En una emotiva entrevista para el medio colaborativo de DocuRock, Culturamanía, Fran, reconocido como un «Folclorista underground» en las Islas Canarias, nos lleva en un viaje a través de su ecléctica carrera musical. Desde sus humildes comienzos en el folclore hasta la exploración de diversos géneros y estilos, Fran comparte sus experiencias, desafíos y reflexiones sobre la música que ha conquistado a una gran parte de las Islas Canarias. Además, nos brinda un adelanto exclusivo sobre su próximo álbum, «¡Disculpen mi desorden!», y sus visiones para el futuro en la vibrante escena musical canaria.
En el concierto del 7 de septiembre en Multicines Tenerife, estarás presentando tu música única y ecléctica. ¿Cómo describirías tu estilo musical y la fusión de influencias que lo componen?
R- El día 7, dentro de DocuRock, adaptaré mis temas a la temática de la película que se proyecta. En este caso, será «La La Land», así que los temas de mi repertorio que tocaré en solitario irán enfocados al rock and roll clásico y blues, pero con mi firma. Mi estilo es no tener estilo. Revisando mi discografía, se observa que ha ido mutando según mis necesidades. Aunque cuando empezamos, estábamos pegados al rock en español, a medida que avanzamos, fuimos incorporando estilos random de los que aprendíamos algo: reggae, rumba, swing, latin, ska… Todo fue un camino para llegar hasta aquí con un bagaje bueno y diverso. Nunca me gustó pelear por ser el «más rockero,» el del «reggae más puro,» el más «happy flower» y pollabobadas de esas, más cuando en el S. XXI, y con las tribus urbanas destruidas por la globalización, es una «boomerada» como una casa, con todos mis respetos.
Fran, tu música se caracteriza por ser auténticamente canaria, pero también abarca elementos de músicas del mundo. ¿Cómo logras mantener ese equilibrio entre la identidad canaria y las influencias globales en tu música?
R- El equilibrio es no inventarme nada. Yo he tocado folclore desde los 5 años, primero en casa con mi padre, después en agrupaciones folclóricas. Tuve mi primera escuela de folclore a los 16, y ya desde los 14 daba clases de timple a las amigas de mi abuela del barrio, cobrando 2000 pesetitas, casi nada. Hay proyectos de música canaria que buscan ahondar en las raíces, y hay proyectos de música canaria que buscan exprimir la teta de las arcas. Y por estos últimos se ha denostado nuestra música más intrínseca. Y se nota cuando a alguien de repente, después de años tocando un estilo determinado, le da por fusionar sin haber tocado una folía ni ‘en su vida, ni en bajada’. Si la música popular no la puede cantar mi abuela, eso de popular tiene lo que yo de Pavarotti. Todas las demás influencias las he ido incorporando con la experiencia. Tiempo y dedicación, es lo único que se necesita si quieres hacer algo tuyo.
Eres conocido por incorporar sátira, humor y letras sagaces en tu música. ¿Cómo encuentras el balance entre transmitir mensajes significativos y mantener el entretenimiento y la ligereza en tus canciones?
R- Creo que la clave está en el lenguaje, las palabras que usamos. Hay que tener arte para hacer llegar un mensaje de una manera funcional, y para eso hay que saber deconstruir tu música o construirla según la ocasión. A menudo, con dos acordes y un buen estribillo que no te quites de la cabeza es suficiente. La música mal llamada «fácil» o «sencilla» por algún «erudito» de pacotilla, tiene su función, no hay que llegar a ser Charlie Parker o Chopin todo el tiempo, eso es muy cansino.
Tu nueva producción discográfica, «¡Disculpen mi desorden!», está a punto de estrenarse. ¿Podrías darnos un adelanto sobre qué podemos esperar de este álbum en términos de estilo y contenido?
R- Para empezar la historia de este nuevo trabajo, habría que recalcar que es la culminación de un nuevo camino musical que decidimos tomar a causa de un hecho que ocurrió con un murciélago, no sé si les suena. Después de esta oscuridad, decidí hacer cosas que nunca hubiera hecho, y ahí apareció la música electrónica. Durante el año 21 y 22 lanzamos varios singles con base de Country Dance (con qué poquito soy feliz), electrobalkan (Siempreviva) o una canción que me ha dado muchísimo, Mago de ciudad, con una base de “jarco canario”, una reivindicación para dignificar la canariedad de nuestros barrios. En ‘Disculpen mi desorden’, se encuentra el resultado de un año de experimentación mano a mano con Raico Mejías como productor y timplista de la banda, en Taco 17, nuestro propio estudio. Aprovechando la democratización de la tecnología, hemos montado nuestro propia manera de hacer música. Antes, grabábamos discos orgánicos en los cuales gastábamos miles de euros, con el resultado de escuchas de mi prima y poco más. Con este nuevo recorrido, a base de prueba y error, hemos llegado a más público siendo las más reproducidas y con más impacto. Ahora llegó la hora de mostrar algún joropo/trap, afro beat, electro celta, o merengue ¿Por qué no? Estos nuevos temas ya los hemos presentado en directo y durante varios meses los hemos pulido con las reacciones del público, depurando partes que no funcionaban y volviéndolas a retocar y probar en directo. Todo un éxito para nosotros, y no haciendo caso a una industria de unos y ceros, que sinceramente me la suda y me da más bien poco, ya que Puerto Rico me queda un poco lejos, no sé si se me entiende.
Has mencionado en entrevistas anteriores que eres un «Folclorista underground» de las Islas Canarias. ¿Qué te inspiró a asumir este rol y cómo crees que tu enfoque musical contribuye a la escena musical canaria?
R- Las etiquetas, etiquetas, etiquetas, somos unos cansinos en general. Esto es aquello, y aquello es demasiado poco esto, porque tú eres demasiado poco esto, con lo cual lo tuyo; ¡Caca!… me lo dijo uno que era muy de esto y así todo el santo día, ¡Chiquitos pesados! (no lo digo por el entrevistador ni por este medio jajaja)… Después de 15 años, tuve que sucumbir a las etiquetas para poder situarme un poco frente a los demás, pero obvio no iba a ponerme una que esté inventada.
Mi mensaje sobre Canarias llena plazas, por todas las islas, genera emociones, y noto que el público nos quiere de verdad, lo demuestra. Mi música no sale en el circuito mainstream de la canariedad, se asoma de vez en cuando, pero me muevo desde el underground. Mi música nació en la calle, y no habla ni de coches de lujo ni de gente ligera de ropa tocándose la caja de la herramienta en la playa. Para mí, Canarias es mucho más que gente guapa hiperpositivista ignorante, con una falsa tropicalidad que nadie les ha pedido. Eso solo es un producto de una minoría, inflado a base de perras, marketing e influencers mediocres que lo más canario que han visto es un vaso de plástico de un festival. Fuera de eso, y con la gente real, estamos nosotros. Y creo que esa es la clave de nuestro éxito, desconectar del complejo “Morenito canario de Instagram”.
Tu música a menudo desafía las convenciones y normas de la música tradicional. ¿Qué te motiva a explorar territorios no convencionales y qué desafíos has enfrentado al presentar tu propuesta musical única?
R- Llevar la contraria a tus predecesores en cualquier corriente artística es algo que se ha dado desde el principio de los tiempos, y yo no iba a ser menos. ¿Qué no haría esa gente? ¿Qué desecharían por ser una locura o poco factible? He ahí mi mantra. Mis referentes en la música canaria viven a dos calles; es más fácil que se enteren. Y muchos me lo han hasta agradecido: «¡Ya era hora! Que viniera alguien y que cantara aunque sea la ‘Cantata del mencey subnormal’, esto estaba irrespirable». Es el mayor piropo que me han echado, un gran referente del timple, y una anécdota que resume mis intenciones y que llevaré conmigo siempre con orgullo. Los mayores inconvenientes, al principio, fueron las opiniones de puristas. Son irrelevantes, ya que salen de gente que va los martes y los jueves de manera amateur, a la asociación de vecinos a tocar la bandurria, respetable y labor necesaria, pero irrelevante. Esa gente no ha pagado una factura viviendo de la música, porque son abogados o directores de banco. Me costó, pero como reto aprendí a ignorarlos hace mucho tiempo. Con los años hemos logrado convencer a otra mucha gente de dentro del mundo folclórico, y de lo más orgulloso que estoy, hemos logrado atraer a personas que no le interesaba esto, a aprender un poco más, libremente y sin prejuicios de nuestra música.
En tu evolución musical, ¿has sentido alguna vez la presión de mantener cierta coherencia mientras experimentas con diferentes estilos y enfoques? ¿Cómo encuentras el equilibrio entre la evolución artística y la conexión con tus seguidores?
R- Me lo tomo como un riesgo, hoy estamos hablando de los éxitos, pero detrás también hay muchos fracasos. Yo tengo mis propias normas, y quien se quiera unir; aquí estamos. En nuestros conciertos, hay un público familiar y variado; de todas las edades, ideologías, clase social… y a cada uno le gusta una canción o tema diferente. Lo más bonito y maravilloso es que apartan sus diferencias casi dos horas, y ahí estamos todos; cantando a las playas que ahora son hoteles, animando a matar ukeleles, a vivir despacio, a ser feliz con poquito, bailando ‘Andrés repásate el motor’ o una Isa de Fuerteventura. A la peña sectaria del sector cultural del archipiélago esto no gusta. Y a mí no me gusta que cualquier machango o machanga maneje nuestras perras de manera ideológica, como si su trabajo fuera juzgar lo que yo hago, en vez de gestionar para poder hacer. Al fin y al cabo si yo no hago, tú no gestionas, te quedas sin curro, la pirámide es al revés, los artistas estamos arriba, a ver si nos damos cuenta. Dicho esto y quedándome tan pancho cierro con un: ‘Ande yo caliente…’
Tu música es descrita como seductora y mordaz, y has conquistado a una gran parte de las Islas Canarias. ¿Cómo crees que tu música logra resonar tan profundamente con la audiencia local?
R- ¿Para qué voy a cantar que cogí mi Maserati, que vi a alguien en la discoteca y quería ponerla a cuatro?… Esa vida no es real. Recadito: ¡Escuchen, pibxs! Vives en un pueblo, el coche es alquilado, sólo te dio para una hora para grabar el video, y tú no eres un fucker, no te comes ni un suspiro de Moya, déjate de machangadas. Entre estos y los hippies hijos e hijas de papá, que no comprenden que en la música también hay lucha de clases, tengo la cachimba llena, ya esto último da para libro. Yo hablo de lo que hay a tu alrededor, lo más próximo, los problemas y las virtudes, esto une mucho, porque muchas personas piensan cosas que a veces, sin música, serían difíciles de decir, por miedo o prejuicios al qué dirán, como si lo más cercano, lo de Canarias, fuera más casposo. Afortunadamente, nos vamos dando cuenta, no hay que ir muy lejos para encontrar cosas de las que hablar. El arte está para desafiar al sistema y sacar a relucir las injusticias, no para que te den cuatro perras y callarse, que se ha visto últimamente por el panorama archipielágico. Y quién lo quiera coger… Madre mía, me estoy desahogando de lo lindo en esta entrevista.
El sentido del humor es una parte integral de tu propuesta artística. ¿Cómo se traduce esto en tus presentaciones en vivo? ¿Qué puedes adelantarnos sobre lo que podría suceder en el concierto del 7 de septiembre en Multicines Tenerife?
R- En mis conciertos, y como eterno artista emergente, uso el humor para atraer al público, algo que heredamos de los 12 años que tocamos en la calle. Si no había gancho, no había monedita, y si no había monedita, no hubiéramos editado 8 discos con nuestros propios medios. Para este 7 de septiembre, las personas que hayan acudido a este formato de festival, saben que mi intervención es corta y que la importancia está en el cine. Después de ver la película, ya te diré lo que pasará.
Finalmente, has mencionado que tu música siempre está evolucionando y mutando. ¿Cómo te imaginas el futuro de tu proyecto musical? ¿Hay alguna dirección en particular en la que te gustaría llevar tu música en los próximos años?
R- Si alguien sabe lo próximo que haremos, que me lo diga, así me ahorran quebraderos de cabeza jajaja.
Entrevista realizada por Jesús Hernández
Fotografías de Richy @richyflowing. Cedidas por Fran Baraja