Pues no. No la hay. Al menos como uno esperaba. O sea, la adaptación de la excelente miniserie de Spiderman; Matanza Máxima. Ni rastro. Hace tres años, Rubén Fleischer (Bienvenidos a Zombieland) adaptó el personaje de Veneno al cine. El simbionte alienígena ya había aparecido en el Spiderman 3 de Sam Raimi. Ambos enfoques son catastróficos. El de 2018 con un desganado Tom Hardy (que echó pestes del film y con razón), parecía más bien un remake de Teen Wolf. Pues bien, Hardy vuelve en ésta, y encima, la historia de base es de él.
Repiten Michelle Williams (Brokeback Mountain) y Woody Harrelson (Han Solo, La guerra de los simios), excelente actor, que hoy en día le dice que si a todo. Su Cletus Cassidy era la sorpresa final post-créditos, de la anterior. El rubicundo (aquí pelirrojo, para respetar el material de base), casi hace un calco de su papel en Asesinos natos. Su novia metahumana (mutante?) es una ultrasónica Naomi Harris (28 Días Después, Skyfall), verdadera motivación de la aparatosa fuga de prisión de Cassidy, hasta ser poseído por Matanza. Le sigue los pasos un policía encarnado por Stephen Granham, un actorazo, que tan pronto te hace una de Scorsese, como una de Piratas del Caribe. Eddie Brock se cartea con Cassidy, y se lucra con la relación epistolar y con la ayuda de un hambriento Venom, dando lugar a la mejor escena de la película: aquella en la que Cletus narra sus orígenes traumáticos desde la infancia, mediante una simpática escena animada. Poco más. Nada de gore (ni siquiera digital), mucho espectáculo mamporrero, con clímax llameante en una iglesia, humor chorra, coches volando, y Venom montándoselo con Brock en plan Ted. Hora y media dirigida por Andy Serkis (Mowgli: El libro de la selva), acostumbrado a esto del CGI desde los tiempos de Gollum, King Kong o César. Pues eso. Avi Arad detrás, fusionando Sony con el MCU, y regalo final tras los créditos, con cameos arácnidos, preparándonos para el Spiderverso.
El resto, un completo desastre. Ahora entiendo porqué Sony mantiene la película de Morbius en el congelador. En fin, más de lo mismo. Pero peor.
