Prosa poética - Se baja el telón. Por Juan Antonio Gómez

La pequeña historia de un teatrillo.

El teatro es el sitio de la comedia, la farsa, la burla… es el sitio donde se representan ilusiones y donde se venden las situaciones de la vida como algo normal. Aunque digan que la vida es puro teatro, el teatro no es la vida.

Aquel dulce escenario se había llenado de artefactos, se había desordenado estrepitosamente durante todo el tiempo en el que no fui consciente de que vivía en él.

Los telones que colgaban llenos del resto del maquillaje rojo, camuflaban las cajas donde se depositaban los recuerdos de la infancia, la juventud y la vejez que llega.

No todos aquellos recuerdos y artefactos eran míos, pero sí se juntaban con los de otros, con los que habían dejado otros actores y actrices; algunos se habían convertido en verdaderos dragones de hierro que disparaban llamas de fuego que lo cegaban todo.

El silencio no les afectaba, el amor no les afectaba, la bondad no les afectaba, se auto alimentaban gracias a mi, de mis migas de miseria, de mis sueños, de mis sentimientos, y se enredaban entre mis piernas, haciéndome caer una vez y otra vez más en las tablas puntiagudas y rotas de aquel teatro viejo y caduco.

Este escenario pequeño y viejo, tenía ya los decorados arañados, las maderas desclavadas, las cortinas rasgadas y las luces se iban apagando, como pequeños ojos llenos de sueño y hastío.

Al mirar, se veía que cada vez quedaba menos gente en el patio de butacas, gente a la que siempre se miró con ilusión.

Algunos ya sólo eran meros maniquíes cubiertos de polvo y anquilosados en el tiempo, y ahí, es cuando hay tirar a la basura antes de que todo se prenda fuego…

Y aún así, a veces todo se prende fuego y se baja el telón.