“Cuando haces muchas historietas sobre lo mismo te saturas, eso fue lo que me pasó con los relatos de sexo de El Víbora”
“Con el nuevo formato de El Jueves tengo dos páginas, gano menos pero con el tiempo libre he podido escribir un ensayo sobre el malismo”
“El malismo significa la ostentación del mal como propaganda, como medio para conseguir un beneficio. Esa es la definición corta”
“Rechazo que los ultras sean los nuevos punkis, porque apoyan a los oligarcas y no tienen nada de disidentes, son todo lo contrario”
“¡Cómo va a ser cansino hablar de memoria histórica mientras tropecientas mil personas sigan enterradas en las cunetas!”
Primera pregunta que asalta a la mente cuando se conoce al historietista, Mauro Entrialgo, ¿el segundo nombre es real o uno de esos seudónimos con los que se autobautizan los dibujantes? Pues no, resulta que es su apellido real y que además le causó más de una confusión en sus tiempos de colegio. Cuando le preguntaban cómo se llamaba respondía Entrialgo, así que los profesores optaban por el Mauro, que entonces no era muy habitual. Luego cuando comenzó a trabajar tuvo que renunciar también a este nombre porque lo confundían con un ilustrador de Italia que era muy conocido. Anécdotas a un lado, el autor ha estado en estos días en La Laguna para participar en las ya asentadas jornadas Viñas y Viñetas que ha traído a Tenerife a algunos de los mejores autores españoles que así aprovechan para inspirarse con una buena copa. Sus principales personajes son Herminio Bolaextra, El Demonio Rojo y Ángel Sefija, con los que mantiene la habitual relación de amor-tiranía-odio. De hecho en estos meses tendrá lugar la anunciada muerte de Honorio, lo que ha generado entre sus seguidores un suspense parecido al de los finales de los culebrones. En estos momentos trabaja en un ensayo puro y duro sobre lo que denomina malismo, su explicación y casos prácticos. Los inicios de este autor son muy semejantes a los de sus compañeros de profesión. Como no podía ser menos, desde pequeño se sintió atraído por los cómics de Popeye que admiraba antes de aprender a leer a los tres años para luego a los ocho dar el trascendental paso al mundo de Mortadelo y Filemón.
-Al parecer fuiste una especie de niño prodigio en cuanto a leer y a tu pasión por los cómics, en lo que tuvo mucho que ver tu padre.
-En realidad lo que él más hacía era hablar desde muy pequeño de los cómics que le gustaban y que compraba cada semana. Tendría que hacer un gran esfuerzo para encontrar un momento en el que no hubiese estado leyendo tebeos a partir de cumplir los tres años.
-¿No es esa una edad muy temprana para aprender a leer?
-En ese tiempo aprendías antes, ahora creo que ya van por los seis años
-Naces en 1965 en Vitoria y de allí das el salto a Madrid y Barcelona para comenzar una carrera en continuo movimiento y diversidad.
-Estuve en Vitoria hasta 1987. Mi primer trabajo pagado fue en 1982, era un mural para un bareto del casco viejo de Vitoria… Te advierto que todavía quedan 40 y tantos años por contar, lo digo por si seguimos a esta velocidad.
-Avancemos entonces. Has trabajado como ilustrador, autor de carteles de cine y de portadas de discos…
-Un poco de todo. Tan sólo en cuanto a portadas de discos he llegado a hacer unas cincuenta.
-¿Siempre has podido elegir los grupos musicales con los que trabajas según tus gustos?
-Pues he ido desde el punk al hip hop pero también he trabajado para el festival de jazz de Vitoria y en tres ocasiones para el de Palencia. Ha habido un poco de folk y discográficas que me han encargado la portada de unos determinados grupos. Por ejemplo, Jorge Drexler pidió a Virgin que le hiciera la de un single porque había visto mi trabajo en el suplemento de El País de Las Tentaciones y le gustó mi estilo.
-Tu entrada en el mundo del cómic puro y duro ¿cuándo sería y cómo ocurrió?
-La primera historieta que me pagaron fue una que hice para la revista Makoki, con 17 años. Antes había estado en fanzines y en alguna otra publicación pero como aficionado.
-¿Cómo recuerdas tu paso por Makoki?
-Entré en la primera de las dos etapas, cuando el formato de las páginas era tamaño periódico y lo dirigía Gallardo y luego como diez años después salió la segunda con Borrallo como director en la que también estuve pero de una manera más profesional.
-Destaca tu paso por El Víbora. Supongo que conocerás la exposición que se está llevando a cabo en Avilés.
-Sí, en la exposición hay un par de cosillas mías. En El Víbora también estuve en las dos etapas, en los ochenta cuando hacía un tipo de dibujo más expresionista y luego a mediados de los noventa un redactor jefe me dijo que podía hacer lo que quisiera pero con la condición de que hablara de sexo y ahí surgió el personaje de El Demonio Rojo y también algunas historietas más sueltas.
-Eres autor de otro personaje que se llama Ángel Bolaextra ¿Existe alguna relación entre los dos nombres, según la personalidad de cada uno de ellos? Lo bueno y lo malo, vamos.
-No lo había pensado, lo acabo de pillar ahora. La verdad es que no me había dado cuenta. El nombre de Ángel lo elegí al azar por un amigo mío que conocía llamado Ángel Salazar, uno de los primeros editores que se fijó en mí y me ofreció trabajar en algunas revistas que él hacía de literatura. Lo del Demonio Rojo era un chiste.
-¿Te sentiste a gusto haciendo historias sobre sexo?
-Pues en ese momento sí pero llega un momento cuando haces muchas historietas sobre un mismo tema que te saturas y eso fue lo que me pasó, así que lo dejé coincidiendo con el final de El Víbora. Para evitar que se volviera a repetir ese cansancio cuando desde El Jueves me pidieron que me inventara otro personaje les planteé uno llamado Ángel Sefija, un hombre que se fijaba en todo, hasta el punto de que jamás se le acaban los temas porque la lista de cosas en las que te puedes fijar en la vida es infinita. Desde las más pequeñas a las más grandes. Y así he llegado a unas mil quinientas historias. Hubo otro personaje llamado Tato que era repartidor de pizzas pero cuando llevas 150 historietas con lo mismo ves que ya no le puede pasar nada más.
-De Ángel Sefija podrías hacer millones…
-Más allá de ser un personaje, en realidad es un presentador de los temas que se suceden en sus historietas. Así y todo es uno de los que no me he cansado nunca y con el que me parece que incluso podría seguir.
-¿Cómo valoras que El Jueves haya conseguido seguir saliendo a la calle dada la crisis que existe en cuanto a este tipo de publicaciones?
-Ha sucedido con alguna otra revista con la que colaboro como Temeo que sacamos en el País Vasco, que el año que viene cumplirá 35 años. Todo el rato parecía que estaba a punto de cerrar pero al final vuelve a resurgir. En El Jueves también ha habido momentos que daba la impresión de que la reestructuración de pasar de semanal a mensual no iba a funcionar pero increíblemente sí lo ha hecho, incluso en contra de mis propias predicciones.
-¿Te sientes a gusto con el nuevo formato?
-Sí, me siento a gusto porque me dejan hacer lo que me da la gana en las dos páginas que tengo mientras que antes sólo tenía una por número. El problema es que claro, también tienes menos ingresos pero a la vez dispones de más tiempo, lo que me ha permitido escribir un ensayo, no un cómic, sino una publicación hecha toda de texto.
-El término malismo me recuerda un poco al término rancio que ha acuñado Pedro Vera autor del libro que acaba de publicarse titulado Francofacts. Una especie de marca o concepto.
-En el subtítulo del ensayo ya se dice que para mí significa la ostentación del mal como propaganda. Esa es la definición corta. La larga es la estrategia de comunicación intuitiva que consiste en presumir de tus propios deseos, de acciones malvadas para conseguir un beneficio. No es algo tan retorcido como lo parece. Por ejemplo, existen políticos que se chulean de haber hecho algo malo que le reporta votos, pero también ocurre cuando se intentan conseguir más espectadores y los presentadores humillan a los concursantes porque saben que así va a aumentar la audiencia. Basta observar los nombres que le han puesto a los bares en los últimos años que siempre tienen alguna relación con lo malo como El Malote, Los villanos, El canalla, El sinvergüenza, La Cabezona… es cool ser malo y así lo percibe también la gente. De eso va el libro, del malismo en distintos sectores.
-¿Crees que en realidad es algo cool o más bien peligroso?
-A ver, lo que está claro es que la gente lo aplaude, lo que a mí no me parece bien y por eso he hecho el libro explicando cómo funciona el mecanismo para ver si se dejan manipular menos. El malismo ha existido siempre en el ser humano, lo que pasa es que se encuentra en círculos cerrados, como por ejemplo cuando en el colegio decías que habías robado algo o matado un gato para ser el más popular de la banda. Pero eso tenía una extensión limitada porque no se lo ibas a contar ni al jefe de estudios ni a tus padres. Lo que sí me parece algo relativamente nuevo es que desde hace diez o quince años personas con nombres y apellidos en los medios de comunicación se chuleen de hacer cosas malas.
-¿Podrías dar otro ejemplo?
-A ver, Estados Unidos siempre ha invadido países pero poniendo disculpas y excusas como lo de las armas de destrucción masiva en Irak o tiró una bomba atómica que mató a miles de personas en Hiroshima porque en caso de que la conquista del Japón hubiese sido isla a isla habría habido más muertes. Hablo de un malismo que se plantea como necesario y por el que no sólo no se dan disculpas sino que incluso sirve para chulear. Ahora si quieres invadir Canadá directamente dices que lo haces para quedarte con sus recursos. El malismo es cuando chuleas de tus maldades
-Por lo que he leído justificas el malismo sólo si es cuando los más débiles lo utilizan contra los más fuertes.
-Normalmente se utilizan contra el más débil y los poderosos lo hacen con total impunidad. Es más difícil meterlos en las cárceles.
-Pero toda revolución popular tiene algo de malismo, según te he escuchado en otras ocasiones.
-Cuando Bolívar decía: “¡Vamos a cortarle el cuello a todos los que se pongan del lado de España! Pues sí estamos ante un malismo pero yo de lo que hablo es de cómo se ha convertido en toda una estrategia de comunicación hasta el punto de que aparece en los periódicos como algo muy novedoso.
-¿Cuál es tu relación con los personajes? ¿Además de hartarte de ellos como has dicho, también te has llegado a sentir tiranizado como le ocurre a algunos autores?
-Son relaciones en las que siempre hay cosas buenas y malas. Cuando has creado un personaje con una personalidad muy determinada y lo pones en distintas situaciones, alguna de actualidad o que te han ocurrido a tí, él mismo te va marcando por donde va a ir la historieta porque ya sabes cómo se va a comportar. De manera que la tarea resulta muy fácil. Pero luego hay otros con los que es imposible tratar determinados temas. A Herminio no lo puedo poner a cocinar porque es un desastre y sólo sabe hacer gamberradas, así que he decidido matarlo porque ya estoy aburrido de él.
-Por lo visto llevas casi un año planeando su muerte.
-Ya he dibujado la última historieta que sale dentro de dos meses en el Temeo. Y luego también estoy matándolo en un álbum que se llama La Muerte de Herminio, que saldrá dentro de un año o algo así. A partir de ahí no volverá a aparecer en ningún lado.
-¿Entonces serán dos muertes?
-No, simplemente que primero dejará de publicarse en el Temeo y luego sale un recopilatorio con todas las historias en un libro. Pero morir, lo que se dice verlo morir, será en una historieta que sacaremos a principios de 2027. Eso ya está decidido.
-¿Cuál es tu opinión del resurgimiento de los movimientos ultras? También Pedro Vera decía que son los nuevos punkis.
-En el libro ya digo que no me parece que tenga sentido llamar punkis a los ultra o a los que abusan de los demás. Si se refieren a chavales de un barrio que para manifestar su desacuerdo con la opresión incumplen determinadas normas de convivencia, pues entonces sí podría ser algo similar a un punk. Pero calificar así a alguien como Elon Musk que de un día para otro despide a dos mil personas, dice que mañana va a echar a otras dos mil o se compre twitter, para mi no es un punky sino un opresor.
-¿Supongo que lo dicen porque los jóvenes ultra ocupan el lugar que en los setenta tenían los punkis en cuanto que se enfrentaban a la mayoría?
-No, de ninguna manera porque los jóvenes que van de ultras precisamente lo que hacen es apoyar a los grandes oligarcas, no tienen nada de disidentes y de hecho les han vendido la moto de lo bueno que es el capitalismo. Son todo lo contrario.
-Por edad y trayectoria profesional viviste el movimiento de la movida. ¿Cómo valoras la nostalgia que existe en la actualidad sobre aquellos años?
-Para mí lo fundamental eran los movimientos sociales y las creaciones independientes que se hacían en paralelo a lo institucional. Ahora lo que se recuerda son exposiciones pagadas con dinero público para hablar sobre la movida madrileña. No es un revival ni representa el espíritu real que vivimos en los ochenta, sino que se centran en lo anecdótico.
-Has tenido una relación especial con el salón del cómic de Barcelona y con el de Angouleme.
-Bueno, en el de Barcelona me dieron en 1994 el premio revelación y no he tenido mucha relación más. Y en cuanto al de Angouleme fui durante veinte años y ya no voy pero es por algo casual. Simplemente porque al cambiar de fechas las nuevas nos venían mal. Además, se ha convertido en algo demasiado multitudinario.
-De las corrientes que hay ahora mismo en el cómic ¿con cuál te quedarías? JL Martín fundador de El Jueves echaba en falta más humor y creía que sobraba hablar de asuntos como revivir lo ocurrido con la dictadura que ellos combatieron y de la que no quieren saber mucho más.
-Hay muchísimas tendencias y resulta imposible estar al tanto de todo lo que sucede. Pero vamos, yo por lo menos sigo haciendo humor, he hecho 1.500 páginas, la gran mayoría de los libros que he publicado son de humor. Como lector me interesan los libros más por lo que cuentan que por el género al que pertenezcan, tanto si son de ficción como si no. Cuando voy a comprar algo generalmente no digo que deba ser de humor, igual salgo de la librería con un ensayo histórico o con uno de punkys o de jóvenes tocando rock and roll.
-¿Pero te interesa la memoria histórica? Algunos autores creen que se ha vuelto una cuestión demasiado cansina.
-¡Cómo va a ser cansino mientras hallan tropecientas mil personas enterradas en cunetas! Siempre habrá gente que piense eso de pasar página pero será porque no habrán matado a nadie de su familia. Me parece nefasto que desde un partido político o un medio de comunicación se rían de ese tipo de cuestiones, que sean incapaces de ser empáticos. Como le ocurrió a Charlie Kirk, al que mataron y que en una de sus últimas intervenciones dijo que su palabra más odiada era la empatía. La prueba de que no hemos pasado página es que aún tenemos calles dedicadas a asesinos así que si alguien quiere que todo aquello acabe definitivamente entonces lo mejor es que de verdad se aplique la ley de memoria histórica. Saquemos los cadáveres de las personas fusiladas de las cunetas y quitemos los honores a los fascistas. Me parece algo obvio.







