CULTURAMANÍA

miércoles, abril 30, 2025

Milán. Vitrina de la Modernidad. Un viaje por el arte italiano de la primera mitad del siglo XX. Por Álex Ro

Museo de Bellas Artes de Alicante

28 de noviembre de 2024 a 04 de mayo de 2025.


Organizada por el Museo de Bellas Artes de Alicante (MUBAG) y contando con la colaboración de la Embajada de Italia en España y el Istituto Italiano di Cultura, Milán. Vitrina de la Modernidad es una gran oportunidad para apreciar el dinamismo artístico de principios del siglo XX en Europa.

Vista general de la Sala 3 Futurismo.

Como río de aguas rápidas, las corrientes artísticas surgían y desaparecían, algunas de manera muy efímeras y otras con mayor desarrollo temporal, pero todas guiadas por las nuevas teorías científicas y la modernidad. El objetivo era superar el arte figurativo que había tenido su máxima expresión en el Neoclasicismo francés y la pintura historicista que reinaba en los diversos salones oficiales. En el despertar del Siglo XX, el arte miraba directamente a las maravillas tecnológicas que surgían por doquier. Por ello, la Exposición Universal de Milán de 1906 marca un hito en la Italia de inicios de este siglo, lo que justifica que el recorrido de Milán, Vitrina de la Modernidad se inicie justamente glosando esa exposición. Muchos de los artistas reseñados en el MUBAG vieron en persona ese progreso universal que hacía soñar con un futuro utópico, en donde las máquinas liberarían al ser humano y traerían la igualdad y la prosperidad.

La fotografía había dado lugar al Impresionismo y al Puntillismo, que en Italia se transformó en el Divisionismo. Se pinta con líneas de colores como si de las tramas de una fotografía impresa se tratara, dando lugar a impresionantes obras como la de Angelo Morbelli, ¡Una Navidad! En el pio albergo Trivulzio (1909) o la de Umberto Boccioni, Tren que pasa (1908).


Angelo Morbelli, ¡Una Navidad! En el pio albergo Trivulzio (1909).

Angelo Morbelli, ¡Una Navidad! En el pio albergo Trivulzio . Detalle (1909).

Umberto Boccioni, Tren que pasa (1908).


Este movimiento prestará especial atención a los nuevos medios de transportes y tendrá una clara lectura social (¿Qué mayor crítica social que ese abuelo abandonado en una vacía sala en el día de Navidad?), cuya máxima representación es el gran lienzo de Peliza, El Cuarto Estado (1901) que, aunque no estaba en la muestra, si contaba con un vídeo en donde explicaba cómo se había pintado. Porque el Divisionismo será la antesala del Futurismo, nueva corriente artística en donde el canto a la tecnología es la fuerza motriz de sus miembros.


Uno de los ejemplos recogidos por Marinetti en su libro Les mots en liberté futuristes (1919) del uso de las onomatopeyas para construir un poema.


¿Cómo representar el movimiento, la luz? ¿Cómo se plasma en una pintura el sonido? Estas cuestiones son abordadas por los Futuristas acudiendo a la ciencia. La fotografía había mostrado lo que ocurría cuando se movían los objetos, creando un áurea y difuminando las formas, y así lo representaron en sus cuadros como ocurre con El adiós, de Anselmo Bucci (1917) con esa mano en movimiento.


Anselmo Bucci, El adiós (1917).


Lo mismo hicieron al intentar plasmar el sonido en sus pinturas. El fonógrafo, la radio sin cables, los experimentos sobre la acústica habían determinado que el sonido se movía por ondas y así lo plasmaron en obras como la de Giacomo Balla, Disparo de rifle dominical. ¡Viva Italia! (1918).


Giacomo Balla, Disparo de rifle dominical. ¡Viva Italia! (1918).


Una de las características de los Futuristas fue el concebir el arte como parte cotidiana de la vida, rompiendo fronteras y moldes. Así, la música se convirtió en un campo de experimentación desdeñando los caducos instrumentos musicales tradicionales a favor de la cacofonía de la ciudad moderna cuyo máximo exponente será Luigi Russolo y sus composiciones realizadas con lo que el denominó como intonarumori (literalmente, entonador de ruidos) cajas de resonancia que creaban sonidos que imitaban motores, pasos, golpes. Sus experimentaciones sonoras lo sitúan como padre de la corriente musical Noise y de la música electrónica.


Luigi Russolo, Despertar de una ciudad (Partitura) (1913).

Con ese mismo afán innovador abordarán la danza, con obras como la representada por Giannina Censi y su Aerodanza Futurista (1931) de la cual se reproducen algunas fotografías en esta exposición, recogiendo las ideas expresadas en el Manifiesto de la danza futurista de Fillipo Marinetti (1917). El cuerpo se convierte en una máquina, en un avión. No es necesaria la armonía ni la música; las onomatopeyas del vuelo son suficientes para esta nueva expresión artística, renegando de cualquier música.

Porque dos cosas caracterizaron a los futuristas: su afán por romper con las tradiciones artísticas y sus ganas de crear polémicas. Y para esto último les valía cualquier cosa, desde la música hasta la ropa, todo era arte para ellos siempre y cuando fuera moderno, innovador. Y justamente así era Milán, una ciudad moderna, industrial, pujante.

El estallido de la Primera Guerra Mundial fue para ellos como oír las trompetas del cielo. Inmediatamente se alistaron la mayoría en el Battaglione Lombardo Volontari Ciclisti Automobilisti. Los movía la modernidad y un afán nacionalista de volver a convertir a Italia en una potencia mundial. Y de ahí, de ese nacionalismo exacerbado, fácilmente transitaron hacia el fascismo al considerar que esa era la fuerza necesaria para hacer la higiene del mundo que proclamaban en sus manifiestos. No obstante, en la exposición no hay ninguna referencia directa a este apoyo al fascismo a pesar de que será, junto al Novecento la corriente artística del régimen de Mussolini.

Si el Futurismo hacía de la tecnología el centro de su expresión artística, el grupo fraguado en torno a Margherita Sarfatti gestará una nueva estética basada en la vuelta a un arte más figurativo, de ahí que los comisarios de la exposición hayan nombrado la salada dedicada al Novecento como el “retorno al orden”. Ya no hay máquinas ni representación del sonido; ahora se busca representar la alegría del nuevo estado fascista, con figuras hercúleas que trabajan o sonríen.


Gian Emilio Malerba, Las amigas (1924).


Las corrientes artísticas que no comulgaban con los cánones fascistas no desaparecen aunque sí es cierto que tendrán que buscar otros espacios para llegar al público y lo encontrarán en el París de entreguerras, verdadera Meca del arte moderno. En este contexto, Modigliani actuará de padrino de los que se conocerá como Los italianos de París, artistas que habían sufrido el ostracismo del mundo académico italiano y que buscarán en Francia nuevos lenguajes y, sobre todo, poder vender sus obras que, poco a poco, transitan hacia la abstracción más clásica.


Manlio Rho, Composición (1939).


La última sala de la exposición se dedicará al grupo Corrente, fraguado en torno al periódico del mismo nombre fundado en Milán en 1938 y que fue ilegalizado en 1940. El estado fascista consideraba las ideas plasmadas en sus páginas un peligro pues, aunque no entraban a criticar al régimen de Mussolini, solo la existencia de una alternativa a su discurso suponía un cuestionamiento al estado totalitario que propugnaba el fascismo. Estos artistas buscarán renovar el arte italiano, adocenado en torno al Novecento y al Futurismo, girando sus ojos hacia lenguajes neoprimitivistas, expresionistas o neorrománticos que, con el paso del tiempo, marcarán la postguerra italiana. Un ejemplo de esta corriente es el cuadro de Giuseppe Migneco, Cazadores de largatijas (1942). Su temática, hasta cierto punto costumbrista, ocultaba una crítica larvada a la guerra y el hambre que estaba generando, al transformar un pasatiempo infantil en una necesidad para los adultos, quienes apilan estas largartijas en un paño para llevárselas a su casa.


Giuseppe Migneco, Cazadores de largatijas (1942)


Con lo dicho, se entiende que Milán, Vitrina de la Modernidad ha sido un acierto por parte del MUBAG, al combinar las obras pictóricas con vídeos explicativos y ampliando el campo de visión a la producción textil que era una de las actividades fundamentales de la ciudad. Sin embargo, echamos en falta una explicación más clara de la vinculación del Futurismo y el fascismo y, la presencia de esculturas (no hay ni una) para tener una visión completa de esa primera mitad de siglo XX del arte italiano.

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