La palabra pionera, parece haber sido inventada para creadores como la dibujante catalana Isa Feu, quien junto con otras mujeres como Nuria Pompeia, Marika Villa o Laura Pérez Vernetti, formaron parte de la contracultura barcelonesa, casi monopolizada por hombres. Al mundo de la historieta confiesa que llegó un poco por casualidad, lo que es lógico si se tiene en cuenta que en aquella época dedicarse al dibujo era algo impensable, una especie de mito inalcanzable. “La culpa” la tuvo su pasión por los tebeos y coincidir con los dibujantes Roger y Antonio Pamies, en el mismo curso del colegio Isabel de Villena. Su profesor de francés, Eliseu Trenc Ballester, les puso en contacto con los hermanos Farriol i Mariscal, a lo que se suma que Roger estudiaba inglés junto a Max, de manera que por arte de magia los cuatro entraron a formar parte de la plantilla de El Rrollo Enmascarado. En 1974 edita el De Quomic junto a Roger y Pamies y colabora en los distintos tebeos de El Rrollo como Picadura Selecta, El Sidecar, A la Calle… Feu entraría en la revista El Víbora a partir del número 25 iniciando la que sería su primera serie Corazón Loco.
-¿Nunca se sintió discriminada por ser mujer durante aquellos primeros años?
-No, nunca me sentí discriminada por ser mujer, hasta que ya llevaba un tiempo trabajando en El Víbora, y su editor lo dejó claro constantemente: “Éramos mujeres que dibujábamos. Ellos era los dibujantes”. Era la única mujer hasta que llegaron Laura Perez Vernetti, Pilar y Marta Guerrero. Nunca tuvimos problemas con los compañeros pero otra cosa era con los editores. De hecho, en todos los años de El Víbora la única portada hecha por una mujer la hizo Laura Perez Vernetti pero más bien porque firmaba como Maracaibo, así que nadie sabía que era una mujer.
-¿Ser pionera supuso un peso para usted?
-No, porque yo no me sentía una pionera. Nadie me trataba de forma distinta. Sencillamente era una más.
-¿Le ha gustado hacer guiones y dibujos a la vez?
-En El Rrollo hice mis guiones y en El Víbora también con Corazón loco, entre otros varios. Luego trabajé con guionistas como Tornassol, Maite Perez y Nin, pseudónimo de Checho Irigoyen. Precisamente, Emili, de la Editorial La Cúpula, está preparando un volumen recopilatorio de todas las historietas que publiqué en El Víbora.
-Creo que gran parte de su carrera transcurrió en el cine y en la televisión haciendo decorados.
-Sobre los años noventa empecé a trabajar en el cine como ayudante de decoración y la verdad es que era algo muy absorbente y no pude hacer mucho más durante ese tiempo. Al final te ves las 24 horas trabajando porque cuando no es la decoración, son los textos o preparando un rodaje…
-¿Trabajó mucho con el mítico guionista Onliyú recientemente fallecido?
-No, pero siempre hemos sido muy amigos. Era un personaje muy interesante y ahora justamente pensábamos hacer un proyecto. Nos estaba enviando relatos cortos a distintos dibujantes de todas las generaciones pero como desgraciadamente murió no llegamos a cerrar nada y en realidad tampoco sé exactamente cuál era su intención. En su momento él me presentó a Maite Pérez con la que sí trabajé pero con él directamente no hice nada, intentamos hacer un proyecto sobre Leonora Carrington pero decidí dejar los tebeos porque cada vez me interesaban más la mitología y estaba haciendo un guión que se llamaba El Cuervo Blanco que hablaba sobre su transformación en un cuervo negro. Al editor de El Víbora, Berenguer todo esto no le interesaba nada. Lo cierto es que aunque no me sentía distinta a los compañeros, Berenguer siempre tuvo claro que tanto Laura, como Marta Guerrero y yo éramos mujeres, que no era una dibujante más sino una mujer que dibujaba. Me empecé a mosquear un poco y lo dejé. Además, la última historia que me compró no la llegó a publicar. Fui a Madrid a trabajar en revistas como Marie Claire o en La Vanguardia Mujer de Barcelona y me dediqué a la ilustración, a pintar y hacer exposiciones.
-¿Cuál diría que era la principal diferencia entre El Jueves y El Víbora?
-Pues, que El Jueves era una revista de humor satírico y desde El Víbora, al principio hacíamos historietas con una temática muy variada, de todo tipo, era muy libre. Yo explicaba cosas de la Universidad porque estaba estudiando, Roger junto a Montesol hacían una serie sobre la Guerra Civil, Gallardo hacía Makoki, Max Peter Pank… hacíamos lo que queríamos. Era una revista muy abierta, mientras que El Jueves iba más en la línea de las que había en la República de humor satírico que es distinto.
-¿Y entre el underground barcelonés y la movida madrileña?
–Ouka Lele y Ceesepe siempre decían que la movida madrileña comenzó en Barcelona cuando el underground ya estaba muy asumido. La principal diferencia sería que lo de Madrid estaba muy respaldado política e institucionalmente, con el alcalde aquel…
-Tierno Galván.
-Sí, él los apoyaba mucho, nosotros en cambio nunca tuvimos esa ayuda exterior.
-Casi mejor…
-Claro, porque entonces no sería underground. Es un sinsentido que la contracultura sea respaldada por los políticos. Aunque no se sabe muy bien cómo siempre ocurre que cualquier movimiento acaba siendo apropiado por el poder y a nosotros eso también nos pasó
-Pero lo de ustedes era un poco más bestia que lo de la movida.
-Bueno, había un poco de todo, éramos muy eclécticos, absolutamente eclécticos y aunque todos fuimos amigos, otra cosa era lo que hacíamos en nuestra vida privada. Por ejemplo, yo estudiaba Neurología hasta que a los treinta años lo dejé porque me parecía muy complicado compaginarlo con los dibujos y la verdad es que me gustaba más ser artista. Eso es algo que no puedes escoger porque te sale de adentro. En la época de El Víbora, dibujaba, trabajaba, estudiaba y además a los 26 años tuve a mi hija Clea.
-Hace algunos años se hizo una exposición en el Reina Sofía que sirvió como un homenaje y reconocimiento a las autoras pioneras de aquellos años, entre las que estaba usted.
-Sí, fue muy bonito. Con la concienciación del feminismo nos empiezan a hacer un poco de caso y es cierto que en aquella época lo teníamos difícil. En El Víbora no nos dejaban hacer el color y ya digo la única portada de una mujer la hizo Vernetti porque firmaba con un seudónimo y un dibujante italiano le preguntó al editor quién era aquel autor que le parecía muy interesante y luego en Cairo jamás hubo una mujer dibujante en la plantilla. Cuando la exposición del Reina Sofía como hablo mejor en catalán que en castellano me preparé la entrevista en castellano pero mi sorpresa fue que me dejaron hablar en catalán. Todas éramos de Cataluña, menos Marta Guerrero que es de Madrid pero habla muy bien el catalán porque estuvo muchos años viviendo en Barcelona.
-¿Cree que realmente se reconoce el papel que jugaron?
-Claro, me parece muy bien que se revalorice. Somos dibujantes y lo importante no es tanto que seamos hombres o mujeres, sino dibujantes y lo que dibujemos. Que quede claro; nunca hubo discriminación con los compañeros pero en cambio los editores sí tenían siempre muy presentes que éramos mujeres. Aparte de nosotros había otras como Nuria Pompeia, Marika Vila… siempre quedabas muy relegada, muy olvidada y por eso está bien que nos den el valor que tenemos.
-¿Las nuevas autoras también reconocen su legado?
-Sí, evidentemente. En septiembre tuvo lugar la novena edición del Gutter Fest en Barcelona que organizan autores jóvenes y nos pidieron a Laura Pérez y a mí que habláramos sobre nuestros comienzos. Les hizo mucha ilusión que colaboremos juntos. Tanto a ellos como a nosotras.
-¿Siempre ha sido así o hay épocas en las que no se han sentido tan reconocidas?
-Eso te lo podría responder más bien Laura que siempre ha trabajado porque yo he estado muchos años un poco alejada del mundo del tebeo. Nunca he dejado de dibujar, me considero historietista, siempre intento explicar alguna cosa pero sí que me alejé un poco porque el mundo del cine es muy absorbente. Es fulltime, cuando haces decorados y o bien estás montando o estás desmontando y no pensaba mucho en ello. Este reconocimiento me ha cogido un poco por sorpresa.
-¿Cuáles serían sus principales trabajos para el cine o la televisión?
-He hecho series y películas catalanas y la última que hice fue Tirant… de Vicente Aranda en Madrid.
-¿Cuáles cree que han sido sus obras o personajes más reconocidos?
-La única ocasión en la que tuve personajes fijos fue cuando hice Corazón Loco que eran tres chicas, que se llamaban Ana, Xima y Ros y la verdad que sí hice bastantes historias con estos personajes y sus amigos. Pero luego nunca he tenido personajes fijos.
-¿Qué proyectos ha hecho recientemente o tiene previsto hacer?
-Con la pandemia hicimos cuatro números de un tebeo que se llamaba Lardín. Ahora estamos reeditando el De Quomic que es de los años setenta y un tebeo de dibujos para colorear que edita Nico de la librería barcelonesa Fatbotton, situada en el Raval y que a parte de tener los álbunes que se imprimen está especializada en fanzines y tebeos autoeditados. Adosada a la librería hay una imprenta, Maquina Total, que permite imprimir en digital, risografía y serigrafía. Este año Pablo Taladro, coordinador del tebeo autoeditado, Autobulling me ha pedido colaboración para su número 8 y yo me he ofrecido para colaborar en el número 5 de Forn de calç, un tebeo en catalán que edita Entinció edicions.
-¿Cómo definiría su estilo?
-Línea clara, básicamente y muy tebeístico. Trabajo tanto en blanco y negro como en color. Actualmente estoy enfrascada en un proyecto personal que está enfocado en el mundo de un pequeño pueblo payés y sus pequeñas historias. Tiene como título general El poble de Q y está basado en mis recuerdos de cuando era pequeña en mi pueblo natal, Sant Climent de Llobregat. Mi intención es publicarlo en tebeos, periódicos impresos y digitalmente en Maquina Total.
-Por lo que veo tiene un sentimiento del catalanismo muy marcado.
-Claro, es que soy catalana. Es lo que tenemos los catalanes que hablamos catalán y nos sentimos catalanes.
-Quería decir que si por ello cree que le han cerrado alguna puerta.
-Creo que no. Soy una persona muy abierta. Se supone que el catalán es una lengua de España, al igual que el gallego o el vasco y si eso no se entiende o no se vive así lo mejor es que nos dejen ir.
-¿Cree que actualmente existe una involución a la hora de comprender al hecho catalán?
–Sí, porqué hay menosprecio, cosa que antes no percibía.