- Tras el récord batido en el Carnaval de 2019, el dominicano volvió a reunir a la multitud en el concierto celebrado en el Puerto de Santa Cruz
Juan Luis Guerra volvió a abrazar Tenerife como quien regresa a casa después de mucho tiempo. El maestro de la bachata y el merengue aterrizó en Canarias con el corazón lleno de ritmos caribeños y una gira que ya es historia: La Ruta 4.40. Dos fechas, dos islas, dos ‘sold out’ que confirman que su música sigue latiendo fuerte entre el público canario.
El primer concierto tuvo lugar el sábado en Gran Canaria, ante más de 28.000 personas, pero el domingo, en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife, la exaltación se transformó en pura devoción. Guerra no solo llenó escenarios: llenó corazones.

La tarde ya vaticinaba lo que vendría después, al caer el sol, y el paseo tranquilo por la Plaza de España cogía tintes de fiesta memorable. Ahí estaba ya, como abeja al panal, quien esperaba de regalo una rosa. Legiones de fans de todas las edades tomaban la zona, Santa Cruz de Tenerife estaba de celebración y es que la última cita del rey de la bachata con la ciudad fue en 2019, con más de 400.000 personas batiendo un récord histórico por el placer de escucharle en directo.
Cuando la noche estaba ya muy cerca, comenzó la magia. Trompetas, percusión y sobre todo, la inimitable voz del maestro iluminaron la ciudad por completo. La multitud, eufórica, inmediatamente arrancó a bailar y a cantar como hacía años que no ocurría y es que el amor cuando es verdad, sale del alma, Rosalía fue el inicio.

La Travesía, Las Avispas, Como yo, Visa para un sueño, Vale la pena, Burbujas de amor… Todos y cada uno de los clásicos encontraban a alguien entre el público que miraba a su acompañante y gritaba “¡esta es la mía!”. Y es que canciones de Juan Luis Guerra hay para todas las flores y colores, lo que demuestra la versatilidad de un artista que es, literalmente, de récord.
El coro de más de 20.000 voces que allí se congregaron, se entregaban a la fiesta que prometió el astro al salir al escenario, resonó con una carcajada de complicidad en el momento en el que sonaron las notas de El Niágara en bicicleta, seguida de un mix de sus grandes éxitos. Atento el maestro a lo que ocurría a sus pies, hasta tuvo un momento para firmar un disco a un grupo de fans que vinieron desde Islandia. Su fabulosa banda, los 4.40 se encargó de hacer de la noche una cita memorable.
Con A pedir su mano, Juan Luis Guerra se despedía de Santa Cruz de Tenerife en la que fue su última parada del tour por España en 2025, que según relató al público, estuvo lleno de anécdotas inolvidables. A la salida, se respiraba esa alegría serena que solo deja el reencuentro con alguien querido, como pasar un buen rato con un viejo amigo, sabiendo en el fondo que no será la última vez. Porque con Juan Luis Guerra, la despedida nunca es final: es solo un hasta pronto con sabor a bachata y alma de café.
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