En la ciudad de Mérida, situada en la provincia de Badajoz, Extremadura, se llevó a cabo la esperada XIII edición de Emerita Lvdica, una recreación de la vida romana que nos transportó a un fascinante viaje al pasado. Estas festividades, declaradas de Interés Turístico de Extremadura, se desarrollaron en una ciudad con el prestigioso título de Patrimonio de la Humanidad.
El viaje comenzó desde la isla de Tenerife, desde donde cogimos un avión con destino a Sevilla. Al llegar a la «perla del Guadalquivir», conocida también como la hermana de Roma, nos dirigimos en guagua hacia la ciudad de Mérida, en un recorrido de casi 3 horas que incluyó múltiples paradas y que nos permitió disfrutar de los encantos del paisaje.
Los primeros pasos por la ciudad, con el majestuoso río Guadiana y el antiguo puente romano como telón de fondo, nos dieron la bienvenida a lo que les esperaba en los próximos días.
Estancia en el Hotel Spa Adealba, ubicado en pleno casco histórico, a tan solo 200 metros del Templo de Diana, nos acogieron con su magnífica decoración que combinaba el modernismo con referencias a las antiguas ruinas romanas. Este lugar estratégico fue el epicentro de gran parte de las actividades de Emerita Lvdica.
Aunque el jueves, día de la llegada, una borrasca nos arruino los eventos programados debido a las precipitaciones, aprovechamos para degustar la excelente gastronomía local. El ibérico y el buen vino extremeño alegraron nuestros rostros, a pesar del mal tiempo. Resulta curioso que los precios gastronómicos sean mucho más bajos en comparación con las tascas de las islas. Incluso con el impuesto del IVA, una copa de vino en Mérida cuesta casi la mitad de lo que solemos encontrar en Canarias. Estas diferencias invitan a reflexionar sobre diversos aspectos, dejando espacio a la imaginación…
El viernes, bajo un sol radiante, disfrutamos de la recreación de la vida cotidiana de Avgusta Emerita, ubicada a un lado del Templo de Diana. Allí encontramos artesanía local, una decoración especial para la ocasión y una refrescante cerveza para aliviar el calor. Más tarde, en el propio escenario del Templo de Diana, presenciamos la «Presentación escénica de dioses y diosas del Olimpo». Después de tantas emociones y sol, nuevamente disfrutamos de la gastronomía local. La tarde culminó en el Museo Nacional de Arte Romano, una auténtica maravilla que ofrece una entrada a un precio simbólico. Esta experiencia hizo que me cuestione los costos más altos y los espacios más reducidos que encontramos en Canarias. Mérida merece un aplauso en este sentido. Además despedimos la tarde con un desfile de legiones romanas por el antiguo puente de la ciudad, acabando en el mismo lugar ya por la noche con ritos y danza sacerdotisas en el puente romano, donde el fuego, y los cánticos nos adentraban en la magia de esa época.
El sábado fue el día más esperado de todo el evento. Por la mañana, visitamos el Acueducto de los Milagros, ubicado en un amplio parque. Esta impresionante obra de ingeniería, construida entre los siglos IV y VI d.C., nos dejo maravillados y nos recordó la genialidad del Imperio Romano en materia de construcción e ingeniería.
Durante la misma mañana, disfrutamos de las recreaciones y presentaciones de costumbres de las legiones romanas en la Alcazaba y sus alrededores. Cada espacio estaba ocupado por personas meticulosamente preparadas, explicando todos los detalles de las armaduras, la creación de pergaminos, los mapas y la comida de la época. Además, tuvimos la oportunidad de probar algunos manjares de la época, como el vino con toques de rosas y canela. Estas recreaciones detalladas nos dejaron con una mayor comprensión y aprecio por la vida en la antigua Roma.
¡Mi Nombre Es Máximo Décimo Meridio! Por la tarde, llegó el plato fuerte: la lucha de gladiadores en el Anfiteatro Romano. El evento llamado «Gladiatura: Lucha de Gladiadores» ofreció una excelente recreación escénica y de combate, con personas que habían estado preparándose durante todo el año para ofrecer una actuación impresionante. Aunque la única falla fue la programación del evento a pleno sol y altas temperaturas, lo que hizo que parte del público no pudiera resistir hasta el final, la experiencia en este asombroso escenario resultó inolvidable.
Lamentablemente, el domingo llegó y fue el momento de regresar a la isla. Sin embargo, nos dimos cuenta de algo muy especial: la belleza de disfrutar de otras culturas y observar cómo se cuida y preserva el patrimonio arqueológico. En definitiva, recomiendo encarecidamente a otros que aprovechen la oportunidad de escaparse en las próximas ediciones de Emerita Lvdica y sumergirse en el encanto y la magia de Mérida.
La XIII edición de Emerita Lvdica en Mérida fue mucho más que una recreación histórica, fue un viaje cultural fascinante que nos permitió experimentar la grandeza del Imperio Romano y sumergirse en la rica herencia de la antigua ciudad de Mérida.
Fotografías de Jesús Hernández