jueves, diciembre 26, 2024

Halloween no es Carnaval. Por Carlos Jesús Pérez Simancas 

Hoy leyendo en muchos muros de Facebook, leo sobre comparar la fiesta de Halloween (anglosajona) con los Carnavales. Aluden a la importación de una fiesta y otra. ¿Pero qué tan cierta es esa afirmación?

Hoy y gracias a una potente mercadotecnia, Halloween se ha convertido en una celebración mundial. Incluso en países de larga tradición cristiana como España amenaza con llevarse por delante a las cristianas festividades de Todos los Santos y Fieles Difuntos.

Aunque Halloween significa (All hallow´s eve), del inglés antiguo, all hallows eve, o Víspera Santa, pues se refiere a la noche del 31 de octubre, víspera de la Fiesta de Todos los Santos. La fantasía anglosajona, sin embargo, le ha robado su sentido religioso para celebrar en su lugar la noche del terror, de las brujas y los fantasmas.

Los inmigrantes Irlandeses, a mediados del siglo XIX, introdujeron su fiesta de Halloween en los Estados Unidos donde llegó a ser parte del folklore popular. Allí se le fue despojando de las capas cristianas y se fue descarnando una fiesta, a la que se le añadieron diversos elementos paganos. La creencia en brujas, fantasmas, duendes, drácula y monstruos de toda especie, es originaria de los primitivos pueblos celtas. En una vuelta de tuerca, la festividad del Samahin volvía a sus fueros sin la pátina de cristianismo.

Los celtas ya celebraban, desde el siglo VI, el fin del año con la fiesta de Samhein (o La Samon), fiesta del sol que comenzaba la noche del 31 de octubre. Marcaba el fin del verano y de las cosechas. El colorido de los campos y el calor del sol desaparecían ante la llegada de los días de frío y oscuridad.

Creían que aquella noche el dios de la muerte permitía a los muertos volver a la tierra fomentando un ambiente de muerte y terror.

La separación entre los vivos y los muertos se disolvía aquella noche y haciendo posible la comunicación entre unos y otros.

Según la religión celta, las almas de algunos difuntos estaban atrapadas dentro de animales feroces y podían ser liberadas ofreciéndole a los dioses sacrificios de toda índole, incluso sacrificios humanos. De ahí la creencia actual a una noche terrorífica, llena de las peores pesadillas. Muy lejos de la festividad exportada por los irlandeses, que era un recuerdo a los difuntos y para dar luz a las almas del purgatorio, punto este que se asemeja con el día de Difuntos en España.

¿Qué pasa con el carnaval?

Hay un fuerte consenso entre los historiadores sobre el origen pagano de esta festividad. La versión que muchos de ellos sostienen explica que se trataba de una celebración que se producía en invierno y que se remonta a 5.000 años atrás. Esta tradición impulsada por los sumerios y egipcios consistía en hacer una especie de ritual en una gran hoguera para venerar a sus dioses y pedirles la expulsión de los malos espíritus de las cosechas. Eran fiestas en las que se producían todo tipo de excesos.

Con el paso de los años, los griegos se sumaron a esta festividad, como también hicieron los romanos. En este último caso, algunos relacionan el origen del Carnaval con Saturnalia (un gran banquete que es el que, a su vez, acabó derivando en las celebraciones navideñas), mientras que otros lo vinculan a Lupercalia (se trataba de una bacanal parecida a Saturnalia, pero que hoy se celebra en motivo de San Valentín).

En un contexto de grandes banquetes de alimentos, un consumo enorme de alcohol e incluso de excesos sexuales, los historiadores apuntan a la aparición de las máscaras, un elemento característico del Carnaval. En esas fiestas, uno de los objetivos era mantener el anonimato para que nadie supiera exactamente quién estaba cometiendo determinados excesos.

Más adelante, con la expansión del cristianismo, algunas festividades de origen pagano fueron evangelizadas, y una de ellas fue el Carnaval. La religión cristiana moduló y adaptó esta celebración: lo que propuso fue que la gente disfrutara de los últimos tres días previos antes de iniciar la Cuaresma, un periodo de penitencia de 40 días hasta el domingo de Ramos y también de ayuno.

De hecho, la palabra Carnaval proviene de la expresión latina carnem levare, que significa quitar la carne. Esta expresión, en consecuencia, representa lo que había que hacer durante la Cuaresma. En la época medieval, la población se disfrazaba y ocultaba sus rostros bajo unas máscaras y se reunían para hacer comilonas y bailes.

Con el paso del tiempo, la fiesta adoptó un carácter laico y se popularizó en muchos países. Cada estado ha adoptado sus propias costumbres y tradiciones en el marco de la celebración del Carnaval.

Por lo tanto, aunque creas que el carnaval es importado, no lo es pertenece a nuestro ámbito geográfico y cultural. Somos herederos de Roma y por lo tanto de la tradición grecolatina, para lo bueno y para lo malo. El carnaval se celebraba en Hispania antes que la fiesta de difuntos. Bien, podrás argumentar que en la península ibérica vivían celtas, sí, pero sus tradiciones se romanizaron y se mezclaron con la realidad latina.

Así que Halloween es una fiesta producida por el gran mercado estadounidense que retiró todo lo católico de la fiesta para crear algo diferente y con menos de 100 años. Mientras que el carnaval es algo que está inculcado en nuestra cultura. El carnaval simplemente es una festividad de fin de año romana, que se quedó colgada cuando Julio César trasladó el fin de año de marzo a Diciembre. Fiesta heliáca más antigua que el propio idioma español.

Así que busca otro argumento para hablar de fiestas importadas.

Carlos Jesús Pérez Simancas

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