- La Fundación CajaCanarias, el Gobierno de Canarias, el Instituto Cervantes y la Fundación Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias organizan la exposición Cristino de Vera. Eremita de la pintura en la capital italiana.
- El montaje, que podrá visitarse hasta el próximo 4 de mayo en la Sala Dalí del Instituto Cervantes de Roma, permitirá conocer la poética silenciosa que domina la obra de Cristino de Vera a través de una selección de 31 obras, entre pinturas y dibujos, realizadas entre 1957 y 2004.
- Cristino de Vera. Eremita de la pinturaestará abierta al público de martes a viernes de 14:00 a 20:00 horas, así como los sábados de 10:00 a 14:00 horas y de 15:00 a 20:00 horas. Toda la información se encuentra disponible en www.cajacanarias.com
La Fundación CajaCanarias, el Gobierno de Canarias, la Fundación Cristino de Vera – Espacio Cultural CajaCanarias y el Instituto Cervantes han presentado hoy miércoles, 14 de febrero, la exposición Cristino de Vera. Eremita de la pintura en la Sala Dalí del Instituto Cervantes de Roma (Sala Dalí, Piazza Navona, 91). Comisariada por Juan Manuel Bonet, la muestra está conformada por una selección de 31 obras, entre pinturas y dibujos, realizadas entre 1957 y 2004, lo cual permitirá al visitante conocer la poética silenciosa que embarga el trabajo de uno de los creadores más relevantes de la historia del arte español de la segunda mitad del siglo XX. Esta muestra internacional abrirá sus puertas al público mañana jueves y podrá visitarse hasta el próximo 4 de mayo. El horario se establece de martes a viernes (14:00-20:00) horas, así como los sábados (10:00-14:00 y 15:00-20:00 horas), con entrada libre hasta completar aforo. Toda la información se encuentra disponible a través de www.cajacanarias.com.
La rueda de prensa contó con la presencia de Ignacio Peyró, director del Instituto Cervantes de Roma; Juan Manuel Bonet, comisario de la exposición; Horacio Umpiérrez Sánchez, viceconsejero de Cultura y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias, y Margarita Ramos, presidenta de la Fundación CajaCanarias y la Fundación Cristino de Vera, quien destacó que esta muestra se inscribe en la línea de actuación de ambas entidades en relación con su puesta en valor y el compromiso con la cultura y la historia del arte en Canarias. Hoy, -prosiguió- Cristino de Vera, a sus 92 años, vive con entusiasmo e ilusión la idea de ver su obra expuesta en esta preciosa Sala Dalí, ubicada en una de las plazas más bellas y visitadas del mundo: la Piazza Navona. Quiero agradecer de manera muy especial la colaboración del artista y de su esposa, Aurora Ciriza, para que esta exposición sea una realidad. Margarita Ramos destacó igualmente el compromiso personal y profesional de Juan Manuel Bonet, comisario de la muestra, así como el agradecimiento a Horacio Umpiérrez, viceconsejero de Cultura y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias, por su colaboración en la organización de esta exposición, y la impagable contribución de Ignacio Peyró, director de este Instituto Cervantes de Roma, así como de su excepcional equipo técnico y directivo.
Por su parte, el viceconsejero Horacio Umpiérrez recordó la responsabilidad del Gobierno de Canarias en la promoción del arte y los artistas del archipiélago y, sobre todo, el deber de hacerlo con Cristino de Vera. Un artista distinguido con la Medalla de Oro de Canarias 1996, Premio Nacional de Artes Plásticas 1998, la Medalla de Oro a las Bellas Artes 2002 y, posteriormente, el Premio Canarias de Bellas Artes e Interpretación 2005. Le debíamos, y era una obligación, el reconocimiento que merece un artista de su talla.
Ignacio Peyró resaltó el honor y placer que es para el Instituto Cervantes, una institución centrada en la difusión de la cultura española en el mundo entero, poder exhibir la obra de un artista en mayúsculas. Para nosotros, es muy importante y está lleno de significado que la primera individual de Cristino de Vera en Italia sea en nuestra sede.
Finalmente, Juan Manuel Bonet señaló la importancia e influencia de la obra de Giorgio Morandi en Cristino, que se refleja también en otros autores como pueden ser Tàpies, Rothko, Clyfford Still o Gonzalo Chillida. Pintor de la luz y del silencio, practica el arte de la repetición, del asedio, de la variación sobre unos pocos motivos, y su obra cristalina posee un intenso sustrato espiritual. Resaltó igualmente la ilusión que supone para Cristino volver a Roma, una ciudad esencial en su formación, ya que estuvo aquí en 1962 gracias a la beca de la Fundación Juan March, una institución muy importante para el impulso de grandes creadores españoles.
La exposición
Cristino de Vera. Eremita de la pintura es la primera individual italiana de Cristino de Vera (Santa Cruz de Tenerife, 1931), un solitario del arte que, gracias a una beca de la Fundación Juan March, visitó Roma en la década de los 60, además de otros países europeos. La retrospectiva reúne una cuidada selección de 31 obras del artista tinerfeño, desde sus inicios en los años 50 hasta los últimos dibujos a tinta china de los últimos años, ofreciendo un recorrido exhaustivo por su trayectoria artística. Esta muestra se nutre de las tres colecciones más importantes de las piezas del artista en Canarias: la Fundación CajaCanarias, la Fundación Cristino de Vera y el Gobierno de Canarias, fruto de la generosidad de Cristino de Vera hacia estas instituciones.
Los dos cuadros más antiguos incluidos en la presente selección datan de 1957. En uno de ellos, Monje, se advierte el impacto sobre el pintor veinteañero del ejemplo de Zurbarán, que siempre iba a constituir una escala obligada en sus visitas al Prado. En la exposición podremos disfrutar de su habilidad para retratar el paisaje castellano, pero también de su tierra natal con, por ejemplo, Ventana al sur de Tenerife (1984). La narrativa artística de Cristino de Vera abarca más allá de los paisajes, destacando como agudo retratista, como se evidencia en la representación de su colega Antonio Quirós, que puede contemplarse en el espacio expositivo romano. Sin embargo, es en los bodegones donde el artista despliega su verdadero corazón creativo. Varios de ellos, clasificados como vanitas, le han otorgado merecida fama, siendo incluido por Fernando Huici en la colectiva madrileña Postrimerías en 1996. Sobre mesas con manteles de lino, sus obras presentan una danza geométrica de cráneos, canastas, cestillos con flores, jarras, cuencos o velas, formando composiciones que reflejan la tradición española de maestros como Zurbarán, Luis Fernández, Juan Sánchez Cotán y Juan Gris.
La temática de la muerte permea la obra de Cristino de Vera, influenciada por el universo negro de Solana y Brueghel. Los cráneos, mayormente humanos, transmiten un sentimiento de la breve existencia, mientras que los cementerios ilustran su fascinación por este aspecto inevitable de la vida. Cráneo y Toledo (1988) y Cráneo de caballo y vela (1997) pueden contemplarse en esta individual romana del tinerfeño.
Esta exposición también permitirá al público apreciar la maestría de Cristino de Vera en su habilidad para manejar la luz. Su técnica meticulosa modela las superficies del lienzo, definiendo con detalle luces, paredes y estructuras arquitectónicas. Sobre las velas que pueblan algunas de sus obras más sublimes se han escrito elogios de la mano de su colega Sánchez Robayna, comparándolas con las de artistas como Georges de La Tour, Luis Fernández y Gerhard Richter.
Junto a los lienzos, la muestra presenta un conjunto de dibujos en tinta china realizados con espíritu de geometría y el inconfundible trazo fino del tinerfeño.
La exposición Cristino de Vera. Eremita de la pintura es una oportunidad única para profundizar en un artista polifacético cuya obra, impregnada de emotividad y minimalismo, se enraíza en la rica tradición artística española.
Cristino de Vera
Cristino de Vera nació en Santa Cruz de Tenerife el 15 de diciembre de 1931. Formado en la Escuela de Artes y Oficios de su ciudad natal, donde le influyó poderosamente Mariano de Cossío, miembro de una ilustre saga cántabra, y adepto, en la preguerra, al realismo mágico, Cristino de Vera dejó atrás, al decidirse por la pintura, una primera vocación de marino.
En 1951 viajó a Madrid, donde prosiguió su formación en el taller de Daniel Vázquez Díaz, y en San Fernando. Por su maestro conocería a Adriano del Valle, prologuista de su individual de 1956 en la Galería Alfil. Con el tiempo, otros poetas (entre ellos Gerardo Diego, José Hierro, Carlos Edmundo de Ory, Ángel Crespo, Manuel Padorno, Carlos Oroza, José-Miguel Ullán, Lázaro Santana, Andrés Sánchez Robayna o Enrique Andrés Ruiz) escribirían sobre él.
La primera exposición colectiva en la que participa Cristino de Vera fue en la Galería Xagra en 1952 y la primera individual data de 1954 en la Galería Estilo. A partir de entonces, su obra ha sido objeto de la crítica más especializada del país, que ha coincidido en resaltar los valores profundamente espirituales de su pintura.
En 1960 fue merecedor del Premio de la Fundación Juan March y en 1962, gracias a una beca de la misma institución, con la que viaja por Italia, Francia, Bélgica y Holanda. Tuvo también la oportunidad de recorrer la península, enamorándose de los paisajes de Castilla que tan bien refleja en sus lienzos.
Su primera exposición antológica se celebró en Canarias en 1971, y fue organizada por la Caja General de Ahorros de Canarias, entidad que ha hecho realidad el sueño de Cristino de Vera, tener un lugar en su isla natal donde preservar su obra y cuidar su huella, la Fundación Cristino de Vera – Espacio Cultural CajaCanarias.
Su inmejorable carrera artística le hace merecedor de ocupar un capítulo en la Historia del Arte contemporáneo español, así como el reconocimiento oficial y múltiples galardones, Medalla de Oro de Canarias 1996, Premio Nacional de Artes Plásticas 1998, Medalla de Oro a las Bellas Artes 2002, Premio Canarias de Bellas Artes e Interpretación 2005.
Entre las exposiciones que jalonan la carrera de Cristino de Vera, que en 1998 obtuvo el Premio Nacional de Artes Plásticas, en 2002 la Medalla de Oro a las Bellas Artes, y en 2005 el Premio Canarias, hay que mencionar las celebradas en el Ateneo de Madrid (1959), las Salas de la Dirección General de Bellas Artes (1964), el MEAC (1995), el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (1996), el CAAM de Las Palmas (1996), el MIAC de Lanzarote (2001), el Museo Arqueológico Nacional (2001), la Abadía de Silos (2002, dentro de un programa pilotado por el Reina Sofía), el IVAM de Valencia (2005), y la sede madrileña de CaixaForum (2018). Exposiciones a las que naturalmente hay que sumar las varias que le han sido dedicadas en su isla natal.
Su obra se encuentra presente en las colecciones de arte de diversos museos, entre ellos, el Reina Sofía, el Museo Municipal de Arte Contemporáneo de Madrid, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo, el Museo del Monasterio de Silos, el Instituto Valenciano de Arte Moderno, la Fundación César Manrique, el Museo Internacional de Arte Contemporáneo, el Centro Atlántico de Arte Moderno, el Tenerife Espacio de las Artes y el Museo Municipal de Bellas Artes de Tenerife.
Pintor que escribe, lo principal de su producción en ese campo queda recogido en su libro La palabra en el lienzo (2006), editado por CajaCanarias.