello, el objeto seleccionado es un bote de colonia de lujo por su doble lectura, como expresión del autocuidado al dedicar sus recursos en beneficio propio y, al mismo tiempo, al ejemplificar que, en esta situación de independencia económica, la mujer podía elegir con calma al hombre de su interés empleando sus “armas femeninas”.


Madre, ¿qué es casarse? Hija, es sufrir, parir, llorar… El rechazo al matrimonio para no asumir vasallajes con su marido no conllevaba el enclaustramiento de la mujer. Por ello, esta estación se ilustra con el libro El encaje roto. Antología de cuentos de violencia contra las mujeres de Emilia Pardo Bazán, escritora soltera que, como sabemos, pagó el peaje de ser mujer literata (se infravaloraba su escritura frente a mediocres escritores masculinos que eran encumbrados por los críticos) aunque vivió una vida plena, eligiendo sus amantes sin dar explicaciones a nadie.

Para reforzar el discurso sobre la mujer, cada una de las estaciones viene ilustrada con una pieza de Nuria Riaza que reinterpreta simbólicamente fotogramas de una serie de películas. Así, en los cuidados obligados transforma una imagen de Viridiana (Luis Buñuel, 1961) en un Cristo que se sacrifica con su corona de espinas. Para la libertad de movimiento, simbólicamente emplea una imagen de Idgie Threadgoode de Tomates verdes fritos (Jon Avnet, 1991) en la que abre un tarro de donde salen abejas volando. La libertad económica, la representa con una Lara Croft de Tomb Raides (Jan de Bont, 2003) vestida con quimono estampado con una garza al vuelo de estilo oriental. Y la mujer libre, que maneja las riendas de su vida, viene ilustrada por un fotograma con la protagonista de Mary Poppins (Robert Stevenson, 1964) con su paraguas para volar y su pañuelo de estética palestina. A esta presencia física de la exposición, hay que añadir una serie de vídeos online en donde varias actrices dramatizan la situación de la mujer abordada en cada estación.

Esto es Fadrines, una exposición breve en cuanto al recorrido pero de profundo calado en cuanto al discurso, valiente y atrevido para los tiempos actuales de pensamiento reaccionario.

Fotografías y texto de Álex Ro

Popular Articles