sábado, noviembre 23, 2024

Crítica de la película Blonde. Por Gulatek

La adaptación cinematográfica de la novela homónima de Joyce Carol Oates se sirve de una dirección preciosista bajo la que se esconde una mirada muchísimo más timorata de lo que a priori parece.

Dominik se debate entre un vouyerismo formal y un subtexto misándrico que nunca llegan a complementarse.

Las excentricidades del mito son producto de un patriarcado feroz que moldea a una cándida Norma Jeane que contribuye más bien poco a la creación de su alter ego.

En lugar de ahondar en la complejísima personalidad de Marilyn se opta por mostrar su máscara más depresiva y taciturna, relegando las aristas de su genio a tímidas pinceladas que dibujan una maniquea relación con un oscuro Billy Wilder, cuyo talento se reduce a pulsiones onanistas y vicios cosificadores.

Ana de Armas captura prodigiosamente el erotismo del personaje y se erige en motor de un largometraje que sólo la deja brillar a medias, reír a medias, enloquecer a medias.

Parece a todas luces obvio que bajo la inexplicable clasificación NC-17 se esconde un metraje primigenio mucho más cáustico y explícito. Un metraje en el que, quizás, se mostraba a una de las mejores actrices de todos los tiempos como un ser de una inteligencia superlativa y no tan sólo como una víctima inocente de un Hollywood tenebroso y opresor.

Imagen promocional de la película

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