Fórcola Ediciones, 2024
Si la geografía es la poesía de la Tierra, Jules Verne es su notario mayor.
Autor prolífico, actualmente es uno de los escritores más traducidos del mundo (por detrás de Agatha Christie según el Índice de la UNESCO), cuya obra narrativa (también fue dramaturgo y poeta) puso las bases de la ciencia ficción como género que combinaba aventuras y ciencia. Y esto es así porque Verne cuidó hasta el último detalle de sus novelas como denota el ambiente geográfico en donde enmarcó sus relatos. Por ello, no nos llama la atención que un geógrafo como Eduardo Martínez de Pisón, catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Madrid, haya decidido realizar una excursión de exploración por las novelas del autor francés, abordando cada uno de los espacios por donde deambulan sus personajes. Cada aspecto de la geografía tiene su novela en Verne: relieve (Viaje al centro de la Tierra); clima (El secreto de Maston); río (El soberbio Orinoco); bosque (El pueblo aéreo); mundo rural (El castillo de los Cárpatos); mundo urbano (Los quinientos millones de la Begún); industria minera (Las Indias negras); organización social (La isla de hélice); política (Miguel Strogoff). Obviamente, se podrían hacer otras selecciones de obras, pero esta es la que plantea Eduardo Martínez de Pisón.
Casi requisito indispensable, un buen escritor debe ser ante todo un buen lector, y en Jules Verne se cumple a rajatabla este axioma. Siempre al día sobre todos los descubrimientos y hazañas humanas, Verne construía su universo a partir de la realidad y, en el caso de la geografía, esta afirmación es doblemente cierta porque, además de lector empedernido de revistas y boletines geográficos, participó en numerosas ocasiones en las sesiones de la Sociedad de Geografía de París e, incluso, redactó un informe para la Academia de Amiens en 1875 bajo el título de Une ville idèale. Amiens en l’an 2000. “Leo de arriba abajo los boletines de las sociedades científicas, particularmente los de la Sociedad Geográfica, porque usted habrá notado que la geografía es a la vez mi pasión y mi objeto de estudio.”, palabras de Jules Verne.
Si con la llegada de los europeos al Nuevo Mundo se abre una gran ventana al planeta, será en el siglo XIX y principios del XX cuando se explore de manera minuciosa ese nuevo universo puesto a los pies del ser humano. Es ahí en donde hay que enmarcar la geografía de Verne, en ese mundo todavía por explorar, en ese terreno de lo incognito tan fecundo para la imaginación. Por ello, no es de extrañar que el escritor nos relate un viaje al Polo Norte en cuyo centro se encontraba un mar y un volcán (unas de las hipótesis barajadas en su época) o que el Nautilus pueda atravesar el Polo Sur de lado a lado al pensar los geógrafos que realmente existía un canal marítimo que cruzaba toda la Antártida. Tampoco sorprendía a la comunidad científica de su época que fabulara con la posibilidad de la existencia de un submundo en el Planeta, cuya entrada podía ser la chimenea de un volcán. ¿Y qué decir del uso de la incipiente aeronáutica en forma de globo aerostático para explorar y cartografiar extensos territorios? Todo eso y mucho más estaba en Verne.
Pero, ¿cuáles son las fuentes científicas y literarias de este autor? En un lector tan conspicuo son numerosos los trabajos y autores que consulta, destacando entre todos ellos tres claramente: Reclus y Kropotkine en geografía y Poe en narrativa. A Reclus lo considera un gran geógrafo, llegando a afirmar que “en mi biblioteca personal se encuentran todos los trabajos de Élisée Reclus por quien siento una gran admiración”. Por ello no sorprende verlo citado en muchas de sus novelas como fuente de autoridad y conocimiento geográfico. Con respecto a Kropotkine, sus trabajos geográficos y su vida novelesca llevó a Verne a convertirlo en el geógrafo y revolucionario ruso Narkin de su novela César Cascabel (Nos preguntamos si el propio nombre del personaje no sería un anagrama de la palabra anarchie). Si los libros de Reclus estaban en la biblioteca personal de Verne, en su mesilla de noche seguro que tenía alguna novela de Poe. ¿Qué es si no, La esfinge de los hielos, sino una segunda parte del relato de Poe La narración de Arthur Gordon Pym? Lo hace tan honestamente Verne que dedica su libro a Poe cuyo texto considera que es una crónica de hechos reales: “La narración puede tenerse por verídica”. Tan bien conocía la obra de Poe, al cual admiraba, que en 1862 escribiría el ensayo Edgar Poe y su obra.
Por tierra, mar y aire (y espacio) viajó ese Verne “geógrafo de sillón” como se autodefinió a través de uno de sus personajes, verdadero trasunto del escritor, y eso a pesar de los diversos viajes que realizaría navegando por las costas atlántica de Europa. A analizar todo ese universo literario anclado en la geografía de su época dedica Martínez de Pisón este ensayo, publicado originalmente en 2014 y que recientemente ha visto su tercera edición con leves actualizaciones. Una geografía de imaginación, una geografía de elucubración, una geografía que nos hace soñar con el mundo, esa es la geografía de Jules Verne.