Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (30 de octubre 2024-26 de enero 2025)
La obra de Goya es una bombilla que ilumina un siglo en España marcado por el oscurantismo, y como luz en esa noche perpetua, ha sido el faro hacia donde se han encaminado las almas perdidas que necesitan del color para sobrevivir. Entre esas ánimas peregrinas se encuentra Lita Cabellut quien, por esos recovecos del azar, terminó conviviendo en su casa con la obra de Goya al adquirir una copia de los Disparates. Ver, volver a ver, mirar, meditar, interpretar, intentar leer a Francisco de Goya fue una encomienda durante años, un ancla entre la realidad y la imaginación de Lita Cabellut. Tanto habló con esas láminas que, cuando decidió hacer público este diálogo interior, lo realizó de una manera natural, dando lugar a esta exposición en donde maestro y discípula se dan la mano.
El proceso creativo de Cabellut parte de la concepción de una escenografía en donde sus modelos se transforman en telas vivas sobre las cuales pinta, organiza, disfraza… creando una grotesca mascarada tan del gusto de Goya (una de las posibles interpretaciones dadas a los Disparates ha sido justamente esa, la de una lectura carnavalesca de sus láminas). Una vez que logra dar vida a esas ideas que borbotean en su mente, las fotografía y las transfiere al cuadro. Primer paso para crear su obra, pues a partir de ahí, como nuevas máscaras, va superponiendo capas de pintura, craqueladas y cortadas. Porque para Cabellut, sus cuadros son como la existencia misma, muchas capas superpuestas sobre la urdimbre de la vida, ese lienzo crudo y marrón que se entrevé en sus pinturas. Y si los lienzos son la vida, los colores navegan entre el banco y el negro, entre el sí y el no, entre lo puro y lo contaminado, con todos los matices que se puedan imaginar entre ambos tonos.
Esta concepción espacial de su obra hará que su mensaje trascienda el propio lienzo, al concebirlo como un ente abierto. Las esculturas, construidas siguiendo la misma técnica que los cuadros, rompen la frontalidad de la pintura creando un pequeño universo por el cual deambular y en donde resuena la propia voz de Lita Cabellut en forma de poemas. Porque no siempre vale con el aquelarre de blancos y negros para exorcizar las inquietudes surgidas de este diálogo con Goya, sino que es necesario la palabra para sacar al exterior los nudos que atenazan el alma de la pintora. Tal es la intensidad que fluye en esta exposición que hacen cierta las palabras de Cabellut: ¡No hay textil que resista la pasión de Goya!
